A Rajoy no le sirve solo con salvar España

Antonio Pérez Henares
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El presidente del Gobierno se va de vacaciones más tranquilo, pero la ciudadanía exige la 'limpieza' de la corrupción en la clase política

RAJOY DEFIENDE EL RESCATE BANCARIO AL SER LA MEJOR OPCIÓN Y LA MÁS BARATA - Foto: Zipi

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se va de vacaciones este verano algo más tranquilo que los anteriores. Desde luego mejor que aquel primer año, el 2012, donde ni siquiera pudo irse, porque el país andaba por la cuerda floja del rescate-embargo y la quiebra inminente, ¿recuerdan aquella prima de riesgo en los 640 puntos, el bono a un interés del 7,5 por ciento, colgado de una rama en el precipicio y con un griterío continuo exigiendo que se pidiera la intervención? Aquello fue hace dos ejercicios, cuando la caída no parecía tener fin y los profetas del apocalipsis nos vaticinaban cada mañana el fin de los tiempos.

Un poco más aliviado, pero poco, fue 2013. El desplome se había detenido, pero no se comenzaba a arrancar. El coche seguía gripado y aunque se afanaban en cambiar la pieza y ya nos prestaban para gasolina, aquello como mucho tosía un poco. Para remate, llegó el terrible accidente de Santiago de Compostela que nubló el verano.

Este curso hay, sin duda, diferencias, aunque los brazos de madera de la catástrofe y la antojera partidista seguirán negando la evidencia, aferrados a que las cosas están «mal, muy mal y peor que se van a poner».

Pero, desde luego, no es así y las gentes empiezan a percibirlo. De la puñetera prima ya no se acuerda nadie y de sus intereses, por debajo del 2,5, menos. La economía comenzó a repuntar y el motor por fin dio señales de vida e inició su carburación.

Al principio con lentitud, pero luego cogiendo cada vez más velocidad. El crecimiento del PIB se acelera, el turismo bate récord, al tirón exportador se une el interno y una mayor demanda fruto de una recuperación de confianza y de esperanzas. Y ya ha llegado al paro. Después de la magnífica EPA pasada, el presidente del Ejecutivo sabe que el mes de julio ha seguido siendo positivo en el empleo y que ya puede decir que el número de inactivos en las listas del antiguo INEM es ya menor que cuando recogió el testigo de José Luis Rodríguez Zapatero y aún le queda un año largo para mejorarlas.

Ésa es sin duda la idea de fuerza y en lo que tanto el Gobierno como el PP pondrán y ponen todo el énfasis. Han salvado a España de la quiebra, la han librado del rescate y nuestra economía está de nuevo en marcha y a velocidad creciente en creación de riqueza y de trabajo.

No voy a negarlo. Con todos los peros que se quiera eso es simplemente constatable.

Como también lo es que la lidia que está dando al órdago separatista catalán, sin andar a voces ni a la tremenda como le exigen los de arreglarlo en dos patás, pero sí manteniendo una indudable firmeza en los fondos, no está siendo la peor de las fórmulas y, en el otro lado, se percibe cada vez más que su juego hace aguas ante la ley, la Constitución, Europa, la economia y el sentido común.

Estar en la batalla. Una cierta sensación de un embridamiento de los caballos desbocados después de la forzada confesión de Pujol se ha producido. Es la sensación con la que amanece agosto, aunque nadie duda de que el oleaje se encrespará en septiembre. En resumen, que don Mariano puede irse a relajarse un poco a su Galicia natal que es donde le gusta ir al hombre, previsible también en esto.

Pero mejor será que sea consciente, si no lo es ya, que éso ya no le vale. Que antes pudiera parecer que sí, pero que ahora ya no es suficiente. Que sepa el presidente, el Gobierno y el PP que éso ya no es garantía de que las gentes vuelvan a confiar en ellos. No vale con haber salvado a la Nación del desplome. La ciudadanía les exige, y con razón y sentido, otra cuestión esencial.

Rajoy ha de tener presente que existe una nueva exigencia de las gentes. Es la necesaria regeneración, la demostración de que se está en batalla y no en ocultación de la corrupción, que se está dispuesto a liderar sin pararse en que son de los míos o de los otros la limpieza a fondo de los establos de la política. Eso es hoy tan imprescindible como era de perentoria necesidad aquellas dramáticas medidas que debieron tomarse en 2012 para evitar la hecatombe.

No vale con sellar las fosas sépticas. Que, además, han explotado todas. Hay que baldearlas, desinfectarlas y no dejar rastro de porquería. Por muy doloroso que sea y por muchos que susurren que el mal olor se pasa. Y uno en esto no tiene muy claro que Mariano Rajoy tenga la energía y la voluntad precisa para llevar a cabo ese verdadero trabajo de Hércules que es limpiar esos establos de Augias donde se lleva tantos lustros acumulando la mierda.