Silencio se rueda

I.M.L. / La Vid
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Se cumplen 25 años de la grabación en la iglesia de Santa María de La Vid de la película 'Los alegres pícaros'

na de las capillas de la iglesia de Santa María de La Vid fue el escenario escogido para rodar una de las secuencias de la película. - Foto: Florentino Lara

Los vecinos de la pequeña localidad de La Vid, creada a la sombra del monasterio agustino de Santa María de La Vid y poblada con aquellos que residían en Linares cuando se construyó el pantano, saben muy bien lo que es tener cerca el rodaje de una película. No poco directores han escogido los muros de piedra del cenobio como escenario natural para sus localizaciones. Pero hay una grabación que, a pesar de que fue corta en el tiempo, dejó un recuerdo imborrable en la gran mayoría de los habitantes de este municipio.

Acaban de cumplirse las bodas de plata del rodaje en la iglesia monástica de Los alegres pícaros, o I pícari como se estrenó en Italia. Una producción italiana que tenía a Vittorio Gassman como uno de los protagonistas principales y de más renombre entre el elenco de artistas. Se trata de una historia inspirada en la picaresca española en la que el galán italiano interpreta a un noble venido a menos que tiene que recurrir al engaño para poder comer, aunque siempre guarda las apariencias.

La razón de que los vecinos de La Vid recuerden bien este rodaje es que la gran mayoría de ellos participaron en los trabajos de grabación como extras, algo poco habitual en otros trabajos cinematográficos que han pasado por allí porque, como uno de esos extras, Alberto Iglesias, apunta, «los rodajes suelen hacerse con gente que traen de otros sitios, de Madrid, de Valladolid o, incluso, de Aranda». Sin embargo, en mayo de 1987, el equipo de producción de esta película se presentó en La Vid pidiendo extras a cambio de cobrar una paga por los dos días de rodaje, que ascendía a 5.000 pesetas por día. Un ingreso atractivo que, junto con la ilusión de participar en una película, hizo que mucha gente se apuntase al casting.

 «Necesitaban todo tipo de personajes y, según éramos cada uno, nos escogían para una cosa o para otra», recuerda Alberto, que ahora es el alcalde de La Vid y que por aquel entonces era un joven estudiante. Entre los vecinos caracterizaron a monjas, nobles, hidalgos, mendigos, niños ricos y pobres,... Con el alto número de extras que se contrataron en La Vid, si se paseaba por sus calles en los descansos del rodaje era como haber viajado en el tiempo porque el viandante podía cruzarse con cualquier personaje de la picaresca española.

Fieles a reflejar la actualidad de la provincia burgalesa, Diario de Burgos dio cumplida cuenta del rodaje de esta película en tierras ribereñas. En su edición del 25 de mayo, este rotativo publicó en portada la presencia del equipo cinematográfico en La Vid. La información especifica que Vittorio Gassman no estuvo en estos dos días de trabajo, aunque los vecinos no lo recuerdan de esa forma. «Estábamos en la iglesia y el italiano estaba intentando enamorar a una monja joven y, mientras, nosotros estábamos por allí, haciendo bulto», explica Antonino Peña, otro de los vecinos que participó en la película. Y cuando Antonino se refiere a «el italiano» quiere decir Vittorio Gassman.

Amnesia colectiva

La Vid no fue la única localidad ribereña que acogió parte del rodaje de esta película, ya que Peñaranda de Duero también estaba en el plan del equipo de localización de escenarios. Esta localidad también es una de las más cinematográficas de la provincia pero, debido al paso del tiempo, los vecinos de la localidad ya no recuerdan nada de aquellos días. Probablemente, el rodaje se llevase a cabo exclusivamente en el interior del Palacio de Avellaneda, lo que hizo que los vecinos no participasen de forma activa en las escenas. «Nosotros, unos cuantos de La Vid, nos bajamos a Peñaranda a ver si querían extras, para ganarnos unos duros más, y nos dijeron que no hacía falta, que allí donde iban a molestar cogían a los extras», nos cuenta Antonino.

Del resultado de la película, los habitantes de La Vid tampoco tienen muchos recuerdos. Unos, como es el caso de Alberto, tienen la vaga idea de haberla visto en televisión; otros, como Antonino, ni siquiera llegaron a verla. Lo cierto es que esta producción italiana no tuvo mucho predicamento en las salas españolas, ni en las fonotecas, ya que ni siquiera existe una copia de ella en la biblioteca de Aranda. Seguramente queden más recuerdos de ella en otros puntos de España donde también se realizaron localizaciones, como la burgalesa Covarrubias, donde el paso del equipo cinematográfico también fue efímero, la Alberca salmantina, Toledo, Campo de Criptana, Valladolid y Cáceres.