Dedicación e ilusión por un medio ambiente mejor

Marta Blanco/ Burgos
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Mónica exempleada de Banca ha encontrado en el medio ambiente una nueva motivación para su vida. Y nos recuerda que «la naturaleza tiene memoria y nos devolverá todo lo que le hagamos»

Mónica exempleada de Banca. - Foto: Gäetan Baudoux

Por norma general la gente relaciona el voluntariado con la ayuda a personas. Sin embargo, en nuestra sociedad existen otras muchas instituciones integradas por voluntariado pero que trabajan en otros campos. Es el caso de Mónica, integrante de una fundación dedicada a la protección del medio ambiente. Desconocida por la mayoría, pero con un papel igual de importante al del resto de asociaciones.

En la actualidad atraviesa momentos difíciles por la falta de ayudas económicas, fundamentales para sacar adelante sus proyectos, y que en los últimos años se han reducido al mínimo. «Entiendo a la Administración en cuanto a los recortes, pero no creo que sepan la realidad que hay a pie de calle», explica Mónica.

La labor que desarrolla su fundación se centra en la divulgación, educación y protección del medio ambiente, y es que «es tan importante dirigirse a los niños como a las personas mayores. Es fundamental dar unas nociones básicas desde que son pequeños, de ahí nuestra intervención en los centros escolares». También desarrollan ciclos de cine y conferencias, y en ocasiones se desplazan a otras provincias. Actividades puntuales pero variadas con las que tratan de llegar a todos los públicos.

Mónica decidió hace un año entrar a formar parte activa como voluntaria. No era algo nuevo para ella, ya que anteriormente había participado en algunas de las actividades que este colectivo había organizado, además de haber formado parte de la Protectora de Animales y Plantas.

En abril de 2013 pasó a engrosar la ya de por sí extensa lista de desempleados. «Me encontré sin nada. El problema ya no era sólo la parte económica, sino también el tiempo». Qué hacer con él o plantearse lo que puede deparar el futuro pasan a ser protagonistas diarios en sus pensamientos. Llegado el momento, decidió apostar por dicha fundación ya que «sabía que necesitaban personas voluntarias, estaba concienciada sobre el problema y me gusta la temática».

El voluntariado ha cambiado su vida: «Para mí, ahora mismo, la fundación es mi salvavidas, es mi ilusión de levantarme cada día y me aporta paz mental. Prefiero salir a buscar algo que me llene y me permita seguir formándome, como es el caso. Me niego a quedarme en casa lamentándome».

«Burgos es una ciudad que recicla, lo que se debe en parte a la colaboración que desde hace años existe entre la fundación y el Ayuntamiento y a las facilidades existentes. La perfección no existe y queda mucho por andar, pero vamos por el buen camino», concluye Mónica.