Una treintena de personas reclama en la Plaza Mayor el cierre definitivo de Garoña

L. Sierra (ICAL)
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La Coordinadora contra la central lamenta que se intente reabrir una planta "obsoleta" y "poco útil"

Una treintena de personas, entre las que se encontraban responsables de la coalición de partidos Imagina Burgos, se han concentrado hoy en la Plaza Mayor de Burgos para reclamar el cierre "inmediato" de la central nuclear de Santa María de Garoña convocados por la Coordinadora contra Garoña bajo el lema ¡Cierre definitivo, ya!

El portavoz de la coordinadora, Luis Oviedo, ha recordado que hay un procedimiento del Ministerio de Industria con solicitud de una prórroga por diez años que puede reabir una central que lleva "condenada" y "cerrada" cerca de dos años y tres meses. Así, ha indicado no entender cómo se están haciendo "los trámites que solicitó a la central" el Consejo de  Seguridad Nuclear y que, a su juicio, "tienen unos altos costes" mientras "la central se encuentra parada".

En este sentido, ha declarado que "la posibilidad de abrir" podría estar vinculada a unas obras que tendrían "un alto coste" para toda la sociedad por las exigencias derivadas del accidente de Fukisima y que requieren reformas en la planta atómica. Por ello, la Coordinadora quiere aprovechar los comicios electorales para "reclamar un cierre que debe ser efectivo" y que tiene que realizarse "ya" y "para siempre".

Los integrantes de la coordinadora han repartido panfletos explicativos entre los ciudadanos y acompañaron su reivindicación de un gran globo aeroestático visible desde distintos puntos de la plaza. Aseguran que no es la única acción que llevarán a cabo desde hoy y hasta el día de las elecciones porque consideran que llevan demasiadas legislaturas solicitando el cierre de una central que entienden "es obsoleta" y "poco útil".

 

Garoña
 
La central nuclear de Santa María de Garoña comenzó su actividad un 2 de marzo de 1971, hace ahora 42 años, lo que la convierte en la planta atómica más antigua del país. Su diseño se corresponde con el modelo de las centrales de primera generación, con un reactor de agua en ebullición que utiliza uranio enriquecido para la generación de calor, y que fue elaborado por la multinacional americana General Electric en los años 60.
 
Desde que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero anunciase en el año 2009, por orden ministerial, el cierre y desmantelamiento de la central para julio de 2013, Garoña pasó de ser la central veterana a ser el caballo de batalla de organizaciones antinucleares y ecologistas y la empresa propietaria, Nuclenor.
 
El cierre y no cierre de la central centró planteamientos, debates, congresos y muchos mítines políticos. Si el PSOE abogaba por un nuevo modelo energético en el que “no cabía Garoña”, el PP era contrario a la decisión socialista y prometía mantener la central si llegaba al poder su líder, Mariano Rajoy. En medio de todo esto, un terremoto y posterior tsunami arrasaron el 11 de marzo de 2011 la costa de Japón y desató la alarma nuclear en medio mundo.
 
El desastre de la central nipona de Fukusima, central hermana a la de Garoña, lejos de olvidar el debate, avivó la polémica. Aunque los expertos en Geología y movimientos sísmicos descartaron que en el Valle de Tobalina pudiese ocurrir algo semejante a lo acontecido en Japón, fueron muchos los que se echaron las manos a la cabeza, mientras los organismos internacionales, con el Consejo de Seguridad Nuclear a la cabeza, iniciaron los denominados exámenes nucleares, conocidos como ‘pruebas de estrés’, que Garoña pasó con alguna que otra recomendación de mejora.
 
Julio de 2013 no marcó el fin de la central como se dijo en un primer momento. Dos años después de que iniciase la que ya es la parada más larga de la historia de Garoña, el uranio duerme en la piscina a la espera de que el CSN diga si debe salir de allí o no.