Se acabó pagar a escote

J.M. / Burgos
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Los edificios que comparten los gastos de calefacción deberán adaptar sus instalaciones para colocar contadores individuales en cada hogar antes del 31 de diciembre de 2016

Los repartidores de calor miden el consumo y se colocan anclados en cada uno de los radiadores.

¿Es justo que un vecino a que le gusta estar todo el día en casa pague lo mismo en calefacción que otro que apenas la pisa y que preferiría tenerla más tiempo apagada? Eso es lo que ocurre ahora en las comunidades que tienen en sus edificios una instalación de gasoil o de gas natural y en el que este gasto, el más elevado de un edificio, se reparte a escote, entre todos por igual. Una situación que tendrá que cambiar antes del 31 de diciembre de 2016, dentro de algo menos de dos años, ya que antes de esa fecha estarán obligados, por ley, a individualizarse los consumos y que cada familia apoquine lo que le corresponde. Ni más, ni menos. La práctica habitual suele ser que se distribuya la factura en función de los metros cuadrados de la casa.

Javier Sandino, propietario de Efitérmica e instalador autorizado de ISTA, una de los grandes empresas dedicada a la individualización de consumos, comenta que «el desconocimiento» y el amplio margen que queda hasta que se transponga esta directiva europea hace que en Burgos se cuenten con los dedos de una mano las comunidades de vecinos que han realizado cambios para tener un consumo individualizado del gasoil. Todo ello, pese a que asegura que existen estudios en algunos edificios, como el realizado por la Universidad de Alcalá, que garantizan un ahorro «del 25% o del 30%». Unos 200 euros por familia y año.

 El método es tan sencillo, ejemplifica, como que quien está de vacaciones cierra sus radiadores o cómo que quien no utiliza dos habitaciones tampoco los tiene abiertos. Cuando ahora, como va a pagar lo mismo, no se le pasa por la cabeza adoptar hábitos de este tipo.

Para adaptar una instalación,  Sandino comenta que existen dos posibilidades. Los edificios más antiguos, con una distribución por columnas (donde los conductos están comunicados con el del vecino de arriba o de abajo), tienen que colocar en cada uno de sus radiadores unos pequeños aparatos, anclados y preparados para que no se manipulen, que miden el agua que entra en ellos y la temperatura a la que entra y a la que sale. A partir de ahí, realiza el cálculo del consumo y envía la señal como si se tratara de un telecontador. Su coste es de aproximadamente unos 240 euros para una vivienda con 8 radiadores. También existe la posibilidad de alquilarlos, por lo que habría que pagar unos 60 o 70 céntimos al mes.

En las construcciones nuevas la fórmula pasará por instalar un caudalímetro para cada uno de los pisos. «Más preciso» y con un coste de entre 160 y 250 euros por vivienda. Las empresas  suelen ofrecer la posibilidad de financiar su pago.

Aquellas comunidades de vecinos que no se adapten a la nueva normativa (la Directiva Europea 2012/27/ UE) se enfrentarán a sanciones que oscilarán entre los 1.000 y los 10.000 euros. Si un vecino concreto de un bloque se niega se le aplicará un cálculo aproximado al alza.

BIEN INFORMADOS

El burgalés y presidente de la Confederación Nacional de Instaladores, José Javier Cueto, comentaba hace un mes que el cambio no es tan sencillo como parece ya que, además de los cambios en las viviendas, también es necesario realizar ajustes en las caderas. Y si bien cree que será útil para los edificios más modernos (donde se pueda instalar un contador) también explica que en el colectivo al que representa «tenemos nuestras dudas» en los casos en los que hay que colocar repartidores en los radiadores. Recomienda asesorarse con empresas autorizadas y recuerda que estos cambios no los puede adoptar de forma unilateral un vecino. Debe haber un acuerdo de la comunidad de propietarios.

La instalación de los repartidores de calor no es algo nuevo en Europa ya que en países como Dinamarca se utilizan desde hace un siglo. Más tarde se sumó Alemania y ahora es un práctica habitual de la inmensa mayoría de naciones del viejo continente. En España, en Madrid y en Asturias ya se está subvencionando.