«La iglesia debe decir que los problemas no se resuelven con bombas»

Gadea G. Ubierna / Burgos
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El padre Ángel inauguró ayer la Semana Solidaria de la UBU, dedicada a los refugiados • El fundador de Mensajeros de Paz cree que los atentados de París repercutirán en esta crisis

‘Un mundo mejor es posible’. Estas palabras no son una mera elección de Ángel García, fundador de Mensajeros de la Paz, para titular la conferencia inaugural de la undécima Semana Solidaria de la UBU, sino todo lo contrario. El padre Ángel está convencido de que a pesar de los dramas que sacuden al planeta, el mundo de hoy es mejor que el de hace cien años y sostiene con firmeza que el de mañana será todavía más amable. Así lo aseguró ayer por la tarde en la sala Polisón, donde los muchos asistentes le escucharon afirmar que no solo es que haya resquicio y esperanza para hacer del mundo un lugar mejor, «sino que entre todos lo estamos haciendo: hoy hay más solidaridad que nunca».

El carismático cura asturiano que empezó su andadura creando hogares para acoger a niños procedentes de entornos en conflicto y que hoy es un referente en acción social, atendió a los medios un poco antes de pronunciar su discurso en público y subrayó que los atentados de París no le obligaron a modificar ni una coma. «Al contrario, tras estos hechos luctuosos hemos comprobado que desde el Papa hasta Estados Unidos, el mundo entero sintió como un latigazo lo ocurrido en París. Creo que la globalización de la solidaridad ya ha llegado y cualquier cosa que pase en el mundo nos preocupa a todos».

Estas declaraciones cobran  más sentido si se tiene en cuenta que en esta edición de la Semana Solidaria se pretende abordar la crisis de los refugiados, un drama en el que el fundador de Mensajeros por la Paz siguió sosteniendo el optimismo como estandarte. De hecho, al preguntarle si cree que poderosos y gobernantes están mostrando el mismo espíritu solidario ante los cientos de muertos en el camino de la emigración que ante los de la capital francesa, no pierde el espíritu conciliador del que ha hecho gala durante casi cinco décadas de trabajo por los demás, una ecuanimidad que se le reconoció con el premio Príncipe de Asturias a la Concordia en 1994, entre otros calardones. «Si quisiéramos hacer comparaciones, tendríamos que decir que los poderosos de hace uno o seis siglos eran verdaderos señores. Hoy es muy difícil que alguien se atreva a tener esclavos o a matar sin juicio. A nuestros gobernantes hay que exigirles más y, de cara a los inmigrantes, no tienen la voluntad que deberían tener, pero hemos de reconocer que son mejores que los de antes. Y no digamos los papas; cuántos hemos conocido a través de la historia que han sido nefastos y, sin embargo, a los últimos les admiramos y queremos», contestó.

De hecho, no dudó en situar a Francisco como el referente al que todos los miembros de la Iglesia, del primero al último, deben mirar para ayudar a apaciguar los ánimos en un momento tan tenso como el actual. Es más, aseguró que «la Iglesia podría ayudar si los obispos, los cardenales y los curas hicieran caso al Papa». Pero no solo. El sacerdote cree que hay otros modelos a seguir como, por ejemplo, «el próximo arzobispo de Barcelona, a quién preguntan que qué va a hacer y contesta que oír, ver y callar. Creo que la Iglesia a veces tiene que callar y, sobre todo, rezar. Pero también tiene que decir que nunca, jamás, se debe recurrir a la venganza. Los problemas no se pueden resolver con bombas y violencia».

Repercusiones

Así como este sacerdote asegura que los atentados del pasado viernes no interfieren en su creencia de que este mundo es mejor que el de ayer, sí cree que lo ocurrido en París va a repercutir en la crisis de los refugiados. «Dicen con la boca pequeña que no, pero me temo que sí. En España ya lo han estropeado algunas voces de representantes de la sociedad que decían que había que tener cuidado con los inmigrantes, por si acaso venía algún terrorista y ahora he leído en algún periódico que cuánta razón tenían que había que tener cuidado», explica, antes de matizar que «los refugiados vienen porque han matado a su familia o que escaparaon para que no los matara nadie. No tienen razón quienes quieren aprovecharse de que pasa el río por su campo».

Y de vuelta al terreno doméstico, el padre Ángel volvió a reiterar que «hay que ser optimistas» y afirmor creer que «están intentando sacarnos de la crisis y que hoy vivimos momentos más dulces, pero no todos: hay mucha gente que no puede comer más que una vez al día», concluyó.