Varios ataques en Alepo dejan más de 50 muertos y desafían la tregua

AGENCIAS
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Una treintena de personas fallece en un bombardeo sobre un hospital rebelde durante una cadena de ofensivas llevada a cabo en barrios bajo control del régimen y de la insurgencia

 

 
A pesar de la aceptación de un alto el fuego el pasado febrero en Siria por ambas partes, el conflicto no ha cesado en ningún momento y los combates se han sucedido en el país en mayor o menor medida. Pero ayer hubo un estallido de violencia que hizo tambalear la frágil tregua tras varios bombardeos aéreos y de artillería en la ciudad de Alepo, la mayor del norte de la nación árabe, en los que murieron al menos 57 personas.
Sin que al cierre de esta edición se conociera la autoría de los ataques, lo cierto es que los combates entre las fuerzas gubernamentales, apoyadas por la aviación rusa, y los rebeldes se han intensificado en los últimos días, por lo que no se descarta que cualquiera de los bandos pueda estar detrás de las matanzas.
Según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, uno de los bombardeos alcanzó un hospital controlado por los insurgentes en el barrio de Al Sukari, en una ofensiva con al menos 27 fallecidos, entre ellos tres niños, así como el último pediatra que quedaba en la zona.
La oposición acusó al régimen de Bachar al Asad y a sus aliados de Moscú de la matanza, si bien estos rechazaron haber participado en dicha actuación.
Según los equipos de rescate, el bombardeo alcanzó también algunos edificios cercanos en los que se encontraba alojado personal sanitario y a última hora de la noche permanecían personas desaparecidas bajo los escombros, lo que hacía temer que la cifra de muertos aumentase.
Horas después de este ataque se produjo otra decena de actuaciones similares, en las que, según el organismo activista, perdió la vida una treintena de personas.
Alepo está dividida en dos zonas, una controlada por los rebeldes y otra por las fuerzas de Damasco. Ambas fueron objeto de ataques, por lo que se estima que sendos bandos estarían implicados en esta espiral de violencia que, realmente, es una continuación del repunte de las hostilidades registrado en los últimos días en esta localidad, donde han muerto más de 200 civiles desde el pasado 22 de abril.
La reacción no se hizo esperar y la ONU descartó que el bombardeo contra el hospital, en el que colaboraba Médicos Sin Fronteras, fuese «un error» y sostuvo que se trata de «un crimen de guerra», si bien no se aventuró a señalar la autoría.
Estados Unidos sí lo hizo, atribuyéndosela al régimen de Al Asad, urgiendo a Moscú a usar su influencia sobre Damasco para cesar estos «ataques sin sentido», según apuntó la Casa Blanca.
Sin embargo, desde el Kremlin apuntaron a que la coalición internacional liderada por EEUU estaría detrás de dicho ataque, mientras que el Gobierno sirio negó cualquier implicación en esa actuación, lamentando «el derramamiento de sangre siria» y acusando a «los terroristas», nombre con el que las autoridades se refieren a la insurgencia, de haberla cometido. Además, señaló que las acusaciones contra el Ejército «no son más que un intento de encubrir los asesinatos» cometidos por los rebeldes «contra los civiles».