Palabras que sanan

Angélica González / Burgos
-

Julio Ajo, usuario de Cáritas, presenta hoy su libro 'Mis sueños', con el que ha espantado los fantasmas de una vida de alcohol y calle

Se encuentra regular de salud pero muy orgulloso de llevar ya siete meses en el dique seco después de años de adicción a la bebida y otras sustancias. Julio Ajo, originario de un pueblo de Segovia y que ha encontrado en Cáritas de Burgos la balsa que le hacía falta para no ahogarse, presenta esta tarde en el Teatro Principal (a las 20 horas) su libro Mis sueños, una serie de poemas que le han ayudado a salir del pozo donde se encontraba. Editado por Monte Carmelo y con el apoyo de la Fundación Alter, en esta obra Ajo vuelca todos los sentimientos que le acompañan desde que dio la vuelta a su vida. «Escribir me ayuda, me impulsa, tengo ideas y las esculpo, hago como los escultores».

Cuenta que ha vivido en la calle y que ha viajado «más que Marco Polo porque llevaba una vida de hippie, de porrillos, LSD, de fumar heroína, de tocar la guitarra, vivía a tope, vivía acelerado...». Para corroborar su pasado muestra una muñeca llena de pulseras de colores y de cuero, eco de esa época de ir de un lado para otro. Ahora es todo distinto. Comparte piso con varios compañeros y vive de una pequeña pensión. Los trabajadores de Cáritas -sobre todo David Alonso, con el que quería salir en la foto a toda costa- velan por él, controlan sus visitas médicas y se ocupan de que siempre esté bien atendido y acompañado. Y Julio, a cambio, comparte su experiencia en distintos colegios de la capital avisando a los chavales, sobre todo a los adolescentes, de los peligros que corren si dicen que sí a fumarse el primer porro.

«Les cuento la realidad de las cosas. Que hagan su vida como una casa con buenos cimientos, con dos sacos de cemento mejor que uno. Les advierto del riesgo del botellón y les digo que siempre tengan cuidado, mi psicología callejera me dice que siempre hay un líder, un jefecillo que les anima a los demás a fumar y les advierto frente a ellos», explica. Los críos reciben muy bien sus charlas y le preguntan muchas cosas, «sobre todo de cómo empecé y yo les explico que tengan mucho cuidado porque si tonteas con las drogas antes de que te des cuenta ya estás enganchado».

Es de una sinceridad tremenda. Afirma, rotundo, que el vacío que sentía lo llenaba de alcohol, «pero no de cualquier vino barato sino de Cardhu». Ahora hace lo mismo pero con la escritura y las amistades, lo que hace que se sienta feliz: «Estoy bien, tengo muchos días malos, como todo el mundo, pero también muchos en los que soy feliz».

Y la de hoy será una de esas jornadas en la que las cosas van de cara, en las que Julio Ajo estará feliz, acompañado de muchos amigos en la presentación de su libro en el Teatro Principal, el mismo sitio en el que lo hacen los grandes autores. «Cuando vi impreso el libro me hizo mucha ilusión y he tenido suerte porque ha habido mucha gente que ha apostado por mí. Estoy muy contento, sobre todo por mis padres, que son muy mayores y están encantados de que me haya recuperado».