Esperando a Clint

R. Pérez Barredo / Contreras
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La Asociación Cultural Sad Hill ya trabaja en la limpieza del cementerio que acogió la escena final de El bueno, el feo y el malo • Quieren celebrar los 50 años del filme convirtiendo este hito en un espacio didáctico, divulgativo y turístico

Resuenan los pasos de Clint Eastwood en la tierra seca mientras los graznidos de los cuervos convocan a la muerte sobre el empedrado del cementerio de Sad Hill después de que la intensa música de Ennio Morricone haya dejado paso al silencio. Lee Van Cleef yace sobre un hoyo, recién tiroteado. Cae el sol a plomo. Sudoroso, irritado, Eli Wallach le increpa. Con irrepetible estilo, Eastwood -sombrero, poncho, cigarro en la boca- le explica entrecerrando lo ojos y con mueca socarrona lo que hay: «Verás. El mundo se divide en dos categorías: los que tienen el revólver cargado y los que cavan. Tú cavas». Sobre esta y otras escenas míticas de El bueno, el feo y el malo, western rodado hace medio siglo por Sergio Leone en el Valle del Arlanza, podrían hacerse remakes si algún cineasta quisiera gracias al entusiasmo y a la pasión de los integrantes de la Asociación Cultural Sad Hill, que están recuperando poco a poco el grandioso camposanto diseñado para la película en este sobrecogedor paraje entre Silos y Contreras. Nada menos que 250 metros de diámetro y más de 4.000 cruces entre las que se jugaron el botín de 200.000 dólares Eastwood (El bueno), Wallach (el Feo) y Lee Van Cleef (El malo). 
La resurrección de Sad Hill es uno de los puntos fuertes del proyecto que este colectivo está preparando para honrar como se merece, el próximo año, el 50 aniversario de esta cima del spaguetti western. Porque aspiran a convertir otra vez la comarca en el parque temático del Lejano Oeste Americano. Que tiemble la almeriense Tabernas. Y la guinda, en la que llevan meses trabajando, es traer de regreso al gran Clint Eastwood. «Si lo conseguimos, sería increíble. La bomba», dicen David Alba y Sergio García, que junto a Diego Montero conforman, como El bueno, el feo y el malo, el trío intelectual de esta movida. «La historia está resultando muy golosa para el turismo cinematográfico; la gente del entorno ya se está haciendo eco por redes sociales y el pasado fin de semana que estuvimos tirando de azada para sacar el empedrado se presentó gente de Segovia, Madrid, Valladolid, Bilbao», explica Montero. 
Paralelamente, ya están diseñando, junto con el Colectivo Arqueológico y Paleontológico de Salas, la Asociación Cultural Serranomatiega, el Club Deportivo Silos, el CIT Sierra de la Demanda y el CIT de Covarrubias, el programa de celebraciones para 2016. El grueso se celebrará en el mes de julio, pero hay previstas actividades todo el año. Para estas Navidades, sin ir más lejos, está ya proyectada la sección Western dentro del festival de cortos de Salas de los Infantes. «Después habrá charlas, cursos, exposiciones... Una muestra con fotografías de rodaje y atrezzo que rotaremos por varios pueblos -Salas, Covarrubias, Silos, Contreras...-. Y estamos recopilando fotografías de la gente de la zona (ya tenemos más de 1.000), y recogiendo anécdotas de cómo lo vivieron los vecinos», añade.
David y Sergio se mueven por Sad Hill con soltura.Están en casa. Sombrero, botas, revólver, pala... Trasuntos del Feo y el Malo, posan con Clint Eastwood. «Vuelve a casa, Rubio»... Ya lucen como perlas las piedras de la mitad del círculo central del cementerio; en dos semanas estará limpio al completo. Entonces será el turno de las tareas de desbroce  y limpieza general de todo el conjunto de tumbas y túmulos dispuestas en círculos concéntricos desde el círculo central y posteriormente la colocación de lápidas en piedra y madera. «Las cinco o seis primeras filas de tumbas del cementerio contando desde el centro eran de lápidas de piedra, panteones de mármol o sencillas cruces de madera. La solución que proponemos es siguiendo los diseños originales de los planos del arquitecto Carlo Simi y su ayudante Carlo Leva y con fotografías de rodaje de la película, hacer una reconstrucción similar lo más fiel posible en este primer anillo de tumbas; se pueden colocar lápidas de piedra más sencillas en los cabeceros de los túmulos, pueden ser simples piedras calizas hincadas como las que quedan tumbadas en algunas tumbas. El resto de anillos hasta el quinto se completaría con cruces de madera según planos de diseño y fotografías de rodaje», señalan los promotores, que aspiran a que la Diputación de Burgos se sume a este proyecto.
Por último, su deseo es colocar un roble con soga de ahorcado en el lugar original donde el que simula el ahorcamiento del Feo. Esta ambiciosa actuación concluiría con un vallado perimetral con madera que, aparte de delimitar zonas de interés, evitaría que fuera pisado por el ganado que suele pastar por las dehesas de la zona. Finalmente, se propone habilitar zonas de acogida para los turistas creando una pequeña área recreativa y de ocio y descanso cerrada perimetralmente con vallado de madera «en la que pueden colocarse unos bancos, mesas de madera, papeleras y paneles informativos, además de una completa señalización de los cuatro lugares de rodaje en la comarca y sus accesos, los ‘hitos’ de la Ruta BFM.
 
