«La música es ese espacio de libertad irreductible que no te pueden conquistar»

R. Pérez Barredo / Burgos
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Conversaciones sobre música con... David Ruiz, cantante de La M.O.D.A.

Burgos y la música grabada en los genes. Eso es lo que comparten los protagonistas de esta serie de encuentros que rinden tributo a la honestidad de quienes hallaron en un pedazo de vinilo, en una vieja canción o en una guitarra de saldo una escalera para llamar a las puertas del cielo.

Aunque la ciudad está siendo devorada por la niebla de la mañana, una tibia luz atraviesa la claraboya de la guarida abuhardillada en la que compone y toca David Ruiz, que hace sonar los acordes de Atlantic City, una de sus canciones favoritas de Bruce Springsteen, aunque estemos tan lejos de New Jersey. El cuarto es austero: un colchón, una mesa, pocos discos y libros. No necesita más el cantante y guitarrista de La Maravillosa Orquesta del Alcohol (La M.O.D.A) para hallar la atmósfera perfecta en la que dar rienda suelta a su pasión. Camisa a cuadros roja y negra, camiseta blanca, posee ese dylaniano aire de adolescente eterno y desenfadado aunque esté rozando ya la treintena.

«La música da sentido a la vida. Es algo que nos acompaña, que está presente en los momentos buenos y en los malos. Una compañera del alma. Es un lugar en el que te sientes libre.Es eso: un espacio de libertad irreductible, que nadie puede robarte ni manipularte ni conquistar. La música es algo puro, es sentimiento», va diciendo David, que es todo nervio, que gesticula y se expresa con ímpetu, que no suelta la púa, que acaricia la guitarra con mimo, eterna compañera.

Cuando eras pequeño tu madre tocaba la guitarra... «Hacía sus pinitos, sí. Debió aprender en una academia que había encima del Patillas. Mi padre también siempre ha sido musiquero: había muchos discos en casa. Siempre he estado en contacto con la música. Crecí escuchando a Silvio Rodríguez, a Supertramp, a Bob Dylan, a George Winston, también música clásica... Y mucho jazz y mucho blues.Seguro que entonces, sin que yo fuese consciente de ello, toda aquella música iba educando mi oído». La influencia de un primo mayor resultó definitiva: fue quien le descubrió el punk rock, el hardcore... «Lo otro estaba bien, pero a determinada edad ya se sabe: rechazas todo lo que venga por vía paterna. Yo iba a casa de este primo y para mí era una celebración.Salía de allí con doce discos grabados. Una felicidad».

 También era el paraíso entrar a una tienda de discos... De las que ya no quedan... «Cierto, y es una pena. Recuerdo Discos Tipo, Discos Clash... Es muy triste. No es lo mismo bajártelo en mp3, comprarlos en grandes almacenes que descubrir tú mismo los discos, tocarlos... Ahora puedo contar lo que yo hacía cuando era un chaval y no tenía dinero para comprarme todos los discos que quería: me hice con una grabadora; en aquellos tiempos podías pedir poner y escuchar algún disco, y yo llegaba a pasarme más de un cuarto de hora grabando hasta que ya me llamaban la atención. ¡Yo sólo quería escuchar música y más música! ¡Todos los discos posibles!».  Ahora esa emoción se ha perdido, reconoce. Con el mp3 se tiene el síndrome ‘bufet libre’: uno se baja igual 80 discos que escucha una sola vez y luego los olvida. No se disfrutan, admite con amargura.

Hubo un grupo que supuso para él una epifanía, una revelación. No es para menos, tratándose de furia hecha banda. «The Clash. Tenían esa rabia y esa fuerza y esa rebeldía del punk rock. Y más cosas. Elegancia, desafío, sonaban distinto. Y se preocupaban por la estética, las portadas... Eran cuidadosos en todo. Tenían concepto de grupo. Ideología propia. Me parecían la hostia». ¿Y Springsteen? Algo de la música que hace La M.O.D.A remite al Jefe, también a Johnny Cash... Por ahí parece que pudieron entrar esas reminiscencias del folk americano que de alguna forma evoca la banda burgalesa. «Atlantic City es mi canción favorita. Tiene algo mágico. Y el disco en el que está incluida, Nebraska, es una joya». ¿Pero cómo se pasa del punk y el hardcore a ese rock y a ese folk tan profundamente americanos? ¿Cómo se produce esa  evolución? «Con 15 años quieres tralla, pero vas creciendo e indagando y descubres que esos grupos que te gustan citan a Dylan, a Woody Guthrie, a Steve Earle, a Cash, a Neil Young... Es otra de las revelaciones, porque te vas abriendo. Siempre me tiró la música negra, el góspel, el blues, el soul, toda la música tradicional americana. Recuerdo haber escuchado discos de mi padre de John Lee Hooker, de Miles Davis, de John Coltrane sin saber bien quiénes eran».

