Un estudiante arandino abandonó el campus 50 minutos antes del tiroteo

J.C.O. / Aranda
-

Asier Calvo Arroyo, alumno del Grado Superior en Vitivinicultura de la Ciudad de la Educación San Gabriel, se encuentra realizando prácticas desde hace dos semanas en una bodega del estado norteamericano de Oregón

La providencia quiso que un joven estudiante arandino de 28 años se salvara de la masacre sufrida el pasado jueves en el Umpqua Community Collegue del pueblo de Roseburg, situado en el estado de Oregón, en el noreste de Estados Unidos a unos 300 kilómetros de Portland, que se saldó con 10 muertos y una veintena de heridos. Una localidad que está hermanada con Aranda de Duero desde el año 2007, lo que dio lugar a que la Ciudad de la Educación San Gabriel mantenga desde hace tres años un convenio de colaboración e intercambio con esta escuela universitaria privada.
Fruto de este acuerdo, Asier Calvo Arroyo, alumno del Grado Superior de Vitivinicultura de los gabrielistas, viajó hace dos semanas a Estados Unidos para realizar prácticas en la bodega Abacela, situada a unos 7 kilómetros del casco urbano. Aunque normalmente no está en el recinto universitario, se dio la circunstancia de que en la aciaga jornada en que se produjo uno de los peores ataques con armas de fuego registrado en los últimos años en territorio norteamericano, tenía el día libre y se acercó a hacerse una fotografía junto a un hito señalizador que, con el título sister city, indica la dirección y la distancia en la que se encuentra la capital ribereña (8.772 kilómetros), abandonando milagrosamente el campus tan solo 50 minutos antes de que se inciara el letal tiroteo.
Asier se mostraba ayer muy tranquilo porque no llegó a vivir en primera persona el dramático ataque, tampoco presenció las angustiosas imágenes del ir y venir de ambulancias y policías, sino que se enteró de la noticia por los medios de comunicación, y no conocía a ninguna de las víctimas. En cualquier caso explicaba que hubiera sido muy difícil coincidir con el asesino porque él dedicó su visita a conocer la bodega universitaria «y el ataque se produjo en el edificio de Ciencias, que está bastante lejos». 
Fue el propio Asier quien, nada más que tuvo conocimiento de los hechos, llamó a su familia para tranquilizarla, «porque estaba claro que la noticia iba a trascender a nivel internacional». Sin embargo donde sí se preocuparon inicialmente fue en la Ciudad de la Educación San Gabriel, según reconoce su director, Enrique García, porque desde que trascendió la masacre sobre las 21:00 horas hasta cerca de las 23:30 horas no consiguieron que les respondiera ni al teléfono móvil ni a los whatsapps. «Cuando ya nos llamó fue un alivio, porque vimos que se había salvado», reconoce.
A la espera de conocer la identidad de los fallecidos, Enrique García, confiaba en poder confirmar que todos los profesores del centro norteamericano que visitaron la capital ribereña y artífices del acuerdo de colaboración educativa están a salvo «porque hay una profesora de la que aún no tenemos noticias, si bien es muy difícil recabar información porque se ha caído la web del centro y hay muy mala cobertura». Un convenio por el que en diciembre o enero está previsto que llegue hasta la capital ribereña un alumno de vitivinicultura estadounidense a realizar sus prácticas en la zona. «Esperemos que pese a esta tragedia pueda materializarse el intercambio», señalaba. 
Por su parte el estudiante ribereño indicaba que la masacre ha conmocionado a la sociedad de esta pequeña y hasta ahora tranquila localidad de apenas 21.050 habitantes, en la que nadie se podía esperar una tragedia de esta magnitud. Pese al suceso aseguraba que tenía intención de completar el mes y medio de prácticas que aún le restan, aprovechando al máximo las oportunidades que le brinda la bodega en la que está donde está aprendiendo diversos procesos de vinificación.