Las carreteras ribereñas se han cobrado la primera víctima mortal del año. Se trata de un ciclista de 63 años que murió ayer tras ser arrollado por un turismo en el término municipal de Aranda de Duero. Natalio González García, que había salido a hacer unos kilómetros en bicicleta  perfectamente equipado y provisto del casco reglamentario,  circulaba  por la carretera de La Aguilera, la BU-P-1102, en sentido de la pedanía de la capital ribereña cuando un coche le embistió, saliendo el cuerpo desplazado casi 30 metros a consecuencia de la violencia del impacto.

El suceso se produjo en torno a las 18.00 horas  ligeramente rebasado el kilómetro 2, hasta donde llega el radio de acción de la Policía Local, y apenas a 200 metros del cementerio municipal. Un Renault 11 de color gris metalizado  que también viajaba hacia La Aguilera y conducía A.R.M., de 85 años, no se percató de la presencia de la bicicleta, según su testimonio deslumbrado por el sol, y se la llevó por delante, partiéndola  por la mitad, sin dejar marcas de frenada en la calzada.

Unos minutos después, a las 18:12, numerosas llamadas  al 112 avisaban del accidente. Esta carretera es muy transitada  a esas horas de la tarde y los testigos alertaban de que el ciclista había quedado tendido inconsciente. La sala de operaciones dio aviso a la Policía Local de la capital ribereña, a la Guardia Civil de Tráfico y al Sacyl, que envió una UVi móvil al lugar. Los sanitarios intentaron reanimar al ciclista pero solo pudieron certificar su muerte.

El equipo de Atestados de la Benemérita  tardó más de hora y media en identificar al ciclista ya que carecía de documentación. Un número de teléfono escrito en un papel al que se llamó y que correspondía a su consuegro puso sobre la pista de que podría ser Natalio González, un prejubilado de la fábrica Michelin de 63 años natural de La Aguilera y residente en la calle Duero, de Aranda. Un extremo que confirmó una aguilereña que pasaba por la carretera y reconoció el cadáver.

El conductor del automóvil que provocó el accidente, al que acompañaba su mujer, también reside en la capital ribereña y es natural de La Aguilera, a donde se dirigía para coger un par de litros de vino para llevar a casa, y conocía muy bien a la víctima.

El suceso ha causado gran consternación en la pedanía arandina que hoy inicia la celebración de las fiestas patronales en honor a San Pedro Regalado, cuyos actos no se van a suspender si bien comenzarán con un minuto de silencio en su memoria. Aunque la víctima no residía en La Aguilera era muy conocido  y apreciado ya que mantenía la casa de sus padres, que estaba reformando, y según el alcalde pedáneo, Luciano Burgos, «cada vez que se organizaba una actividad era el primero que aparecía para echar una mano».