Alonso dona los 5.400 euros ganados de concejal a la Fundación Mayo Rey

A.R. / Burgos
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El portavoz de UPyD entrega el sueldo que ha percibido en los 6 meses que lleva en el Ayuntamiento a un proyecto de un hospital en Camerún. Lo conoció a través de su dentista

Roberto Alonso (i.) junto al fundador de Mayo Rey, Emilio Sastre, muestra el papel con la cuantía concreta. - Foto: DB/Ángel Ayala

¡Es una pena que el portavoz municipal de Unión, Progreso y Democracia (UPyD), Roberto Alonso, no sea uno de los siete concejales con dedicación exclusiva que tiene el Ayuntamiento de Burgos: cinco el PP y dos el PSOE! Y es que en ese caso seguramente la opinión pública entendería mejor la decisión que en su día pactaron los dos partidos mayoritarios -a espaldas de UPyD e IU- de incrementar  en cuatro el número de ediles liberados respecto a la anterior legislatura. ¿Y por qué si Alonso fuera uno de ellos se digeriría mejor, se preguntarán? Porque, tal y como adelantó él mismo hace unos meses en estas mismas páginas, va a donar los honorarios que reciba durante este mandato a cuatro ONG o fundaciones cuya labor social y humanitaria esté «sobradamente acreditada».

La primera beneficiada por su gesto es la Fundación Hospital Mayo Rey,  impulsada en 1998 por el médico burgalés Emilio Sastre, y que ha construido un centro sanitario en la población de Rey Bouba, en la provincia de Garoua (Camerún). A esta entidad ha entregado Alonso los primeros 5.464 euros (5.576 euros brutos) que ha ganado desde que tomó posesión de su acta de concejal el pasado 11 de junio.

«Todos los políticos tienen pleno derecho a vivir de la actividad política honestamente, pero también todos los políticos podemos hacer con nuestro dinero lo que creamos conveniente», contesta Alonso a quienes han criticado su decisión calificándola como «populista». Además, recuerda que él ha trabajado durante siete años como presidente de la FAE (es el propietario de la empresa Ferroplás) «de manera gratuita por la sociedad burgalesa y el mundo empresarial» y que ahora quería seguir haciéndolo. «Cada uno hace con su dinero lo que quiere», insiste, tajante, y advierte que «mi decisión no tiene por qué ser imitada por nadie ni mi intención es reprochar nada a quienes no lo hacen».

Respecto a la elección de la Fundación Hospital Mayo Rey, reconoce que la conoció a través de su odontóloga, Elena Arnaiz. «Sentado en la silla de la consulta vi en una pantalla a mi dentista haciendo extracciones en África y me informé sobre este proyecto. Me di cuenta de que estaba muy consolidado y que merece todos los apoyos que podamos prestarle». Además, resalta la importancia de que sea «transparente, que no tiene gastos administrativos y que todo lo que se dona llega directamente a África».

¿Excepcional?

Alonso quita hierro a su decisión y considera que no es «excepcional», aunque lo cierto es que sí lo es en el ámbito político. Él pone como ejemplo a Emilio Sastre, que ha conseguido durante todos estos años que muchos profesionales del ámbito sanitario viajen hasta Rey Bouba para aportar su granito de arena profesional.

¿Y a qué van a destinar en la fundación esos más de 5.400 euros? Emilio Sastre explica que van a comprar un ecógrafo (han pedido una subvención a Caja de Burgos para este mismo fin, pero no saben cuánto les van a dar) y, por tanto, podríamos dedicar una parte de ese dinero a pagarlo. Si no, podríamos comprar un respirador, puesto que Alonso les da «absoluta libertad» conforme a sus necesidades.

«Estoy sorprendidísimo. Es un gesto muy generoso y muy poco habitual», reconoce Sastre a propósito del paso dado por el concejal de UPyD. «Y es especialmente reseñable, además, en un momento como éste. Porque nosotros hemos llegado en época de vacas flacas», resalta.  

A partir de ahora, lo ideal sería que ahora Roberto Alonso tuviera la oportunidad de conocer este rincón de África en el que ha materializado su generosidad. «No he estado nunca y me gustaría tener esa experiencia, aunque la salud no es mi fuerte», recuerda, al tiempo que reconoce que le preocupa el hecho de que haya que ponerse varias vacunas. «Nosotros encantados de que vayas», le responde Sastre, y le tranquiliza diciéndole que no son tantas vacunas: «Solo hay una imprescindible: la de la fiebre amarilla y hay que tomar medicación diaria para el paludismo». Quizá pueda formar parte del próximo viaje. «Y no iría como turista... porque soy maestro industrial electricista», revela.