La antigüedad de su arquitectura convierte a las construcciones religiosas en edificios vulnerables. Las inclemencias meteorológicas -en concreto el viento- amenazan su estabilidad, como está quedando patente durante el temporal que azota Burgos. Al derribo de la espadaña de la iglesia de Villangómez se unió ayer el derrumbe de uno de los muros que protegen el campanario de la iglesia de Barruelo.