El fuego destruye la nave frigorífica del antiguo secadero de bacalao

J.C.O. / Gumiel
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Las instalaciones se encontraban en desuso desde que la factoría Garjusán 2000 cerró sus puertas hace algo más de cuatro años y no hubo que lamentar desgracias personales

Un voraz incendio originado ayer por la tarde en el Polígono Industrial de Gumiel de Izán destruyó prácticamente por completo una de las dos naves del antiguo secadero de bacalao de la empresa Garjusán 2000 S.L. Unas instalaciones que llevaban en desuso desde que esta firma dedicada a la salazón de este pescado y a su comercialización cerró hace algo más de cuatro años cesando su actividad y dejando en la calle a todos sus empleados.

El fuego se originó sobre las 14.30 horas por causas que por el momento se desconocen en la parte posterior de la edificación, situada en el kilómetro 171 de la antigua carretera Madrid-Irún y se propagó rápidamente debido a la combustión de la espuma rígida de poliuretano utilizada como aislante térmico. Un material muy inflamable que originó una densa columna de humo negro que se podía ver a kilómetros de distancia y altamente tóxica, lo que dificultó el ataque de las llamas.

La voz de alarma la dieron los escasos trabajadores de la vecina nave de la firma de elementos cerámicos Vallizán que aún no se habían ido a comer, temerosos de que el fuego, dada su proximidad y virulencia, pudiera llegar a alcanzar sus instalaciones.

Una patrulla de la Guardia Civil se personó rápidamente en el lugar del siniestro, hasta donde también se acercaron los operarios municipales para afrontar las primeras tareas de extinción.  Tras recibir el aviso pasadas las 15.00 horas, asimismo se sumaron al operativo los efectivos del Parque Municipal de Bomberos de Aranda, que desplazó hasta la zona prácticamente cuatro equipos, con tres camiones, incluyendo entre ellos el autoescalera.

Pese al intenso humo y a las altas temperaturas, que afectaron a la estructura metálica de la cubierta, el incendio quedó prácticamente controlado en apenas unas horas. Sin embargo las llamas no quedaron totalmente sofocadas hasta  bien avanzada la tarde ya que el fuego se mantenía vivo por la combustión del aislante instalado entre las chapas metálicas. Para poder apagarlo totalmente fue necesario el uso de maquinaria pesada que facilitó la constructora local Domi-Gonz.

Las llamas arrasaron la nave frigorífica destinada a la conservación y secado de las piezas en salazón y el habitáculo de las máquinas de refrigeración situado en el exterior. Afortunadamente no alcanzaron la otra nave, destinada al envasado y almacén, donde se acumula  gran cantidad de material inflamable. Según algunos testimonios se produjo una potente explosión, al parecer provocada por los gases del sistema de refrigeración, pero  no  hubo que lamentar desgracias personales.

Fuentes próximas a la investigación y a los servicios de extinción señalaban que pese a la hora en que se produjo el siniestro «nadie ha visto nada».  No descartaban que se pudiera haber desencadenado fruto de un intento de robo de maquinaria en las instalaciones abandonadas, «es posible -indicaban- que alguien haya tirado de soplete», que el origen sea un acto vandálico o que incluso pudiera ser provocado intencionadamente.