Hace medio siglo que la presencia de maquinaria urbanizando los polígonos de la capital se hizo cotidiana. Y duró. Años, en algunos casos, como el de Gamonal-Villímar y Villayuda, donde se instalaron factorías y naves hasta entrados los 80. El problema es que esas calles escoltadas por chimeneas, portones y muelles de carga no volvieron a ver una pala.

La degradación que han sufrido los parques industriales en el ámbito de dominio público (aceras, carreteras, parterres, jardines, canalizaciones y redes de saneamiento...) es evidente desde hace años, pero son las bolsas urbanas más extensas de la capital y ningún gobierno local había planteado, hasta la fecha, inversiones que fueran más allá de algún apaño y cuatro carteles con indicadores.

Dentro de la planificación del actual equipo de Gobierno para tratar de relanzar el potencial industrial de la capital, y que incluye una drástica reducción del suelo en Villalonquéjar o una política fiscal de incentivos directos, el Ejecutivo de Lacalle encargó a la empresa Prointec, que realiza planos por encargo para el Ayuntamiento, un anteproyecto de mejora integral de los dos grandes polígonos capitalinos: Villalonquéjar y Gamonal-Villímar y Villayuda.

El detalle de esos planos se conocerá en los próximos días, pero la letra mayúscula señala que será necesario invertir al menos 25 millones en medio millón de metros cuadrados de suelo público (ver DB del 12 de septiembre). Eso es mucho dinero. Es más dinero, de hecho, que el destinado a inversiones municipales en toda la ciudad durante la legislatura actual.

Para superar ese ‘pequeño’ obstáculo, la decisión de Javier Lacalle y de la concejala de Industria, Carolina Blasco, ha sido la de dividir en «cinco o seis anualidades» la inversión. Cierto es que en mayo hay elecciones, así que a lo más que puede llegar el regidor actual, al menos hasta entonces, es a aprobar los planos y licitar la primera de esas anualidades.

Hágase

Pues bien, las órdenes ya están dadas y, en el despacho en el que se cocina a fuego lento el presupuesto del próximo año, el del concejal de Hacienda, Salvador de Foronda, ya se han recibido las instrucciones necesarias para que se incluya una partida que permita lanzar el plan y materializar su primera fase a lo largo del próximo año. Esa partida, según confirmaron ayer fuentes municipales a este periódico, ascenderá a unos «tres millones y medio de euros» y servirá para comenzar la intervención «en el polígono de Gamonal».

Según los datos que maneja el jefe del Ejecutivo municipal, eso permitirá la regeneración integral de «entre 30.000 y 35.000 metros cuadrados» y «más de un kilómetro de calles» en el ajado polígono. El lugar exacto en el que se invertirá ese dinero «es algo que se decidirá en la reunión que habrá en los próximos días con la patronal del polígono».

Precisamente esa patronal, Aspigavi, se quejó amargamente en días pasados de que los anuncios de mejoras e inversiones nunca se traducen en realidades. Esta vez verán, al menos, el presupuesto consignado.

Uno de los problemas con los que se topa el Ayuntamiento a la hora de acometer inversiones es el subsuelo, y más en concreto lo que hay en él. A un polígono se le puede cortar casi de todo, pero jamás los suministros. Sin embargo, casi todas las redes de ambos polígonos deberán ser sustituidas, y eso dispara los costes de lo que sería una mera actuación de cosmética. A esta finalidad irá a parar, en algunos casos, hasta el 40% del presupuesto de cada fase.

En lo que toca a Villalonquéjar, este año y el 2015 serán consagrados al asfaltado. En el caso de la calle López Bravo ya se ha aprobado una inversión de 1,5 millones en su reposición integral, pero es una vía de cuatro kilómetros y doble carril cuya mejora podría extenderse durante un año. 400.000 euros están incluidos en el presupuesto de este año, mientras que 1,1 millones van con cargo a 2015.

Así que, sumando ambas intervenciones, la previsión es que a lo largo del próximo ejercicio los polígonos reciban obra por valor de en torno a 4,5 millones. Se iniciaría así una regeneración largamente demandada y que, si cumpliera el calendario que pretende aprobar Lacalle, no quedaría plenamente culminada hasta la tercera década de este siglo.