La suerte de la Lotería del Niño llegaba a Pinilla Trasmonte de la mano de Jesús Angulo, un sopero, que es como se llama a los oriundos de esta localidad ribereña, que llevó diez décimos del que a posteriori fue agraciado con el primer premio. «Llevaba 40 años sin ir en Navidades y llevé ese número, que le juego todas las semanas, y el del bar que tengo en Barcelona», explica tras reponerse de la emoción de verse afortunado con un pellizco de 200.000 euros, ya que él también se quedó con un décimo, que le van a servir para el tan típico y realmente socorrido «tapar agujeros».

En su localidad de origen ofreció los dos números a familiares y conocidos pero reconoce que «no puedes obligar a jugar todos los números a la gente». La suerte hizo que solo dos soperos se decantasen por el número agraciado y «me volví a Barcelona con ocho décimos», reconoce. Cuando vio que era el número del primer premio, llamó a su primo que «no se creía que le hubiese tocado» para darle la buena nueva.

Jesús Angulo regenta el Bar Güenteron, un curioso nombre que hace referencia a un término de Pinilla donde había unos corrales.