Lacalle paraliza las obras del bulevar y llama «a todos» a una mesa de diálogo

Á.M.-C.M. / Burgos
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Insostenible. «Es más importante la convivencia entre todos los burgaleses que 50 obras juntas», asume el alcalde tras reconocer la imposibilidad de continuar los trabajos por la presión vecinal

El alcalde compareció en el Fórum rodeado del núcleo duro de su Gobierno. - Foto: Alberto Rodrigo

 
«Recogiendo el espíritu conjunto de todos los colectivos con los que hemos mantenido reuniones en los últimos días, hemos decidido paralizar esas obras y crear un grupo de trabajo durante los próximos días que permita la participación de todos: grupos políticos municipales, asociaciones de vecinos, asociaciones que discrepaban con el proyecto, comerciantes y técnicos municipales». Con esas palabras anunció ayer el alcalde, Javier Lacalle, que detiene la ejecución del bulevar de la calle Vitoria y que llama a todas las partes a buscar un consenso para el que no marcará «líneas rojas».
Lacalle situó primero ese periodo en «15 ó 20 días» pero después rectificó y señaló que «no nos marcamos plazos» para que esa mesa de diálogo tome una decisión última. Sí avanzó que su intención es poder convocarla «este mismo lunes» e incluso «avanzar algún acuerdo en el Pleno» que se celebra el viernes. «Abrimos un paréntesis, un periodo de reflexión y diálogo y de mayor consenso del que se había generado hasta este momento», continuó.
Los motivos son obvios. La presión vecinal continuada sobre las obras ha imposibilitado su continuación y el alcalde asume que «no se garantiza la seguridad de los bienes y las personas por parte de quien tiene la competencia al respecto». Esa alusión directa a la Subdelegación de Gobierno la quiso maquillar después diciendo que «la colaboración se ha dado en todo momento», pero reiteró que «me remito a la situación».
Ese «clima de tensión que no beneficia a nadie y que entendemos que no puede continuar» le ha sido refrendado, señaló, «en las reuniones mantenidas» el lunes y el martes y que incluyeron a la oposición, según sostuvo. Y lo que Lacalle anunció es exactamente lo que le pidió el PSOE, el Grupo mayoritario de la oposición, apenas dos horas antes: parar la obra y abrir un diálogo lo más amplio posible. La misma tónica encontró en el resto de sus consultas y, de «ese sentir general», la decisión tomada.
Ante este nuevo contexto, el regidor hizo «una llamamiento a la responsabilidad de todos; partidos políticos, asociaciones y vecinos en general porque debemos ser capaces de, entre todos, cesar con esa situación de violencia». Pronunció entonces la frase que resume las circunstancias:«Es más importante la convivencia entre todos los burgaleses que 50 obras juntas».
 
¿definitivo? La pregunta obvia es si entre los planteamientos que el Ejecutivo local está dispuesto a aceptar se encuentra la paralización definitiva de la obra y la restitución de la calle Vitoria a su fisonomía habitual. Y ahí Lacalle volvió a evitar posturas tajantes y limitó la decisión última a «ver qué se decide en el grupo» porque «nos han pedido un periodo de reflexión y parece lo más «razonable». El ‘fallo’, por tanto, «después de hablar».
El alcalde también se limitó en todo momento a adjudicar a las conversaciones mantenidas con la oposición y los colectivos vecinales, entre los que citó a «algún representante» de la extinta Plataforma contra el bulevar, rechazando la tesis de que han sido las presiones de su propio Partido las que le han empujado a esta decisión. «En el PP no ha habido una sola presión de nadie; ni llamadas de Génova, como se ha llegado a decir», defendió, aunque sí admitió la existencia de «muchas conversaciones tratando de ver entre todos cuál es la mejor solución» a adoptar.
También dijo que la intención municipal es que «mañana», por hoy, se puedan ejecutar los cierres de seguridad de la obra parada «para que no causen daños ni problemas a las personas, algo que parece obligado y razonable». Sobre los daños, y cediendo la palabra al vicealcalde, Ángel Ibáñez, se cuantificaron «en 50.000 euros hasta el lunes excluyendo al ámbito privado, cuyos datos desconocemos», en referencia a los destrozos en el material de obra y en las sucursales bancarias. Concretamente, hasta 183 contenedores han sido removidos y 93 quemados.
Por último, el alcalde lamentó la «imagen muy negativa» proyectada de «una ciudad fantástica, tremendamente acogedora y moderna» antes de volver a fiar toda decisión posterior a lo que emane de la mesa de diálogo que sustituye a una situación que, evidentemente, ha resultado insostenible para Lacalle.