Culinario y docente aroma

Samuel Gil Quintana / Burgos
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EnarinaEscuela de Cocina

Ribote, socio fundador y responsable de las relaciones públicas y comerciales de la nueva escuela. - Foto: Luis López Araico

Tres burgaleses crean Enarina, la primera escuela de cocina para todos los públicos. Desde su nacimiento no ha parado de crecer, pero sus fundadores no se conforman, y esperan, en favor de esta original iniciativa, ir ampliando progresivamente su línea de negocio.

Más de 25 años después de su puesta en escena, la letra de uno de los temas más laureados de la historia del rock español se muestra, todavía hoy, asombrada de las vueltas que da la vida y advierte sin pudor de que el destino se burla de ti. Sin embargo, esa advertencia no debe suponer un problema para el burgalés Sergio Ribote, pues a pesar de ser técnico superior de telecomunicaciones, no le ha importado en absoluto dar un giro a su faceta profesional y fundar, junto a sus dos compañeros y amigos David y Alberto Sedano, la primera escuela de cocina apta para todos los burgaleses.

Y es que Enarina no es una escuela cualquiera. Se define a sí misma como ‘no oficial’ y ‘para aficionados con cualquier nivel de conocimientos’. Niños y mayores tienen cabida en un amplio abanico de cursos, que van desde el aprendizaje del básico trato hacia el bacalao hasta los especializados postres de autor (el último impartido por el maestro repostero Juanjo Padilla) con unos precios acomodados a los diferentes bolsillos.

Tal y como asegura Sergio, ni sus comienzos fueron fáciles ni sus expectativas se han cumplido del todo. «Siempre quisimos montar algo de cocina en Burgos, y una escuela se presentaba cuanto menos emocionante. Por desgracia, al mismo tiempo conllevaba un hándicap: «Es algo tan novedoso, estricto y distinto que no teníamos ningún referente cercano en el que fijarnos», declara.

Sorprendentemente, más que un lastre, acabó convirtiéndose en una ayuda, ya que ha sido su originalidad la que les ha permitido salir adelante. «La mayor diferencia de Enarina con el resto de escuelas es que con nosotros la gente aprende mientras práctica, descubriendo los mejores trucos en el momento justo de la elaboración de los platos», asegura Ribote, quien espera que futuros clientes y profesores acudan a conocerles, «pues al final todos cocinamos y a todos nos gusta comer».

A sus 38 años, es otro de los emprendedores que tampoco se olvida de la ofensiva de la crisis, pero cree en poder vencerla. «La solución a nuestros problemas es la publicidad. Lamentablemente, es muy cara, por lo que no queda otra que esperar y confiar en que el boca a boca, fundamental en una ciudad como Burgos, sea lo mejor posible», concede.

Precisamente, Sergio tiene muy claro su pensamiento sobre Burgos y su cocina: «El año pasado fuimos capital gastronómica, contamos con profesionales realmente buenos y, además, el turismo ha aumentado bastante», agrega. Eso sí, es consciente de que «la cocina hay que conocerla in situ. No es igual la cocina que se practica en Bilbao que la que se realiza en Madrid. Todo cocinero debe salir fuera a observar los métodos y técnicas de otros fogones y, así, poder aplicarlas más tarde a los propios».

La seguridad que emana de su tono de voz permite intuir la determinación con la que dirige la escuela, aunque no ocupe el cargo de coordinador. Es difícil abrir las puertas de Enarina y no encontrarse con él, supervisando, organizando e involucrándose en los proyectos. «Es un trabajo esclavo, pero igualmente gratificante y reconocido», entona Ribote.

Responsable de las relaciones públicas y comerciales, Ribote navega día a día en compañía de sus dos compañeros de fatigas, esforzándose porque el barco se mantenga a flote. Son los hermanos David y Alberto Sedano, y tienen la misma parte de culpa de que el ‘buque Enarina’ haya aguantado y siga aguantando las embestidas de las olas de la crisis, enfervorizadas por hundir las cabezas pensantes que sueñan con un futuro prometedor. «David es cocinero, vital en la escuela, y Alberto, un importante inversor. Desde un principio consideramos muy importante no depender de nadie en materia económica, así que tiramos con nuestros propios ahorros», explica.

INFRAESTRUCTURA

Este centro hostelero cuenta con una sala de clases, destinada a impartir los cursos, una cocina industrial, donde se lleva a cabo la preparación de los mismos y una zona de restaurante, acondicionada para el empleo de actividades de diversa índole. «Vamos poco a poco. Aún faltan por montar varias líneas de negocio, pero no tenemos prisa, sabemos como funciona esto y estamos convencidos de que trabajando, los éxitos llegarán», concluye Ribote con tesón.

Aprender de la docencia lectiva sobre el aroma de una cocción es posible, por convicción.