Es la mayor organización de Policía internacional, con 192 países miembro, y su misión es combatir el crimen para construir «un mundo más seguro», que actualmente está amenazado por el espionaje del que se acusa a Rusia en Occidente. Pero ahora Interpol está en el punto de mira porque su presidente, el chino Meng Hongwei, está en paradero desconocido desde hace una semana, según confirmaron ayer las autoridades francesas, que decidieron abrir una investigación al respecto.

El rastro del dirigente asiático se perdió el pasado 29 de septiembre, cuando embarcó en un avión con destino a su país natal, y su familia no tiene noticias desde entonces de él. Su esposa, que permanece con sus hijos en Lyon, la ciudad gala donde tiene su sede Interpol, dejó transcurrir unos días durante los que crecía su inquietud por la ausencia de contacto, hasta que la noche del pasado jueves acudió a una comisaría para denunciar la desaparición de su marido.

Las especulaciones no se hicieron esperar y la prensa de Hong Kong desveló que Meng, de 64 años y miembro del Gobierno de Pekín hasta 2016, estaba siendo investigado en su nación y puede haber sido víctima de una purga interna en el gigante asiático.