La fruta del pecado

Angélica González / Burgos
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La localidad de Cantabrana se vistió ayer de fiesta para acoger la cuarta edición de la Feria de la Manzana Reineta, en una mañana más propia de julio que de finales de octubre

Los puestos ofrecían manzanas de diferentes características y distintos colores. Y otras frutas, en primer plano unos membrillos que tenían un aroma impresionante. - Foto: Ángel Ayala

Es el pueblo más pequeño de los 14 que componen el Valle de Las Caderechas, ubicado en el noroeste de la comarca de La Bureba. Cantabrana apenas si tiene 30 habitantes censados aunque su alcaldesa, Consuelo García (PSOE), explica que este escaso número se apuntala los fines de semana, los veranos y durante las fiestas patronales (las hay por Santiago y San Roque, siendo estas últimas las de mayor devoción) con aquellos que vuelven de visita a sus orígenes. «En los años 50 y 60 mucha gente emigró, sobre todo al País Vasco, y ahora aprovechan los días libres para pasarlos aquí. Pero a pesar de los pocos habitantes que hay, en el día a día tenemos hasta dos niños, que van a la escuela a Oña y Briviesca».

Pero en Cantabrana un escaso censo no es sinónimo de inactividad. Más bien al contrario, se ha convertido ya, después de cuatro años, en una magnífica sede para  la Feria de la Manzana Reineta del Valle de Las Caderechas. Quizás por eso ayer todo el aire olía a esa fruta que aparecía ordenada en cajas que los visitantes se llevaban a  pares. También influía a que semejante aroma se colara por todos los rincones el hecho de que los estudiantes del Ciclo de Gastronomía y Cocina del colegio María Madre llevaran desde primeras horas de la mañana cocinando todo tipo de dulces. En su puesto podían adquirirse, además de tartas realizadas con esta fruta, manzanas asadas rellenas de frutos secos, galletas, morcilla, pollo escabechado y brownies.

Con todo, no podría decirse que semejante oferta era la más atractiva de la Feria. Estaba muy difícil elegir. De los 35 puestos, 12 estaban enteramente dedicados a la manzana (en algunos, acompañada por membrillos, nueces o peras) y en el resto podían verse exquisitos quesos zamoranos con distintos niveles de picante, embutidos curados, yogures artesanales, fuagrás de pato, pan elaborado con masa madre, bollos dulces, pastas, plantas aromáticas, incluida la estevia, ese sustituto del azúcar de tan rabiosa actualidad... En un rincón, un grupo de jóvenes mostraba cómo se prensaban las manzanas antiguamente para hacer la sidra y daban a probar -a cambio de la voluntad- el dulzón zumo resultante. En otro, una joven hacia esculturas sobre  calabacines y sandías.

El alumnado del ciclo de Cocina y Gastronomía de María Madre hizo tartas y manzanas rellenas de todo tipo de condimentos.El alumnado del ciclo de Cocina y Gastronomía de María Madre hizo tartas y manzanas rellenas de todo tipo de condimentos. - Foto: Ángel Ayala Daba gloria, pues, pasear por las estrechas calles del pueblo que, además, estuvo bendecido por una temperatura inverosímil a doce días de que empiece el mes de noviembre. Mangas cortas a mansalva y un puesto de helados a la entrada de Cantabrana daban fe de que este otoño no está siendo como los demás. Ni aparcar se podía casi de la cantidad de visitantes que se acercaron a pasar una mañana diferente también por la decoración de las calles de la localidad. Tanto el Ayuntamiento como la asociación cultural Las Olmas se afanaron en ponerlas bonitas con frutas, ramas y aperos de antaño y dedicando cada uno de los rincones a los pueblos de Las Caderechas.

«Para nosotros la Feria supone el pistoletazo de salida de la campaña de la manzana. Nos interesa que la gente venga, que conozca dónde se produce, que es diferente de otras y que ya la puede adquirir en su punto de venta», afirmaba José Ignacio Velasco, director técnico de la Marca de Garantía Manzana Reineta del Valle de Las Caderechas. ¿Y cuál es la singularidad de esta fruta? Que es de secano y más tardía, lo que hace que tenga más sabor. También tiene, por lo visto, un aguante increíble: A esta cronista le juraron que las que ayer se vendían durarán estupendas hasta Navidad.