Se acabó el rincón del vago en la UBU

Gadea G. Ubierna / Burgos
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La Universidad compra el equipo antiplagio que ha probado desde septiembre. Compara textos depositados en su plataforma virtual con bibliografía, internet y otros trabajos

Hace ya varios años que la Universidad tomó medidas para controlar la copia y el fraude en los exámenes por escrito. - Foto: Valdivielso

El cumplir con un encargo universitario a partir de páginas de internet como ‘el rincón del vago’ (en la que se cuelgan miles de ficheros con apuntes, monografías y trabajos varios desde hace lustros para ‘facilitarle’ la vida al universitario) o mediante la vieja táctica de copiar lo realizado por compañeros de cursos anteriores y adornarlo un poco antes de entregarlo tiene los días contados en la Universidad de Burgos. El equipo rectoral, con el apoyo de la comisión docente, ha acordado por unanimidad comprar e instalar una tecnología específica para combatir el fraude que funcionará a pleno rendimiento a partir del próximo enero. Este software, de nombre Ephorus, está en período de prueba desde septiembre y, según afirma el vicerrector de Ordenación Académica, Manuel Pérez Mateos, la opinión de todo aquel que ha medido su eficacia es «muy buena, muy favorable: los profesores están muy contentos».

Estas primeras y muy positivas valoraciones han sido determinantes para que la Universidad se decida a invertir en los próximos tres años alrededor de 7.200 euros en la contratación de esta tecnología, que no se ha diseñado en específico para la UBU, sino para varios Campus adscritos a la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) y que ahora obtienen descuento en la contratación.

La UBUya ha dado este paso y eso significa que todo aquel que deposite un documento en la plataforma virtual con la que trabaja la Universidad (UBUvirtual) tiene que ser consciente de que en cuanto el profesor lo abra, podrá comprobar de forma automática los niveles de coincidencia de ese texto con los recomendados en la bibliografía, internet y otros trabajos colgados en la intranet universitaria. El sistema permite ir generando una base de datos propia con trabajos y documentos, de manera que cada vez haya más textos con los que comparar las nuevas tareas encargadas a los alumnos. Otra opción ya disponible para el profesor es la de comprobar, de manera automática, si las citas introducidas por los estudiantes hacen referencia a los autores o si son fraude. «Se automatiza de una manera muy intuitiva y cómoda para el profesor, que a partir de determinados niveles de coincidencia puede determinar con facilidad si ha habido plagio», apunta Mateos.

Y esa es, precisamente, la cuestión que está ahora en el aire: ¿A partir de qué porcentaje de coincidencia se determina que el alumno ha cometido fraude? «Para determinar eso necesitamos tiempo, hay que verlo caso a caso», contesta Pérez Mateos, explicando que el sistema puede alertar de un porcentaje de coincidencia del 95% que tras el análisis del profesor responsable, sea muy inferior porque la mayor parte de las citas fuesen legítimas; es decir, atribuidas a su autor. «La labor de corrección no cambia, se requiere de la intervención del profesor, que debe leer y estudiar los porcentajes de coincidencia y la fuente», continúa el responsable de Ordenación Académica.

castigo. Otra materia que está en fase de ‘análisis’ es la de qué castigo aplicar a quienes cometan fraude contrastado en cualquiera de los trabajos que se le encomienden. Pérez Mateos recuerda en este sentido que la Universidad no tiene capacidad legal para establecer sanciones a imponer, dado que debe regirse por la normativa de ámbito nacional existente -«y muy anticuada, por cierto», apunta el vicerrector- pero sí tiene la potestad de regular procedimientos y dirimir cuándo se está cometiendo una falta leve y cuándo es grave o menos leve.

Los primeros meses de pruebas no han sido suficiente para determinar cuán habituados están los alumnos burgaleses al plagio o, al menos, eso es lo que explica Pérez Mateos al indicar que «todavía es pronto para hacer valoraciones o dar estadísticas». Y también es cierto que no todos los profesores han medido la eficacia de Ephorus en estos primeros meses. «Lo que sí que es cierto es que en la Universidad de Burgos existía preocupación y tenemos mucho interés en que no se cometa fraude. Las nuevas tecnologías ofrecen nuevas posibilidades en este sentido y es a través de las nuevas tecnologías como hay que combatirlo», zanja el responsable de Ordenación Académica.

Por el momento, la Universidad burgalesase compromete a hacer uso de este equipo durante tres años, un período en el que se le hace precio especial por adquirirlo a través de la CRUE: 40% de descuento en 2015, 20% en 2016 e importe íntegro por la anualidad (4.500 euros) en 2017. Y si todo va según lo esperado, entonces se renovará.