«Parecía un terremoto, salimos corriendo entre el polvo»

I.E.
-

Enrique y Ariadna, residentes en el número 47 -que quedó derruido- relatan cómo perdían el suelo cuando huían y la preocupación por lo que había sido de N.S., la joven atrapada

Enrique Mejías dormía junto a su novia, Ariadna, en la primera planta del número 45 de la segunda manzana de la Barriada Inmaculada. Notó como un «terremoto» y que «todo se movía», recordaba ayer momentos después de la explosión. «Todo se nos cayó encima y le dije a Ariadna que corriera, que había que salir de allí pitando», señalaba. No era para menos, la explosión de la casa de al lado se había llevado consigo el inmueble en el que vivían los dos jóvenes. Y a ellos les había pillado dentro. Una gran polvareda invadió la escena, lo cual les impedía prácticamente verse las caras. «Empezamos a gritarnos para ver dónde estábamos y para irnos rápidamente de allí», indica. Pero no eran los únicos residentes. Una hermana de su novia también descansaba en una dependencia de la primera planta, pero «no había ni rastro de la habitación, el suelo y el tejado se habían hundido». «La llamamos pero o no respondía o no la oíamos, fueron unos momentos angustiosos», rememoraba.

César, trabajador de mantenimiento de calderas para la empresa Activais, se hallaba muy cerca del lugar de la explosión, en el número 81 de la Barriada Inmaculada. Nadie como él para saber del peligro de aproximarse a una zona donde se produce un escape de gas. Al salir del domicilio en el que se hallaba acudió corriendo a las casas que ya se habían venido abajo. Oyó un ruido que rápidamente identificó con una fuga de gas. De modo que gritó a todos los vecinos que «se alejaran» de allí, porque «todo podía saltar por los aires». Le hicieron caso. Poco después llegaban la Policía Nacional y la Local para acordonar el perímetro.

 

[más información en la edición impresa]