Una infección de los perros paraliza el GREM por primera vez en su historia

I. Elices / Burgos
-

Los animales de la Unidad Canina de Salvamento sufren la 'tos de las perreras' y están muy débiles. Los cachorros corren riesgo de morir. En 15 días podría restablecerse el servicio

Álvaro Martínez da de comer a uno de los cachorros en la casa de una compañera. - Foto: Alberto Rodrigo

Los perros son su principal herramienta. Sin ellos, la Unidad Canina de Salvamento del Grupo de Rescate Espeleológico y de Montaña (GREM) no puede iniciar la búsqueda de ninguna persona desaparecida ni intervenir en eventuales catástrofes para encontrar supervivientes. Tras 18 años de historia sus responsables se han visto obligados interrumpir de manera provisional el servicio y así se lo comunicaron ayer a la Agencia de Protección Civil de Castilla y León y al 112. ¿Cuál es el motivo? Que la mayor parte de los animales con que cuenta en la actualidad ha contraído la ‘tos de las perreras’, una traqueobronquitis infecciosa, cuyos síntomas son la inflamación de las amígdalas, esputos y fiebres altísimas, que debilitan sobremanera a los canes.

Álvaro Martínez, responsable del GREM, se mostraba ayer muy apesadumbrado. Por dos razones. La primera, porque «la vida de algunos de los cachorros corre peligro». Y en segundo lugar, porque  «jamás» el grupo «había dejado de ser operativo en sus 18 años de existencia». En todo caso, según sus cálculos, «en 15 días» el servicio podría estar de nuevo activado. No hay que olvidar que su ámbito de actuación es toda Castilla yLeón y que en ocasiones ha participado en labores de rescate lejos de España.

En la actualidad este colectivo de voluntarios -que funciona gracias a las subvenciones de las administraciones, cada vez más exiguas- dispone de 22 perros, 10 de ellos cachorros de pastor belga malinois, una de las especies que más se utilizan para el rastreo, tanto de personas desaparecidas, como de drogas, dinero o explosivos. Una de las integrantes del grupo  ha trasladado a estas crías desde  las instalaciones de Villafría hasta su domicilio en Castrillo del Val, «con el fin de concederles toda la atención posible».

De hecho, varios de los voluntarios del GREM se han mudado estos días hasta ese domicilio con el fin de hacer turnos de asistencia a los animales, «que necesitan comer cada media hora y estar sometidos a una vigilancia permanente». «Les damos unas pastas de proteína, que denominamos avellanas, y que han de ser ingeridas cada 20 minutos o media hora, incluso por la noche», explica Martínez. De ahí que durante las 24 horas del día alguno de los cuidadores tenga que estar despierto.

Los perros adultos, cuya vida en principio no corre peligro, «están muy débiles». Hay dos, admite Martínez, cuyo estado «no es grave». Pero con esos canes «no se podría emprender una búsqueda por el monte ni por ningún sitio, ya que implicaría un gran esfuerzo de resistencia que en este momento quizá no pudieran sobrellevar».

Para detener el avance de la enfermedad «el veterinario lo ha intentado con vacunas, pero han resultado ineficaces». La tos de las perreras es «altamente infecciosa» y, aunque el GREM ya se ha enfrentado a ella en otras ocasiones, «nunca había resultado tan dañina», admite Martínez, quien revela estar muy intrigado «sobre el origen de este brote».

Los cachorros, que son los que corren más riesgo de morir, «todavía no efectuaban labores de búsqueda, pero son recambio» de los actuales rastreadores.

Álvaro Martínez llama la atención sobre «el elevado coste» del veterinario y de los fármacos que necesitan para el tratamiento de los animales, «en un momento además en que las ayudas han bajado muchísimo». Es más, estos días que suelen aprovechar para vender lotería de Navidad, a fin de financiarse, no pueden hacerlo porque han de cuidar a los perros enfermos.