Y resultó que eran los que lo habían hecho todo en la música... La tuya ha sido una evolución hacia atrás. «Totalmente: empecé por lo último y evolucioné al revés.Pero es que también me gusta el flamenco: Paco de Lucía, Camarón, que también escuchaban mis padres. Aunque reconozco que no tengo ni idea de flamenco, siempre pienso que tengo toda la vida por delante para aprenderlo. Hay estilos o grupos que tienen su momento. Por ejemplo, yo no he podido escuchar nada de Pink Floyd.Me da pereza y rabia. Pero lo haré. Tampoco he descubierto totalmente a los Beatles, pero lo haré. Lo voy guardando. Ya llegará el momento. No quiero quemarlo todo. No tengo prisa».

Los Stones son otra cosa: «Mucho Stones, y para alguien que toca la guitarra como yo imagínate lo que significa Keith Richards. Yo quiero ser como él.  Musicalmente...». Cuenta David Ruiz que no le hizo ninguna gracia ir al Conservatorio. «Me apuntaron con seis años... A esa edad no quieres estar encerrado también por la tarde en un aula después de haberlo estado toda la mañana. Tus amigos se quedaban jugando al fútbol y tú tenías que estudiar más teoría. Por llevar la contraria, en lugar de guitarra, elegí piano. Lo estudié siete años.Me molaba. Pero no dejaba de ser una obligación.Yo quería libertad. Y en cuanto pude, lo dejé. Luego tuve una época, en la primera adolescencia, que bajé el ritmo musical. Pero duró poco tiempo. Con 17 años me compré una batería -de mierda, eso sí-, todo lo contrario al piano, ya ves. Quería rock and roll. Aporrear. Pura rabia».

Hasta que dio el salto a la guitarra. Y de ahí a hacer canciones. Y directo a La M.O.D.A... «Llegué a la guitarra de forma natural. Y autodidacta total, con sólo unas clases esporádicas.Metí mil horas. Luego estudié Comunicación Audiovisual como podía haber estudiado otra cosa. Gracias a la crisis o por culpa de ella, al no encontrar curro decidí probar con la música. Me fui a Dublín. Hacer música en Irlanda es como si un futbolista viene a la Liga española.Es el top. Tocaba en la calle, con la armónica y la guitarra. Cuatro temas, no creas que más. Me curtí. Me sentí libre. Nadie te debe nada.Si la gente se para es porque quiere». Y aquella gente se paraba. Vaya si se paraba. Supuso un subidón para el artista. «Aquello me enseñó a confiar en mí, a crecer. Un escenario da tensión, impresiona... Eso está muy bien. Pero tocar en la calle me enseñó mucho. Es una prueba de fuego. Nada impone tanto como tocar en la calle. Todo lo que venga después será diferente, menos complicado».

Le alcanzó para sobrevivir, que ya es mucho, para pagarse el hostal y alimentarse a base de espaguetis. Fueron dos meses. Pero resultó un aprendizaje que valió por muchísimo. Y eso que todavía no cantaba. Hasta que probó a ver si lo hacía como Joe Cocker. «¡Qué más hubiese querido! Menuda inspiración, Joe Cocker... Regresé de Irlanda lleno de ideas e ilusionado. Y resuelto a intentarlo.Decidido a probar, a hacer canciones y montar una banda».De esta manera se juntó con Adán, Jorge, José, Alvar y Caleb... «Empezamos a quedar de forma espontánea, sin más ambición. Grabamos unos temas, nos presentamos al concurso de la UBU y el resto es historia conocida».  

A David Ruiz le importa la sinceridad en la vida y en la música. «Me da igual el estilo que sea, pero deber sonar sincero.Lo que me atrevo a juzgar de los demás es cuando está dirigido, cuando se hace un grupo pensando en llegar a este punto. No me gustan los productos prefabricados y diseñados. Eso no me gusta. Como no me gustan las etiquetas y los corsés y los prejuicios. Lo bueno es que tenemos la libertad de elegir. Me gusta mucha música que no se oye en la radio pero sí en internet. Esos grupos de gente joven que hace música sin intermediarios, a su manera. Sólo así salen las cosas originales, frescas.Pero hay que tener inquietud para escucharlo. Y educación. Si en la radio sólo se pone Rihanna y David Guetta, los jóvenes no van a saber quién es B.B. King ni AC&DC ni van a querer coger una guitarra en su vida».

Se ve el cantante burgalés como Neil Young, sacando nuevo disco a los 70 años. «Ese es el modelo a seguir. Me encantaría verme con 80 años tocando a saco. Muriendo con la guitarra puesta, aunque sea tocando en un bareto para cuatro tipos. Y sin dejar de escuchar música. Si alguna vez eso sucede, tampoco querré seguir tocando. Así que ¡larga vida al rock y larga vida a la música!».

Así sea.