«A veces me pregunto si esto llega tarde, pero enseguida me rehago y pienso que no hay que echarse atrás, que es el momento de hacerlo, porque yo no tengo mañana, hace mucho que no tengo mañana». La voz de Julia Ferrero es muy dulce, suena totalmente serena -a pesar de la carga de profundidad que llevan estas palabras-, pero también un punto cansada, como fatigados parecen sus ojos, en los que, a pesar de todo, brilla una chispa de humor y de ironía, herramientas que le resultan indispensables para no caer en un desaliento que sería tan lógico como humano. Julia tiene 50 años y en 2002 le diagnosticaron una esclerosis múltiple que en los últimos tiempos ha avanzado de una manera devastadora. Ahora, un dispositivo (Itongue) puede mejorar su calidad de vida...Más en la edición impresa.