Un camión de cerdos vuelca y su carga se desperdiga por el monte

I.M.L. / Aranda
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El siniestro, sin consecuencias personales, provocó una ralentización del tráfico en la N-1, en la rotonda de Costaján, durante las más de tres horas que se tardó en despejar la cuneta

Los animales que no sufrieron heridas se alejaron del camión para aprovechar la cercanía del monte para pastar. - Foto: DB

Ni un despiste, ni exceso de velocidad, ni problemas de visibilidad. Ninguno de estos supuestos fueron ayer los culpables de un accidente que se registró pasadas las 10 de la mañana en el kilómetro 160 de la antigua N-1. Los culpables fueron más de 200 cerdos que viajaban desde Segovia hacia Burgos, camino del matadero.

El camión que les transportaba tomó en ese punto de la carretera una rotonda que, al parecer, tiene un diámetro algo escaso para transportes de este volumen ya que el camión articulado no pudo completar el trazado y el peso de la carga que transportaba provocó el vuelco del vehículo, que quedó tumbado sobre la cuneta y ocupando parte de uno de los carriles de la rotonda.

Hasta el lugar de los hechos se trasladaron varias dotaciones de la Guardia Civil y una ambulancia del servicio de emergencias 112, que atendieron inmediatamente al conductor del camión, que fue trasladado al Hospital de los Santos Reyes ante la sospecha de que, debido al golpe, pudiera tener alguna fractura costal que no se apreciase a simple vista. Afortunadamente, tras realizarles algunas pruebas en el centro hospitalario comarcal se descartaba esta posibilidad, por lo que el chófer sufría sólo heridas leves.

Mientras, en el lugar del accidente, las labores se centraban en controlar a los animales que había escapado del camión y que, atraídos por el pasto fresco y verde que ofrecía el monte de encinas limítrofe a la carretera. Por este enclave se fueron desperdigando más de una veintena de puercos y, mientras unos se quedaban junto a un camino cercano, otros se aventuraban a meterme más entre la espesura de los árboles y arbustos, lo que obligaba a controlarlos de manera muy directa para evitar que ningún animal se perdiese entre la maleza.

En menos de tres cuartos de hora desde que se diese aviso del accidente, otro camión para el transporte de animales vivos se desplazó hasta el lugar para colaborar en las labores de traslado de los cerdos del vehículo siniestrado al remolque del que acababa de llegar y, así, dejar la calzada despejada lo antes posible para la normalización del tráfico en el lugar.

Las labores de vaciado del vehículo accidentado fueron arduas, sobre todo para obligar a los animales que no sufrían graves heridas a salir del mismo. Mientras, los gorrinos heridos que no podían moverse seguían sufriendo los golpes de sus compañeros al salir berreando del camión. Entre la estructura del remolque se intuían cuáles eran los que estaban peor y cuáles podrían salvarse, pero para asegurarse había en el lugar de los hechos un veterinario de la Junta de Castilla y León para certificar qué animales habían muerto para trasladarles en un transporte especial. El número de cochinos que murieron en el accidente no fue facilitado, pero se estima que es muy elevado ya que los animales que viajaban en la parte inferior del remolque no berreaban, por lo que se temía lo peor.

Con los animales vivos agrupados, fueron subiendo al remolque nuevo para continuar su interrumpido viaje.