Una funeraria se niega a vestir a una persona porque murió de sida

Angélica González / Burgos
-

La familia se sintió ofendida por la discriminación y el Comité Ciudadano considera que fue una vejación y que es «increíble» que haya aún tanto desconocimiento sobre la enfermedad

 
Una funeraria de la ciudad se negó hace dos meses a vestir a una persona fallecida porque la causa de la muerte fue el sida. La familia ha denunciado esta situación al Comité Ciudadano Anti-Sida de Burgos, entidad que considera que esta actitud supuso una vejación y una discriminación «intolerables». Su presidente, José Antonio Noguero, explicó a este periódico que es «increíble» que exista aún tanto desconocimiento sobre cómo se transmite la enfermedad. 
Fuentes de la familia contaron a DB que en el mismo momento en el que una empleada del tanatorio leyó la causa de la muerte en el certificado de defunción se les anunció que la persona no iba a ser vestida por personal de la empresa. «Nos quedamos atónitos y pedimos hablar con algún responsable que nos dijo que si queríamos podíamos vestirla nosotros, y eso hicimos, pero consideramos que es absolutamente insultante».
Vejatorio lo llama el Comité Ciudadano e insultante, la familia. El coordinador de sida del Hospital Universitario de Burgos, Juan Francisco Lorenzo, añade que no tiene «absolutamente ningún sentido científico» pensar que una persona pueda transmitir la enfermedad después de su fallecimiento. La empresa aseguró a DB que era la primera vez que había recibido una queja por esta circunstancia, «que se hace con todos los que mueren por una enfermedad infecciosa», que el servicio territorial de Sanidad de la Junta respalda esta actuación con su normativa y que no pueden obligar a ningún empleado a hacerlo.
Más de 30 años después de la aparición del sida y de que se haya informado de todas las formas posibles cómo es su transmisión, la discriminación que sufren estas personas sigue siendo «dramática». Porque no ha ocurrido solo en el caso del tanatorio: El Comité  tiene otra queja puesta por la familia de una mujer que fue expulsada de la consulta de un podólogo al que acudía desde hace años cuando éste supo que tenía la enfermedad: «Aquí hubo el agravante de que  la echaron a gritos y todo el mundo se enteró. Habría que preguntarse si este profesional había seguido las normas específicas de higiene con el anterior paciente y si las siguió con el posterior», precisa Noguero.
El colectivo está excluido, al igual que de ser vestido en un tanatorio, de las casas de acogida para mujeres maltratadas, de los viajes del Club de los 60, de los centros ocupacionales y hasta de los cursos del Ecyl y de las residencias de ancianos. La razón es que la enfermedad está catalogada como infecto-contagiosa (lo que, automáticamente, deja fuera a las personas en cualquier centro o actividad pública) y tanto las asociaciones como el Ministerio de Sanidad trabajan para que la OMS cambie esta categoría por la de  ‘transmisible no casual’ puesto que para que el sida se transmita es necesario un acto voluntario del seropositivo como no utilizar protección durante una relación sexual o compartir objetos punzantes. 
En este sentido, el jefe del servicio de Vigilancia Epidemiológica y Enfermedades Transmisibles de la Junta, Alberto Pérez, elaboró en 2012 un escrito en relación con el reglamento del régimen de acceso a las residencias en el que aclara que el sida debe excluirse del artículo que se refiere a enfermedades en las que está recomendado el aislamiento: «Nuestro criterio, en sentido estrictamente sanitario, es que no se debe limitar o impedir la convivencia en colectividad a personas con enfermedades crónicas como el sida ya que en ello no existe riesgo especial para  la salud de los demás».