«El teatro como terapia es una tabla de salvación»

I.L.H. / Burgos
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Blanca Marsillach | Actriz y empresaria

Blanca Marsillach protagoniza el lunes ‘El cuento mágico’, una obra para escolares sobre la importancia del reciclaje. - Foto: DB

Hace diez años, la actriz y productora Blanca Marsillach decidió centrar sus espectáculos en el teatro social. Desde entonces con Varela Producciones plantea montajes que abordan temas como la violencia machista, la nutrición, el reciclaje o la inclusión de las personas con discapacidad, este último un nuevo proyecto con el que a la hija del fundador del Centro Dramático Nacional y la Compañía Nacional de Teatro Clásico le gustaría crear una compañía de teatro estable. De momento, en diciembre llevarán a escena Yo me bajo en la próxima, ¿y usted? con un reparto que mezcla actores profesionales y personas con discapacidad. A la faceta educativa, otro de sus apartados, va dirigida la obra Un cuento mágico, que se representa el lunes de la mano de Ecoembes para el público escolar en la Casa del Cordón (a las 10:30 horas).

¿Qué le incitó a apostar tan fuerte por el teatro social?

Empezó como un acto de agradecimiento hacia quienes me habían ayudado en un determinado momento. Hicimos una obra con chicas de casas de acogida de la Comunidad de Madrid, de ahí transformamos el formato para realizar unos talleres dirigidos a personas con discapacidad y una cosa llevó a la otra. De alguna manera pongo sobre la mesa lo que decía mi padre: «No soy tan ingenio como para pensar que el teatro puede cambiar a la sociedad, pero estoy seguro de que puede ayudar a despertarla». Yo, que soy un apasionada del teatro, he visto que es la tabla de salvación:el teatro como terapia para desinhibirte de tus complejos, dejar tus miedos, fomentar la autoestima y difundir los mensajes. El lunes lo que haremos, por ejemplo, es hablar sobre la importancia del reciclaje para un público escolar.

Varela Producciones es una compañía que trabaja únicamente con este tipo de teatro. ¿Es además rentable?

No -dice con rotundidad-. Si no cuentas con el apoyo de empresas privadas como Repsol o Ecoembes en nuestro caso es imposible. Para ellos también es importante porque Ecoembes, por ejemplo, con todo tipo de actividades es como ha conseguido promover que España sea uno de los países que más recicla. Sin ellos, que se dedican a concienciar a la sociedad para que sea la suma de muchas personas, y sin su colaboración económica, no sería rentable.

Pero supongo que no es lo que más les preocupa.

Exacto. No es rentable pero es necesario. Es importante usar el teatro como medio para llegar a la conciencia de todo tipo de personas.

¿Han solicitado ayudas públicas?

Sí, pero nada. No hay conciencia. Lo importante es despertarla, y eso es lo que nosotros queremos hacer.

¿Es probable que sea la única compañía que centra su actividad en un abanico tan amplio de temas sociales y educativos?

No estoy segura de ser la única. Pero me juego el cuello a que es de las pocas que toca tantos palos.

¿Qué le resulta más complicado: adaptar un texto a un mensaje y público concreto o conseguir producirlo?

Difícil es todo. El teatro es maravilloso siempre, pero no es lo mismo hacer una obra en el que el público entra, paga una entrada, se sube el telón, ve la función y se va, que hacer una obra en la que el público no paga, se sube al escenario para participar y además le hablan de algo que se da en los temarios del colegio... En cuanto a ponerlo en escena, seguro que es más complicado una obra con presupuesto de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Ser tan específico y tener un objetivo claro lo hace, sin embargo, más llevadero porque es absolutamente gratificante.

Para la obra que hará en diciembre con personas con discapacidad ¿por qué ha elegido precisamente la obra de su padre Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?

Por qué no -ríe-. Porque siempre que puedo hacer un homenaje a mi padre se lo hago, porque es una obra que marcó un antes y un después, y porque siempre quise hacerla como actriz y ya que no la interpreto, por lo menos la genero. Y porque Darío Facal, su director, sabe sacarla mucho partido.

¿Cómo están yendo los ensayos entre los actores profesionales y quienes no lo son?

Bueno, no son profesionales del teatro pero están en la Fundación Atresmedia Pro y aspiran a ser actores. Están formándose a través de las audiovisuales para ganarse la vida con este medio.

Tienen vocación, pero también tienen discapacidad, ¿son de todo tipo?

De casi todo. No es discapacidad de daño cerebral, por ejemplo. Estamos hablando de personas sordas o con discapacidades físicas que quieren vivir de la televisión, el cine o el teatro.

Su intención es hacer de esta compañía mixta un grupo enteramente profesional y estable. Pues tal y como está el teatro...

Lo sé, pero bueno, es mi objetivo. Como lo es hacer algo parecido con el Proyecto Gira de Coca Cola, que en este caso es con jóvenes en riesgo de exclusión social. Busca dar formación a estas personas en el mundo de las artes escénicas (figurinista, técnico de sonido o de luces, regidor, actor...). Ylo que quiero es hacer con ellos una obra también. El denominador común de ambos proyectos es la integración social.

¿En qué obra está pensando para este otro proyecto?

Me gustaría hacer Ella al desnudo, sobre la violencia de género. O igual Yo me bajo en la próxima... también.Ya veremos. Es recuperar mis inicios con chicas en exclusión social.

Insisto en su intención de hacer de ello una compañía estable. Si hablábamos antes de la nula rentabilidad económica del teatro social, ¿cómo espera mantener esta otra compañía?

Lo sé. Es la ruina. En eso es en lo que estoy trabajando, en estudiar cómo hacerlo posible. Es complicado, pero ya lo sabíamos. Hay que ir paso a paso hasta que las cosas lleguen por su propio peso. Si funciona, quizá tengamos el respaldo de fundaciones privadas que sean conscientes de la necesidad de invertir. O quizá el Gobierno de España piense que es una buena idea crear, dentro de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, un apartado para la inclusión, con un elenco mixto... Tiene que haber una conciencia común. Nosotros somos una pequeña compañía privada que nos agarramos a quienes nos da la mano, pero tampoco lo hace mucha gente.

¿Qué pensaría Adolfo Marsillach de este proyecto?

Estaría súper orgulloso. Él lo haría, sin duda. Estoy segura de que mi padre abriría un apartado en la CNTC para las personas en riesgo de exclusión. Quizá sería la única vez que trabajaríamos juntos de igual a igual.