Dos voces que seducen

I.L.H. / Burgos
-

Fueron más de 2 horas las que «regalaron» a los 3.000 espectadores que acudieron al estreno de la plaza de toros como auditorio • Ana Belén y Víctor Manuel compartieron con el público la música de sus vidas y decenas de historias

Sus voces lo son todo. Con los temas de siempre y con las Canciones regaladas de su disco conjunto sedujeron a los 3.000 espectadores que acudieron al estreno del Coliseum como auditorio. Con cuestiones pendientes de mejora en la plaza, Ana Belén y Víctor Manuel salieron al ruedo defendiendo el timbre de su voz, la calidad de sus interpretaciones y la intensidad de un concierto que se prolongó durante más de dos horas.
El público no dejó en ningún momento de ponerse de pie con los temas más conocidos y aplaudir la interpretación de las canciones nuevas. Ana Belén y Víctor Manuel lo agradecieron compartiendo con los espectadores la música de su vida y las historias que les rodean. 
Vestidos ambos de negro y con traje de chaqueta estuvieron arropados por una banda integrada, entre otros, por su hijo David San José -a los teclados-, encargado también de producir el disco de la gira. Nada más salir rememoraron otras actuaciones en Burgos -«cuando la plaza estaba descubierta y había mejor sonido»-, dijeron antes de meterse de lleno con el contenido del concierto. 
Y ahí empezó la fiesta. Siempre intercalando las canciones de su carrera: Yo también nací en el 53, Nada sabe tan dulce como tu boca -con parte del público puesto en pie-, Soy un corazón tendido al sol, Adonde irán los besos o Peces de ciudad, con las Canciones regaladas de su último trabajo: Choca esos cinco, de José Afonso, «un tema de la Revolución de los Claveles, que tiene 40 años y parece escrito ayer»   -no me obliguen, que salgo a la calle a gritar. Que ya es tiempo de hacer la mochila y zarpar... dice la letra-; El último trago, de José Alfredo Jiménez, o El padre Antonio y el monaguillo Andrés, de Rubén Blades. 
Con las explicaciones de esta canción, inspirada en el asesinato de monseñor Romero, se escucharon los primeros aplausos que luego acompañarían a otras anotaciones. Como cuando Víctor, para anunciar Cómo voy a olvidarme, recordó a las 120.000 personas que están enterradas en las cunetas y la amonestación de la ONU por no dar sepultura a los fusilados: «Desde que hay democracia ningún gobierno se ha tomado en serio este tema. Y es una vergüenza».
Lía; Solo pienso en ti; Quiéreme tal como soy, de Billy Joel, el mismo de Un hombre al piano, que también cantó Ana Belén; Aleluya, de Leonard Cohen; ¿Cómo pudiste hacerme esto a mí?, la de Alaska y Dinarama; Solo le pido a Dios... A dúo o en solitario fueron abriendo su alma, aunque resultara difícil explicarse en el Coliseum: «Sabemos que se nos escucha un poco raro. Trataremos de hablar despacio, pero hay un eco natural que es inevitable», confesaba Ana.
Y los aplausos continuaron. Con la gente a ratos de pie y a ratos sentada. Hasta que sonó La puerta de Alcalá y ya nadie se quedó en la silla... Y aún quedaban los bises.