Un turismo de cine. Para los impulsores de esta iniciativa, el turismo cinematográfico tiene muchas ramificaciones y está ganando cada vez más importancia. Es un tipo de turismo que lleva varias décadas funcionando, pero que desde los años 90 ha experimentado auge y expansión. «Contemplamos que la puesta en valor de una de las localizaciones en las que tuvo lugar el rodaje de una película histórica puede y debe estimular a los turistas que nos visitan a revivir las historias con las que disfrutaron mientras acudían a las salas de cine. La pretensión es convertir al turista en el protagonista de su propio guión, el actor principal de su particular ruta de descubrimiento. El viajero realizará su propio rodaje en los escenarios que seamos capaces de mostrar para confeccionar su mundo particular y la experiencia que contará después en casa o a sus amigos. El cine se convierte así en factor de atracción turística en sí mismo, en la motivación del viaje, en el factor diferencial de la elección de un destino para pasar las vacaciones, el punto de partida o el final de una experiencia evocadora», señalan.
Un reciente ejemplo de este tirón de cine viene dado por la iniciativa ‘Apadrina una tumba’, que consiste en la aportación de 15 euros para recaudar fondos a cambio de personalizar de forma simbólica una lápida con los datos del donante. Pues bien, ya ha contactado con el colectivo un mitómano estadounidense que, además, ha solicitado que, a su muerte, sus cenizas sean inhumadas en el camposanto de la película. Impresionante.
En este sentido, la propuesta de actuaciones para la ‘Puesta en Valor y Adecuación Sostenible del Cementerio de Sad Hill’ «pretende la creación de un espacio didáctico, divulgativo y turístico moderno e innovador que permita mostrar y resaltar dentro del marco cultural y natural de la provincia de Burgos lo que es probablemente, uno de los más importantes decorados cinematográficos western de España».
 
Los otros hitos de la ruta BFM
 
* Misión de San Antonio
La escena de La Misión de San Antonio se rodó en los interiores de las ruinas del Monasterio de San Pedro de Arlanza, en Hortigüela. Ahí se representa una especie de hospital militar de religiosos con heridos y donde Tuco (Eli Wallach) lleva a curar las heridas a El Rubio (Clint Eastwood). En esta escena, cuando Eastwood está tumbado en la cama, por la ventana del habitáculo puede verse a lo lejos la ermita de San Pelayo. El fraile con el que habla Tuco en el pasillo era José Molero, acomodador en el Casino de Salas y encargado de buscar los extras en la zona.
Qué queda hoy: el lugar en el que se rodó la escena es en la actualidad un parte privada del Monasterio sobre el refectorio, y la habitación por la que se ve la ermita esté en ruina y hundida.
 
* Campo de Betterville
La escena del campo de concentración de Betterville se rodó en un altozano cercano a la localidad de Carazo conocido como Majada de las Merinas. Para ello se construyó un fuerte donde se representa lo peor de la guerra: torturas, ejecuciones… Leone se inspiró en grabados y fotografías reales de la Guerra de Secesión americana y del campo nordista de Andersonville en 1864 tomadas por Mathew Brady y donde se cometieron ejecuciones masivas de prisioneros, hacinamiento y hasta canibalismo. Leone incluye una banda de músicos que tocan para que no se oigan las torturas. Se inspiró en los judíos en los campos nazis. (Los músicos eran músicos reales de Salas de los Infantes, Arauzo de Miel y Covaleda).
Qué queda hoy: en el lugar aún es visible la forma rectangular de los fosos, restos de ladrillos de las construcciones que se hicieron junto a la prisión y el paisaje, que sigue exactamente igual a como se ve en la película.
 
* Batalla de Langstone
La Batalla del Puente de Langstone es una escena espectacular en la que se representa la batalla por un puente en un río (al parecer, el Río Grande). Se rodó a 3,5 kilómetros de Hortigüela en dirección a San Pedro de Arlanza. Nordistas a un lado y confederados al otro, se contó con más de 1.500 extras. El grueso lo formaban militares del Acuartelamiento de San Marcial de Burgos además de estudiantes que venían en autobús y mozos de toda la zona. Se construyó un puente de más de 100 metros de largo a base de piedra y madera y se taló una amplia superficie de sabinar, choperas y trigales para construir las trincheras. La anécdota más destacada de la escena y quizás de la película es la de la voladura del puente: tuvo que hacerse hasta tres veces. En la primera, se colocaron mal las cargas de pólvora y la explosión, según Leone, sonó «Pluff» y él quería algo espectacular. Para la siguiente se colocaron más de 500 kilos de pólvora negra. Había al menos 12 cámaras para registrar la voladura. Leone cedió el privilegio de apretar el detonador a un coronel del ejército español. El cineasta empezó a dar instrucciones al equipo «¡Sei attenti! ¡Tutti pronti», y al escuchar el «pronti» el coronel apretó el detonador y todo explotó. Leone había gritado «¡Todos preparados!» pero no había dicho «¡motor!» y las cámaras todavía no habían comenzado a rodar. Leone, fuera de sí; el director de fotografía, Tonino Delli Colli, desesperado… El coronel español, hundido en su orgullo, prometió que el puente sería reconstruido por sus soldados en dos semanas. Y así fue. A La tercera la voladura salió perfecta.
Qué queda hoy: en el lugar aún quedan restos de los cimientos del puente pero lo más destacable es la serie de trincheras aún visibles en la ladera de la margen derecha del río y el camino por donde llegan Eastwood y Wallach. Lo mejor es tomar altura en esa ladera para ver el paisaje e identificar mejor la escena.