Sagrados Corazones atesora una colección de 25.000 libros de los siglos XVI al XIX

Raúl Canales / Miranda
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En el fondo bibliográfico del convento destacan las numerosas obras de contenido científico, algunas únicas en España, que trajeron los religiosos franceses y alemanes

En grandes estanterías de madera, ordenados meticulosamente a la espera de que algún estudiante los rescate de su olvido en busca del dato que le permita completar su tesis, aguardan los miles de ejemplares que componen uno de los mayores patrimonios culturales de la ciudad: la biblioteca de Sagrados Corazones, en la que se aglutinan más de 25.000 libros publicados entre los siglos XVI y XIX, lo que convierte al recinto en uno de los más importante de estas características de todo el país.

Y su valor podría ser incalculable si no se hubieran perdido las obras que durante más de cinco siglos reunieron los monjes franciscanos, pero cuando los religiosos de los Sagrados Corazones llegaron a Miranda en 1880 encontraron un convento en ruinas tras medio siglo de abandono, y de la biblioteca apenas quedaban contados ejemplares. Un incendio había arrasado años atrás con la mayoría y el resto se encontraba en paradero desconocido después de la desamortización de Mendizabal.

La nueva congregación no tardó en dotar al lugar de nuevos fondos. El convento se convirtió en un centro formativo de referencia al que acudían religiosos de todo el continente, especialmente franceses y alemanes, que trajeron en primicia innumerables publicaciones que ya se empleaban en la enseñanza de sus países y cuyo uso en España no se extendería hasta muchas décadas después.  Esta situación propició la particularidad que distingue a la bilblioteca mirandesa, ya que además de una excelsa colección de  temática religiosa cuenta con un destacado contenido científico, «con ejemplares únicos o muy raros en otras bibliotecas nacionales», asegura el padre Aurelio, quien destaca la «innovadora metodología didáctica» que introdujo la congregación con contenidos muy avanzados para la época.

El recinto rezuma historia. Solo con el olor a libro que se percibe desde la puerta el visitante ya se hace una idea de lo que se va a encontrar, y la primera imagen tras cruzar el umbral confirma el presagio. Ante el museo que se despliega ante nuestros ojos resulta imposible no permanecer unos segundos en silencio y reflexionar sobre la acertada cita que decora una de las paredes: la lectura permite mantener una conversación con las personas más destacadas del pasado.

Pergaminos y grabados

 

La biblioteca de Sagrados Corazones hace tiempo que dejó de tener uso didáctico para los alumnos del colegio por lo que durante el año únicamente recibe visitas aisladas de quienes precisan una consulta rápida para completar alguna investigación.

Sin embargo este fin de semana el recinto se ha quedado pequeño para acoger a quienes han participado de las visitas guiadas programadas con motivo del Día del Libro. El éxito de la iniciativa lleva al padre Aurelio a plantearse repetir la experiencia en el futuro aunque recuerda que «no prestamos libros pero cuando alguien nos pide consultar algo en el archivo, siempre estamos a su disposición».

La composición de la biblioteca es la original. «Entre los primeros religiosos que llegaron había un albañil que reconstruyó las bóvedas y un carpintero que se encargó de las estanterías», explica el padre Aurelio. La distribución de los ejemplares sigue un criterio estético, que además favorece su conservación porque «cuando todos los de la fila tienen un tamaño similar no se doblan y se deterioran menos».

La búsqueda es sencilla, ya que cada obra tiene una ficha que determina su localización, y todas están incluidas en el Catálogo Colectivo de Patrimonio Bibliográfico (CCPB). Sobre la mesa hoy se encuentran los ejemplares más destacados. Por antigüedad, el más viejo de la colección es uno de las Fábulas de Esopo, escrito en latín y griego y que data de 1542, un libro del que no existe registro que exista otro igual en España. A su lado se encuentra una guía para curas, uno de los pocos ejemplares que se conservan de la etapa franciscana, y en la mesa central se despliega uno de los tomos de la Enciclopedia de Anatomía con litografías pioneras para su época.

No hay incunables, pero resulta imposible no detener la mirada en los más de 700 pergaminos, en los libros con cubiertas gofradas o en los de madera, como unas Simodales de Burgos. Y eso que la joya de la colección ha sido cedida al convento que la congregación tiene en El Escorial. Se trata de una Biblia políglota complutense, «una edición impresa en Amberes y contemporánea al Cardenal Cisneros».

En contrapartida, la biblioteca también ha incorporado fondos ya que en la última década todos los libros del siglo XIX que estaban en otras bibliotecas y colegios de la congregación han sido trasladados a Miranda, por lo que ha sido necesario ampliar las instalaciones y colocar estanterías en la zona del coro de la iglesia.

Como en cualquier biblioteca que se precie no puede faltar el Quijote, en la de Sagrados Corazones hay más de una edición. La más atractiva, una que consta de seis tomos publicados en Francia en 1825 y de la que solo hay otras dos iguales (Valencia y RAE). La a obra perteneció a un interno de Poza de la Sal que decidió recientemente donarla para que regresara a su lugar de origen, ya que él la había recibido como regalo de un religioso  cuando tuvo que abandonar el convento durante la Guerra Civil.