Ya no hará falta esperar al Curpillos o los sampedros para fotografiarse con los Gigantillos. Apuéstense lo que quieran a que  estas navidades, al menos, el interior de los bajos del Teatro Principal serán carne de cañón de cámaras y móviles. Quizá haya que hacer cola, vayan mentalizándose, porque el espacio en el que los personajes de cartón piedra reciben a las visitas apenas supera los 75 metros cuadrados. Una iniciativa «sencilla», en palabras del alcalde Javier Lacalle, que se ha acondicionado con 30.000 euros de presupuesto y la participación directa de personal municipal.

La Casa de los Gigantillos alberga a la pareja serrana, los diez Gigantones, el macero mayor y menor, el tetín mayor y menor, danzante y palero, timbalero, infanzón y policía de gala. Los personajes tradicionales reciben a las visitas explicándoles su historia, evolución y la imagen que tenían en otro tiempo a través de dos paneles y un audiovisual. Además, muestran en tres vitrinas los elementos que la tradición otorga a los concejales, la medalla de la ciudad o la de Adelmus; una partitura de 1901, la impresa del Himno a Burgos y la copia del manuscrito de Calleja; y bajo cristal se exhiben también dos mazas, una de Maese Calvo y otra anterior.

Con curiosidades como que el nombre de El Tetín para el personaje que desciende del Cachidiablo solo se usa en Burgos porque procede del apodo que tenía un maestro de danza (lo que en realidad eran antes los tetines) que lo fue durante veinte años, y con imágenes que muestran a los Gigantones de antes del incendio de 1973, la Casa de los Gigantillos quiere dejar testimonio y dar a conocer las tradiciones de Burgos.

Desde su nuevo hogar, reciben visitas de 12 a 14 horas y de 17 a 21 horas (los domingos solo por la mañana). Aunque la puerta principal está ubicada junto al reloj del Morito, habitualmente se entrará por el acceso a la Sala Polisón.