Patrimonio negro sobre blanco para conservarlo

I.M.L. / Quintana del Pidio
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Los historiadores Fernando Bartolomé y Laura Calvo, descendiente de la localidad, publican un completo estudio de la arquitectura y decoración de la iglesia de Santiago Apostol

 
De una buena obra ha surgido otra, en concreto, de la restauración de la torre de la iglesia parroquial de Quintana del Pidio partió un estudio que ha desembocado en una publicación. El alcalde de la localidad, Jesús Marín, explica que «para futuras obras en la iglesia, los técnicos de Patrimonio nos dijeron que necesitaríamos un estudio histórico y artístico de lo que hay y Laura Calvo se ofreció a hacerlo y, junto con Fernando Bartolomé, les ha llevado un año de investigación y trabajo sacar este libro».
El volumen, de 166 páginas, se presentaba ayer bajo el título Arte en Quintana del Pidio. La iglesia de Santiago Apóstol, en el templo que protagoniza esta monografía, gracias a la que los vecinos van a apreciar las joyas con las que han convivido toda la vida. Este trabajo, elaborado por estos dos expertos de la Universidad del País Vasco, tiene otra función además de la de servir de base para próximas intervenciones en el patrimonio. «Al hacer el libro y poder dar a conocer con lo que contamos en el pueblo, nos aseguramos que los vecinos puedan apreciar lo que tienen y ayuden a su conservación», apunta Laura Calvo, cuyos padres son de Quintana del Pidio y ella ha pasado muchos veranos en la localidad.
En este trabajo, que está a disposición de los interesados al precio de 20 euros que se destinarán a la conservación de la iglesia parroquial, descubre que la portada del templo es la primera de estilo clasicista construida en la zona y data de 1638. Otra joya que alberga este edificio religioso son las pinturas de la capilla del Santo Cristo, tres obras de Damián Villada Francés, un prometedor pintor quintanapidiense que falleció muy joven y del que solo se conservan estas obras y un cuadro en una colección particular. A ello hay que sumar la talla de San Sebastián, del mediados del siglo XVI, o las de Santiago y un Cristo Crucificado, que formaron parte del retablo mayor primitivo, perdido ahora, y que se conservan el primero en la capilla del Cristo y el segundo coronando la calle central del actual retablo, que costó 700 ducados en 1652 y que se elaboró en el taller de Martín Martínez, del Burgo de Osma.