Aranda y las Hermanitas de los Ancianos Desamparados

Máximo López Vilaboa / Aranda
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Esta congregación, cuyo carisma es la atención a ancianos desvalidos, se implantó en la capital ribereña tras las gestiones realizadas en el siglo XIX por varias autoridades debido al mal funcionamiento del hospital

Imagen de la visita a las obras del nuevo asilo por parte de la comunidad de monjas de Aranda, el obispo y el párroco de Santo Domingo. - Foto: Archivo de Máximo López

Hoy, 26 de agosto, se celebra la fiesta de Santa Teresa de Jesús Jornet e Ibars (1843-1897), que fundó en 1873 la Congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. Según los documentos fundacionales el carisma de la congregación es el cuidado y asistencia espiritual y material de los ancianos desvalidos de uno y otro sexo, preferentemente pobres, que sean puestos a su cuidado.

Esta congregación se implantó en Aranda como consecuencia de las gestiones realizadas por distintas autoridades locales debido al mal funcionamiento del Hospital de los Santos Reyes durante todo el siglo XIX. Desde 1873 la Junta provincial de Burgos venía requiriendo al ayuntamiento de Aranda para que justificase, como patrono del Hospital, el destino de los bienes de la institución caritativa, fundada más de tres siglos antes. El alcalde de Aranda trata de zanjar el asunto contestando el 7 de diciembre de ese mismo año que ya no existía tal fundación y que había desaparecido como consecuencia de la invasión francesa. Comprobado el poco fundamento de esta respuesta, dado que había bienes inmuebles y 117.416 pesetas de capital, se da el plazo de tres años para que el ayuntamiento presente cuentas y, de no hacerlo, suspenderle de las facultades que tenía sobre el Patronato del Hospital de los Santos Reyes. Finalmente en 1894 se acaba suspendiendo al Ayuntamiento del patronato, subrogándose la Conferencia de San Vicente de Paul en todos sus derechos y obligaciones. El presidente de la Conferencia elevará a la Junta provincial de Burgos un detallado informe en el que refleja la angustiosa situación del Hospital y la necesidad urgente de realizar obras, así como de adquirir camas, muebles y enseres de cocina. Además propone que se busque una congregación de monjas para que se haga cargo del cuidado diario de los enfermos. Se dirigen a varias instituciones y el 16 de agosto de 1894 contesta desde Valencia Sor Gregoria de los Desamparados, en nombre de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, mostrando la buena disposición para fundar en Aranda. No obstante señalan que antes quieren conocer todos los antecedentes, medios materiales y el grado de compromiso de las autoridades locales para apoyar su labor en el Hospital y en un Asilo de ancianos de nueva creación. El 21 de septiembre de 1897 se trasladan Sor Vicenta de Santa Teresa, superiora de Medina del Campo, y Sor Concepción de San Rafael, para conocer la situación real del hospital arandino. Las dos religiosas se reúnen con el presidente de la Conferencia de San Vicente de Paul y con el alcalde de Aranda para comprometerles a realizar las obras más urgentes. De manera paralela se dirigen al obispo de Osma y al ministro de Gracia y Justicia para que aprueben los oportunos permisos. Cuando las obras van a buen ritmo se paralizan porque el nuevo Ayuntamiento, que toma posesión en enero de 1898, no las considera prioritarias y retira su apoyo. Es entonces cuando un grupo de arandinos abre una suscripción popular que va publicando en el periódico local ‘La Ribera’. Los ejemplares de esta publicación son enviados a las superioras de la congregación para que comprueben el interés del pueblo arandino por la nueva fundación pese a la indiferencia de las autoridades locales. Superadas las múltiples dificultades se firma el acta de fundación el 2 de junio de 1899. El nuevo asilo estaba en lo que ahora es la parroquia de Santo Domingo y parte de las dependencias del Hospital. Las dos primeras monjas del Asilo destinadas en Aranda fueron Sor Vicenta de Santa Teresa Conca y Sor Luisa del Carmen Zabal.

 La labor de esta congregación fue creciendo con los años y cada vez era más grande el deseo de construir una gran casa que sirviera como Asilo al margen del Hospital. Un buen testimonio de ello es el texto que se conserva en el Asilo y que dice que «con el tiempo los ancianos se multiplicaron y crecieron las necesidades con el cambio de la sociedad. Era necesaria una nueva casa, grande y soleada, con árboles y pinos, con sol y con sombra». El 22 de abril de 1954 las monjas compran una huerta en un paraje cercano al hospital, junto a lo que se conoce como las eras del Rollo. La finca les cuesta 225.000 pesetas. El 2 de mayo de 1956 compran otra finca anexa de más de 6 hectáreas, con muchos pinos y árboles frutales, con una amplia huerta donde se cultivan hortalizas. Les cuesta un total de 600.000 pesetas. Contando ya con estos terrenos comienzan a recabar ayudas para construir una amplio edificio que sirva como nuevo Asilo. El sueño se empieza a cumplir cuando la tarde del 21 de marzo de 1966 el Vicario General de la Archidiócesis de Burgos procede a la solemne bendición de la primera piedra de la Residencia Sagrada Familia. La primera piedra ocupa el lugar donde se situará el altar de la capilla y en ella se introduce un documento en el que firman distintas autoridades civiles, eclesiásticas y benefactores de la Congregación. La Madre Valentina de San Jerónimo Castro Prieto, superiora de la casa de Aranda, es la encargada de dar la paletada de cemento sobre el hueco en el que se ha introducido el acta. Con este honor se reconoce a la superiora por haber sido una de las grandes impulsoras de la construcción de la nueva residencia. En una de las fotografías podemos ver este simbólico momento. A su derecha se encuentra don Cayo Moreno, párroco de la recién creada parroquia de Santo Domingo, otro de los máximos responsables de que este proyecto llegara a buen puerto. La otra fotografía está tomada unos meses después cuando se realiza una visita a las obras de la nueva Residencia Sagrada Familia. Las obras culminarán el 15 de noviembre de 1970 con la inauguración y bendición a cargo del arzobispo de Burgos, Segundo García de Sierra y Méndez. Actualmente las Hermanitas de los Ancianos Desamparados siguen haciendo su labor en la Residencia Sagrada Familia y la calle donde se sitúa lleva por nombre el de Santa Teresa de Jesús Jornet, esa gran pionera en el cuidado y atención de los más mayores.