La excavación en Dessobriga saca a la luz los primeros indicios de la Edad del Hierro

I.P. / Osorno / Melgar
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El yacimiento, situado en los términos de Osorno (Palencia), y Melgar de Fernamental, tendría una extensión de unas 190 hectáreas y abarca una secuencia hasta el siglo III de nuestra era

En la cata de la zona norte se ha localizado una cabaña celta de construcción circular. - Foto: Tomás Alonso

Pese al intenso viento que soplaba el martes pasado en el cerro donde se localiza el yacimiento arqueológico de la antigua Dessobriga, los trabajos de excavación no se detienen. Comenzaron el pasado 14  de julio y en una primera etapa se prolongaron hasta el domingo 27 para iniciar ahora otros quince días, que se prolongarán hasta el 9 de agosto, y poner fin a esta primera campaña de excavaciones promovida por la catedrática de la Universidad de Saboya, Margarita Torrione, en la que trabaja un equipo hispano-francés y participa la Sociedad Arqueológica de Bron, en Lyon, a la que pertenece la propia Torrione y que preside su marido, también presente en este paraje que ocupa terrenos de la localidad palentina de Osorno y la burgalesa de Melgar de Fernamental.

El inicio de estas excavaciones estuvo precedido por las inspecciones fotográficas aéreas y una prospección geomagnética en 2013, que revelaron la importancia del yacimiento y su dimensión. Por lo pronto, estos 20 días de excavaciones ya han sacado a la luz vestigios de la primera Edad del Hierro, en la parte norte, la que mira a Cantabria, y romanos, más al Este, en cuatro catas diferentes que ocuparían un pequeño espacio dentro de la superficie global que se calcula tiene Dessobriga, más de 190 hectáreas, según explica Torrione, que recuerda que Osorno está conectada con la Vía Aquitana, que llega a Burdeos.

La impulsora del proyecto  añade que por la información que tienen de la ‘radiografía’ geofísica se podría hablar de cuatro zonas defensivas más primitivas. En la zona norte se sitúa un primer muro de defensa celtíbero, más concretamente vacceo y turmogo por la cerámica que se ha encontrado; al descubierto queda ya una cabaña que puede datar del siglo VIII o IX antes de Cristo, es decir estaríamos hablando de la primera Edad del Hierro. Se trata de una construcción circular, con muros de adobe  y que se completa con un banco corrido de asiento. El arqueólogo Francisco Javier Abarquero explica que la cabaña pudo sufrir un incendio porque están apareciendo adobes y restos quemados. Igualmente, ha salido a la luz un empedrado que pertenece a una calle que organizaba un poblado, lo que indica que ya en esta época había una cierta organización de viales que facilitaban el tránsito, lo que no implica aún hablar de ciudades pero si de poblados, puntualiza Abarquero, de la Universidad de Valladolid. También hay indicios de una necrópolis en la parte baja del páramo. Lo que parece evidente, según el arqueólogo, es que en todo ese paraje hay un poblamiento continuado desde la primera Edad del Hierro hasta finales del periodo romano.

Y es más hacia el Este y Oeste donde, precisamente, se han localizado los restos de la construcción romana, ya más amplia y con un urbanismo más desarrollado  e, incluso, delimitada por una muralla que, por los datos de las ‘radiografias`geofísicas realizadas el pasado año, podría tener unos 400 metros de longitud, manifiesta Margarita Torrione.

En esta cata, de 10x10 metros cuadrados, trabaja otro grupo con Javier Gutiérrez al frente y los resultados son muy interesantes ya que estaríamos hablando de la localización de lo que podría ser el foro de la ciudad, en espacio porticado que podría rondar los 50 metros de ancho por 60 de largo. Al descubierto queda ya una calzada de piedra y una pequeña habitación -con los cimientos destrozado por el efecto de la maquinaria agrícola utilizada durante siglos y diferentes saqueos-, mientras se trata de sacar a la luz algún muro más consistente; también hay restos de lo que podría ser el contenedor de una gran tinaja. A escasos metros, hay una cata rectangular más pequeña, al resguardo de una pila de pacas, en la que trabajan Héctor Fonseca y Gonzalo de Pedro, estudiantes de Historia del Patrimonio, para localizar otro muro.

De aquí  hasta el 9 de agosto que acabe esta segunda etapa queda mucho que excavar en busca de nuevas calzadas y construcciones, además del trabajo de documentación de todo lo que se va encontrando. Después, el yacimiento se tapará instalando una capa geotextil y cubriéndolo de nuevo con la tierra para protegerlo. Torrione espera poder seguir con las excavaciones en próximas campañas y si un día las  administraciones deciden poner  en valor el yacimiento, habría que negociar con los propietarios de las tierras, pero hasta entonces queda mucho por trabajar en Dessobriga, la ciudad indígena y romana situada en el límite entre vacceos, turmogos y cántabros y que abarca desde la primera Edad del Hierro hasta, al menos, el siglo IIIde nuestra era. Toda una secuencia histórica que merece ver la luz.