Y en eso llegó Fidel

Angélica González / Burgos
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Casi todo el mundo da por hecho que en un mes se dará a conocer el nombramiento de Fidel Herráez Vegas como arzobispo de Burgos. Pero antes también se dijo de él que iría a Zaragoza o que sería secretario de la Conferencia Episcopal Española

Herráez felicita a Osoro, nuevo arzobispo de Madrid, en presencia de Martínez Camino, obispo auxiliar como él, y con Rouco a su espalda. - Foto: Archidiócesis de Madrid

El próximo 2 de julio el arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín, cumple 75 años, la avanzadísima edad a la que se jubilan las máximas autoridades de las diócesis españolas. Para entonces llevará 13 al frente de la Iglesia Católica burgalesa en la que no ha conseguido sentirse cómodo del todo. Tímido por naturaleza y de un marcado carácter conservador, Gil Hellín ha tendido en todo este tiempo a cerrarse en sí mismo y a rodearse de colaboradores de su mismo perfil, vinculado al Opus Dei; de hecho fue el primer obispo que la prelatura tuvo en España. Parece que sus planes son volver a Roma,  ciudad que considera su hábitat natural.

Y si la realidad no contraviene a los rumores que se escuchan aquí y allá en los últimos meses sobre su sustituto, éste será Fidel Herráez Vegas, que ha sido obispo auxiliar del todopoderoso Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid, recientemente sustituido por Carlos Osoro. Solo este nombre se escucha en voz baja como nuevo pastor de los católicos burgaleses aunque ha salido en alguna conversación el del jesuita Juan Antonio Martínez Camino, que también se encuentra (aunque confirmado en su actual cargo) en el dique seco desde la jubilación de Rouco, puesto que era otro de sus auxiliares. Hay quien asegura que el nombramiento de Herráez está hecho y rubricado en el Vaticano y que solo falta hacerlo público, algo que se producirá el próximo mes de enero o en febrero como muy tarde.

No obstante esta práctica unanimidad, un sacerdote diocesano burgalés, muy cercano a los movimientos de la jerarquía y que quiere guardar su anonimato, asegura que, con ser ya casi una ‘verdad revelada’, la proclamación de Herráez podría torcerse: «Ya se habló recientemente de él como arzobispo de Zaragoza y al final no fue. Y luego desde algunos ámbitos se apostó que sería secretario de la Conferencia Episcopal y tampoco cuajó. No hay que olvidar en ningún momento los nuevos aires que vienen del Vaticano y la opinión que el papa Francisco tiene de los obispos españoles, que no es muy buena».

De momento, Herráez sigue como obispo auxiliar de Carlos Osoro mientras no le ordenen venir a Burgos. Quien fuera mano derecha de Rouco Varela, es abulense de nacimiento y en julio del año que viene, siendo ya -se supone- arzobispo de Burgos cumplirá 71 años, con lo que tendrá un mandato breve. Fue seminarista en Madrid  entre 1956 y 1968, año en el que obtuvo el Bachiller en Teología en la Universidad Pontificia de Comillas. Es licenciado y doctor en Teología Moral por la Pontificia Universidad Lateranense en Roma. La enseñanza religiosa ha sido casi siempre su ámbito de trabajo: Fue delegado de este área en Madrid durante 15 años; representante de los delegados diocesanos de enseñanza en el Consejo General de la Educación Católica de 1986 a 1995 y presidió el Forum Europeo para la Enseñanza Religiosa. En 1995 fue nombrado vicario general de Madrid y doce meses después, obispo auxiliar. Desde hace dos años es consiliario nacional de la Asociación Católica de Propagandistas.

De su perfil personal poco se sabe. Con no estar alejado, sino todo lo contrario, de los  movimientos más conservadores de la Iglesia Católica española, en Burgos hay quien le define como dialogante («o al menos, más dialogante que Gil Hellín», precisa un cura diocesano, «y es educado», apostilla otro) pero no faltan aquellos que le acusan de «blando» y «tibio», que parece que es justo lo  que buscaba Rouco Varela en sus colaboradores para evitar que le hicieran sombra. Dicen,  además, que es amigo de Gil Hellín y compañero en el Opus Dei.

¿Y cómo será para Burgos? «La cosa mejorará si se acerca a la gente y escucha y acompaña, que es justo lo que Gil Hellín no ha hecho. Al aún arzobispo le ha faltado sensibilidad para abrirse a las distintas tendencias de la Iglesia porque se ha rodeado de su gente, lo que ha provocado un gran malestar en la curia». En la diócesis se esperan unos aires distintos pero nadie pone la mano en el fuego porque éstos vengan en la mochila de Herráez.