La Arandina llora su descalabro en Olot (5-1)

valentín garcía / olot
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MALA PRIMERA PARTE El equipo de Zapatera estuvo frágil en defensa y falto de intensidad, lo que le valió encajar un primer gol en el minuto cuatro

Una estampa que muestra a varios jugadores de la Arandina abatidos por el resultado final de verse sin el deseado ascenso a Segunda B. - Foto: Julio Calvo

 
La Arandina no merecía un revés tan duro para cerrar una buena temporada que no ha sabido o podido rematar adecuadamente. Salió goleada de Olot. Excesivo castigo para un conjunto que solo ha perdido un partido en el play off de ascenso, el más importante, el que decidió prorrogar su presencia en Tercera División.
Es difícil precisar si el Olot fue mejor, si la Arandina fue peor o si coincidieron ambas situaciones. Es evidente que el equipo catalán que compareció ayer para certificar su ascenso a Segunda B fue muy fiel a su libro de estilo. Y la Arandina se alejó mucho de los valores y virtudes que le han llevado a disputar la final de la fase de ascenso. En esa distancia residió el resultado final, tanto como que, en un partido como el de Olot, sin margen ya para rectificar errores, los estados de ánimo desempeñaron un papel esencial.
No hay que buscar excusas pero sí explicaciones que permitan hacer más fuerte el próximo proyecto. No puede ser casualidad que los únicos apuros de la Arandina esta temporada han tenido su base en las bajas. La de Cristian en defensa ha sido de tal magnitud que ha generado un ‘efecto dominó’ en todo el equipo. Hasta entonces, cada pieza había encajado perfectamente y el equipo se había movido con una precisión perfecta. Desde que Cristian desapareció de las alineaciones, la Arandina se ha movido con una inseguridad defensiva que probablemente le hay costado el ascenso.
Ayer, en Olot, reiteró su mismo arranque deficitario del partido de ida en El Montecillo. Solo que esta vez no valió el recurso de la épica porque no siempre da los resultados esperados. Siempre es un recurso a la desesperada y ayer lo fue.
La fragilidad en defensa y la falta de intensidad fueron lastres difíciles de asumir en un flojo primer tiempo de la Arandina. Encajó el primer gol a los cuatro minutos. Golpe difícil de encajar cuando enfrente había un rival cuya principal virtud era su eficacia en el área. No tardó en demostrarlo.
La Arandina no aparecía en ataque más allá de la línea de res cuartos del campo del Olot. Un par de aproximaciones de Gustavo y Niche fueron meras advertencias. El equipo catalán llegaba más y con más peligro a las inmediaciones del área ribereña. En un solo minuto, el treinta y siete, dos goles más. El segundo, fruto de una pérdida de balón en el vértice del área que Carlos Martínez tradujo en su segundo gol. El tercero con una falta previa sobre Dela que un desafortunadísimo árbitro no interpretó como tal. Raúl puso el 3-0 y hundió a una Arandina que, con desesperación, urgía acceder al descaso para no desangrarse más.
En la segunda parte, la contundencia del resultado generó obligaciones en la Arandina y acarreó consecuencias. En lo primero, acertó asumiendo riesgos porque asumió la posesión del balón. No tanto el dominio del partido porque, con espacios, el Olot generó mucho peligro.
Gustavo hizo el 3-1 con tiempo suficiente como para que la Arandina se hiciera respetar pero, en el siguiente ataque, una contra puso el 4-1.
Incluso con un resultado tan adverso, y ya en un partido roto, la Arandina pudo soñar con la utopía. Le faltó ser eficaz en el área, zona el la que el Olot volvió a ser letal con un quinto gol de Edile.