Saga angelical

J.C.O. / Aranda
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La niña de cinco años Inés Barbadillo protagonizó la tradicional Bajada del Ángel, siguiendo la estela de su hermana María de las Viña que hizo de ángel en 2008 y 2009

Momento en que se abre el globo y sale el ángel entre palomas y una lluvia de confeti. - Foto: diariodeburgos.es

La repentina mejoría del tiempo, con un sol resplandeciente que dejó atrás dos gélidas jornadas de lluvia y nieve, hizo que  varios miles de personas, entre arandinos y visitantes, se agolparan ayer por la mañana ante la iglesia de Santa María de Aranda de Duero para presenciar la entrañable Bajada del Ángel, con la que la capital ribereña celebra el Domingo de Resurrección. Un acto cuyos orígenes podrían remontarse a la Edad Media y en el que un niño-ángel de carne y  hueso protagoniza el reencuentro entre Jesucristo resucitado y la Virgen María.

La tradición, que constituye el principal atractivo de la Semana Santa arandina, tuvo en esta edición como actor principal a la niña arandina Inés Barbadillo Vicario, de cinco años de edad y 28 kilos de peso, que ya fue suplente en 2011, continuando así la saga familiar puesto que su hermana María de las Viñas ya encarnó al ángel alado en 2008 y 2009, en la segunda ocasión in extremis ante la ‘espantada’ en el último ensayo del niño-ángel seleccionado. Una situación que llevó a la Cofradía de  la Misericordia o de las Candelas, encargada de organizar el acto, a elegir a partir de ese año a dos niños para representar el papel, un titular y un suplente -con prioridad para representar el papel al año siguiente- para guardarse las espaldas en caso de imprevistos.

Una vez que la imagen del Cristo Resucitado, tras procesionar por la villa, se encontró con la de Nuestra Señora de la Misericordia cubierta con un manto de luto  frente a la fachada principal del templo, de un cajón situado en el muro de la iglesia simulando el cielo emergió en medio de la expectación general un globo que, al llegar a la altura de la Virgen, se abrió entre vítores y aplausos liberando a unos siete metros de altura y entre una lluvia de confeti, a la niña-ángel, vestida de blanco y descalza como muestra de pureza, que soltó dos palomas que llevaba asidas.

Mediante un sistema de cuerdas y poleas descendió braceando  y pataleando para retirar el velo negro a la Virgen. A continuación, simulando un frenético aleteo la pequeña volvió a ser elevada y descendida  con el manto en una mano y la corona en la otra para finalmente bajar a tierra, donde le esperaban sus padres  para colocarle las medias y las sandalias.

Situada bajo las andas de la Virgen, portando en sus manos una bandeja con el velo de luto, se inició la procesión en compañía de los mayordomos, cofrades, autoridades y la Banda Municipal de Música ‘Villa de Aranda’ por las calles del centro de la villa hasta retornar a la iglesia  por la puerta del Perdón para celebrar la misa.

La pequeñaInés reconocía tras el grácil y resplandeciente vuelo, que se sentía «muy contenta» por  que todo había salido bien pero que también se había puesto «algo nerviosa» por la responsabilidad que conlleva representar un papel del que están pendientes miles de ojos y para el que en la actualidad hay lista de espera. De hecho la cofradía ya tiene cubierto el cupo de candidatos para los próximos cuatro años.

Esta tradición  se celebra también con igual devoción y expectación, aunque con algunas variantes, en otras cinco localidades: Peñafiel (Valladolid), Tudela (Navarra), Alfarrasí (Valencia), Muros (A Coruña) y Ariza (Zaragoza).