Un doble desafío de la vida

María Albilla Muñoz (SPC)
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El diagnóstico de un tumor es un varapalo para las mujeres que están embarazadas y tienen que afrontar, en el que se pensaba un momento dulce, decisiones cruciales

La ilusión no entiende de enfermedades. Y la esperanza, tampoco. Hay muchas mujeres que se marcan la maternidad como uno de los principales objetivos de su vida y, a veces, el cáncer, lo puede truncar. Aunque no es muy común y la prevalencia se establece en una mujer por cada 3.000-10.000, hay ocasiones en las que el tumor de mama se diagnostica en el peor de los momentos: durante el embarazo. Un varapalo para la madre, que precipita la toma de decisiones en un momento que se suponía de dulzura y felicidad.

Eva Béjar, psicóloga en el Área de Programas y Servicios de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), recalca que el hecho de estar embarazada no aumenta el riesgo de enfermedad. Eso sí, en caso de que suceda, «tienes que estar muy bien asesorado y guiado ante las determinaciones a las que hay que hacer frente». Hay muchos factores que condicionan qué hacer. El estadio del tumor, el momento de la gestación, si se presentan o no síntomas, cuál es estado de salud general de la mujer... son algunos de los parámetros a tener en cuenta para llegar a una de las dos soluciones habituales: continuar con la gestación hasta el final del embarazo y dar a luz sin que se vea comprometida la salud de la madre o bien tratar el tumor durante el período de gestación. 

«En estos casos hay que ser muy cuidadoso con qué tipo de tratamientos se afronta, puesto que sí que se sabe que la radioterapia o la quimioterapia son tratamientos oncológicos con consecuencias para el feto, por lo que se suele tender más hacia la cirugía y aplazar este tipo de medidas, siempre que sea posible por el tipo de tumor», comenta Béjar, que lleva más de una década dando soporte psicológico a estas pacientes y a sus familias.