Tráfico triplicará este año las pruebas de droga y superará las 200

I. Elices / Burgos
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Análisis selectivos. Los agentes eligen a los conductores que presentan síntomas externos. Por eso dos de cada tres dan positivo.

Un joven pasa por un control de droga. Dio negativo. - Foto: Luis López Araico

El Subsector de Tráfico de la Guardia Civil efectúa cada fin de semana del orden de 1.000 pruebas de detección de alcoholemia en las carreteras de la provincia. La Jefatura Provincial de Tráfico querría llegar a esas cifras en el caso de los análisis de droga a conductores, pero por ahora es impensable dada la lentitud y el coste de los actuales sistemas para medir la presencia de estupefacientes en el organismo de las personas. No obstante, el número de controles está creciendo a marchas aceleradas y en lo que va de año ya se han producido 121, por los 75 que se registraron en todo el ejercicio pasado. Proyectando estas cifras a final de año cabe deducir que 2014 concluirá con cerca de 240 análisis, lo que triplica los guarismos de 2013.

María Seguí, la directora general de Tráfico, puso mucho énfasis cuando llegó al cargo en la importancia de extremar la vigilancia del consumo de drogas al volante. Tras el accidente de Castuera (Badajoz), en el que murieron 5 niños al chocar el autobús en el que viajaban con una retroexcavadora cuyo conductor dio positivo en cocaína, la exigencia se ha vuelto mayor.

Las pruebas de droga que lleva a cabo la Guardia Civil son selectivas. En el caso de las de alcoholemia paran a cualquier conductor, de forma indiscriminada. Pero en los controles de estupefacientes ‘afinan el tiro’ y eligen a aquellos que presentan síntomas de externos -pupilas dilatadas, sudoración, excitación-. El precio de los drugtest y el tiempo que se tarda en llevarlos a cabo -una media de 15 minutos- obliga a los agentes de la Benemérita a seleccionar bien a los candidatos.

Por eso el porcentaje de positivos respecto a las pruebas realizadas es tan alto, de un 66%. De los 121 análisis llevados a cabo en lo que va de año, 80 concluyeron que había presencia de alguna droga en el organismo del conductor. De estos datos por tanto no se puede deducir que dos de cada tres conductores van drogados, porque los elegidos para pasar la prueba no  lo son de forma aleatoria, como sí sucede en los de alcoholemia. Según los últimos datos, un 0,57% de los conductores que soplan por el etilómetro dan positivo, cuando hace diez años ese porcentaje llegaba casi al 5%.

La droga que más aparece en las pruebas realizadas este año en Burgos es el cannabis -hachís, marihuana, etc-, con 74 positivos en esta sustancia de los 80 totales, si bien hay que decir que en muchos casos no es la única, también están presentes otras como la cocaína o el speed.

 La mayor parte de los controles que establece el Subsector de Tráfico de la Benemérita son a la salida de eventos especiales, como macroconciertos, fiestas patronales, etc, «en los que a priori existen posibilidades de que se consuma droga», señala Raúl Galán, jefe provincial de Tráfico. El objetivo es que con los años «y a medida que los sistemas de detección evolucionen puedan establecerse en cualquier lugar». En estos momentos hay dos máquinas operativas en territorio burgalés, aunque en 2011, cuando empezaron las pruebas, solo había una.

¿En cada accidente? Uno de los objetivos de Galán es desplazar dicho furgón a los accidentes que ocurran en la provincia y realizar una prueba de drogas, igual que se efectúa ahora con los de alcoholemia, «pero en estos momentos es imposible llegar a todos».

El jefe provincial de Tráfico recuerda una anécdota de su etapa en Talavera. En una discoteca de Torrijos (Toledo) la Guardia Civil estableció un control de alcoholemia. El sargento le contó después cómo paró un coche que iba haciendo eses. El conductor presentaba todos los síntomas de conducir ebrio, pero dio 0,0 miligramos de alcohol por litro de aire espirado. Se la repitieron varias veces con distintos etilómetros y siguió dando negativo. «Iba drogado, pero le tuvo que dejar marchar, no le pudo retener», recuerda. «Los test irán avanzando, serán más rápidos y más baratos y permitirán que estos casos no se den», afirma.

La Guardia Civil practica dos análisis a los conductores dentro del furgón policial. El primero, de carácter indiciario, se lleva a cabo con un colector -una especie de tubo de plástico con receptor de líquido- que hay que chupar durante unos minutos. Quienes han consumido necesitan tiempo, porque uno de los síntomas es la sequedad de la boca. Esta muestra se introduce en el denominado drugtest, que es el aparato que indica si da positivo y en qué sustancias -cocaína, opiáceos (heroína), benzodiacepina (somníferos), cannabis, anfetaminas (speed) o metanfetamina (cristal)-. Esta máquina expide un ticket que detalla la presencia de  estas drogas en el organismo de la persona.

Después se realiza un segundo test, de contraste. En este caso hay que chupar un bastoncillo colector, cuya muestra es enviada al Instituto de Toxicología de Madrid, que se encarga de dar validez al análisis previo y mide en nanogramos la cantidad de droga ingerida o inhalada. Estos bastoncillos viajan a la capital de España introducidos en unos termoviales -petacas congeladoras- que transporta la empresa Dräger, que suministra en estos momentos la tecnología de control de drogas al Instituto Armado.