Un día en la vida de Jaime

A.G. / Burgos
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La Facultad de Educación de la UBU acoge una exposición de la Fundación Garrigou que reivindica las capacidades de las personas con síndrome de Down

Jaime tiene 20 años, es cabezota y no para hasta conseguir lo que se propone; le gusta estar con sus amigos, oír música, chatear y hacer deporte y tiene planes de entrar en la universidad el próximo curso. En la Facultad de Educación de la Universidad de Burgos siete paneles explican cómo es el día a día de este joven con el único objetivo de desmitificar la discapacidad intelectual y acercar a los estudiantes cómo son las personas que, como este muchacho, viven con síndrome de Down. La exposición es una iniciativa de la Fundación Garrigou  y es la primera vez que sale de Madrid. En la UBUla acogieron ayer la vicerrectora de Internacionalización y Cooperación, Elena Vicente; la coordinadora del Centro de Cooperación y Acción Solidaria, Asunción Cifuentes, y un grupo de estudiantes del Centro Estela, de la asociación Síndrome de Down Burgos, que participaron más tarde en un coloquio con estudiantes que se preparan para impartir docencia.

El potencial que tiene Jaime se puede descubrir en los pequeños detalles que, para quienes no estén familiarizados con la discapacidad, quizás sorprendan: Es muy autónomo y siempre va a clase utilizando el transporte público: «Antes de coger el autobús o el metro paso por el kiosco y me compro el periódico. Me gusta estar informado», cuenta desde uno de los paneles. Luego se le puede ver acudiendo a clase de inglés y de informática, ayudando a los niños más pequeños de su colegio «porque me gusta ser solidario», jugando al fútbol o saliendo con sus amigos.

La Fundación Garrigou da soporte al colegio de educación especial María Corredentora, ubicado en Madrid, donde estudió Jaime, el protagonista de esta muestra: «Pretendemos con ella acercar la vida de una persona adulta con síndrome de Down a quien no conozca esta discapacidad y explicar que son personas normales con la misma dignidad que cualquiera y que esa dignidad se la ponemos nosotros en función de cómo le tratemos porque como persona humana la tiene toda y que su vida es normal y feliz», explicó la voluntaria de la Fundación Alicia Sedano, quien recordó que hace unos años «se les trataba de forma que se les hacía mucho más inútiles de los que son porque no son inútiles ni son unos desgraciados ni unos infelices, que es lo que la gente se piensa y los mira con lástima y, muchas veces, con horror y aunque esto ha cambiado aquí estamos para que cambie mucho más».