La demanda por la venta de la espada Tizona queda vista para sentencia en Madrid

P.C.P. / Burgos
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Las hijas de un pescador gijonés reclaman al marqués de Falces la mitad del dinero, 750.000 euros, o su regreso al Museo del Ejército

El último pleito conocido por la propiedad de la espada Tizona quedó ayer visto para sentencia en el Juzgado de Instrucción número 72 de Madrid. Las hijas de Salustiano Fernández, un pescados gijones amigo del abuelo del actual marqués de Falces, reclaman a este la mitad del dinero obtenido por la venta a la Junta de Castilla y León y a la Cámara de Comercio de Burgos, o su devolución al Museo del Ejército.

Según informó ayer la agencia de noticias Atlas, en su reclamación ante los tribunales, exigen «solo la mitad» de los 1,5 millones de euros que obtuvo con la operación, cerrada en 2007, José RamónSuárez delOtero, quien en la actualidad ostenta el título nobiliario.Este siempre ha esgrimido que este se encuentra indisolublemente ligado al acero desde el siglo XVI y que dispone de un documento notarial en el que su madre, Olga Velluti, le deja en herencia la Tizona y el Marquesado, de modo conjunto.

Los pleitos por esta histórica y valiosa herencia entre ambas familias no son nuevos. Varios años antes de su venta, en 2002, la humilde familia asturiana planteó otro litigio por la propiedad, que ni siquiera fue admitida a trámite por el Juzgado de Instrucción número 21 de Madrid.

El abuelo del actual marqués, José María Velluti, dejó la Tizona en depósito en el Museo del Ejército desde 1944. Sus hijos, Pedro y Olga, formalizaron en los años 70 un documento que les reconocía como titulares de la propiedad del mítico acero. Pero se enemistaron en la recta final de sus vidas y el marqués dictó testamento en favor del pescador Salustiano Fernández y su mujer Jacinta Méndez, la pareja con la que compartió sus últimos años de vida.

Pedro y Salustiano se conocieron durante los veraneos de la familia noble en Luarca y trabaron amistad. Dos de las hijas del marinero se trasladaron a Madrid a cuidar del marqués hasta que este decidió mudarse a Asturias, donde falleció en 1986 (está enterrado en el cementerio de Luarca).

FORJADA EN EL SIGLO XI

La espada, «un tizón de los talleres del Al-Andalus», se forjó en la primera mitad del siglo XI, según determinaron los profesores Antonio José Criado y Juan Antonio Martínez, de la Facultad de Químicas de la Universidad Complutense de Madrid.