El Yagüe cierra tras 52 años y casi un millón de pacientes ingresados

Gadea G. Ubierna | Burgos
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fin de una etapa. Cuando mañana a las 15.00 horas se traslade a las últimas parturientas, el hospital de la avenida del Cid quedará vacío por completo. Adiós a un edificio en el que han nacido y muerto miles de burgaleses

En junio de 1960, el General Yagüe parecía estar muy lejos del centro y también de Gamonal, aunque poco después quedó totalmente integrado. - Foto: FEDE

Mañana se cumplirán 52 años desde que fue dada de alta la primera paciente atendida en el General Yagüe: una mujer de 27 años que ingresó el 10 de junio de 1960 a las diez de la mañana por una apendicitis crónica y que se consideró curada ocho días después. Así relata el médico que fuera responsable de la UVI del General Yagüe durante 28 años, Martín de Frutos, en el libro Hospital General Yagüe. De las 300 camas al complejo asistencial universitario de Burgos los comienzos del edificio que mañana cerrará sus puertas, tras 52 años de actividad y casi un millón de pacientes ingresados (976.039) entre aquel 10 de junio de 1960 y este 18 de junio de 2012. Los últimos en abandonar el bloque serán los trabajadores de los servicios de ginecología y obstetricia, así como las mujeres y los bebés nacidos hasta las 15.00 horas del lunes.

Es seguro que a los burgaleses de los años cincuenta les parecía que aquel edificio que tardó doce años en construirse (la primera piedra se puso en 1948) no solo pillaba a desmano de todo, sino que también era demasiado caro de mantener y demasiado grande para sus necesidades. Tres críticas que en los corrillos populares vuelven a hacerse hoy con respecto al hospital a estrenar y que dentro de unos años provocarán cierta risa. Pero sí que es cierto que los burgaleses no estaban tan desencaminados en cuanto a sus necesidades hospitalarias inmediatas, puesto que para los primeros tiempos solo se habilitaron 145 de las 309 camas disponibles. Según explica Martín de Frutos en su libro, «se utilizaron solamente la planta tercera con 50 camas para cirugía; la cuarta, con la misma capacidad, para traumatología; y la quinta con 26 camas, más los nidos para hospitalización maternoinfantil». Esto se debía, en gran medida, a que las hospitalizaciones eran escasas (hubo 1.800 ingresos en el primer semestre de actividad) y a que el hospital funcionaba con dos médicos y una docena de monjas de la congregación de San Vicente de Paúl, algunas con título de enfermera y otras que se limitaban a ejercer como cocineras, lavanderas u otras tareas menos relacionadas con la atención a pacientes. Tanto la incipiente Escuela de Enfermería como las camas de las monjas ocupaban la primera y segunda planta del inmueble, de ahí que la primera zona de hospitalización se instalara en la tercera, la cuarta y quinta plantas.

La precariedad en número de profesionales fue cambiando y mejorando hasta que, en 1974, se produjo la «jerarquización»; es decir, la organización del hospital de manera un poco más similar a la actual:los médicos de ambulatorio que prestaban servicio en el hospital fueron yendo a menos mientras que se iba engrosando una plantilla exclusiva de profesionales. De hecho, en 1975 la superiora de la congregación dejó de ser la enfermera jefe porque se contrató a una civil. A partir de ahí, la presencia de las religiosas fue siendo cada vez menor hasta 1995, fecha en la que las religiosas dejaron de atender pacientes y también de formar parte de la plantilla.

ocho y nueve días. En los primeros años de funcionamiento, y a medida que la población iba asimilando la existencia del hospital, el número de ingresos fue incrementándose casi por miles de un año para otro. De los 1.800 pacientes que fueron hospitalizados en el primer semestre de vida, se pasó a los 3.900 de finales de 1961, a los 5.000 de 1964 o a los 10.300 de 1971, por poner algunos ejemplos. Por entonces, la estancia media de los ingresos oscilaba entre los 8,5 y los 9,2 días, según recabó Martín de Frutos en su libro.

En las estadísticas oficiales relativas al número de ingresos se puede comprobar cómo son excepcionales los años que concluyeron con menos hospitalizaciones que en el año anterior. Es el caso de la segunda mitad de la década de los setenta, en la que después del boom del comienzo (hubo un incremento de 3.000 pacientes de 1974 a 1975), se bajó a entre 13.100 y 13.600. A partir de ahí se siguió creciendo hasta alcanzar el máximo histórico del hospital en 2007 con algo más de 34.000 ingresos. Después, se volvió a bajar, como prueban los datos del último lustro, con una media de 31.000 o 32.000 hospitalizaciones anuales.

Hay que tener en cuenta que las limitaciones de espacio detectadas en el hospital al poco de su puesta en marcha obligaron a firmar conciertos con otras clínicas y residencias para poder derivar pacientes. En este sentido, los datos relativos a ingresos de los años 2010, 2011 y 2012 facilitados por la delegación territorial de la Junta también incluyen las hospitalizaciones en el Divino Valles, pero todos los demás se han extraído del libro de Martín de Frutos y se refieren exclusivamente al General Yagüe. En este sentido, de Frutos explica que ya en 1970 hubo que externalizar algunas operaciones porque no era posible realizarlas en el edificio inaugurado una década antes. Así que se acordó pagar 500 pesetas a la desaparecida Clínica de Nuestra Señora del Carmen y al Hospital Provincial por cama y día de hospitalización. Con San Juan de Dios se llegó al acuerdo de pagar 600 pesetas por cama y día. Con el paso del tiempo, estos acuerdos se fueron modificando y actualizando, pero evidenciaron que la capacidad del hospital era insuficiente para la demanda de asistencia sanitaria. En 1966 se habían abierto las tres plantas restantes y también se habían ido ocupando espacios de las plantas que ocupaban las monjas y la Escuela de Enfermería, pero la consideración de Burgos como Polo de Desarrollo a finales de los sesenta atrajo mucha población y fue el detonante para ampliar el edificio.

En primer lugar, se decidió trasladar la Escuela de Enfermería y otros servicios como rehabilitación a un nuevo edificio, a la vez que se realizaba un proyecto de ampliación del edificio central. Así, en 1974 el hospital había pasado de las 309 camas iniciales que le dieron el nombre popular a las 723 que, realmente, estuvieron disponibles durante poco más de una década.

A partir de la jerarquización de 1974, el centro fue asumiendo especialidades con profesionales que necesitaban espacio para sus aparatos y sus métodos de exploración y este sitio fue sacándose de las habitaciones. En 2003, por ejemplo, había 582 camas disponibles y de ahí que muchos consideran que urgía la construcción de un nuevo edificio para evitar la cada vez más frecuente costumbre de las camas cruzadas, llegando a instalar hasta a cuatro pacientes en una misma habitación.

A finales de los años noventa, cuando había unas 600 camas disponibles, volvió a ser evidente que el General Yagüe no daba más de sí y ante el propósito de volver a invertir una millonada en una ampliación que intercedería en la prestación de asistencia, surgió un movimiento profesional y ciudadano en defensa de un nuevo hospital. Se estaban dando los primeros pasos para que lo que va a ocurrir mañana fuera una realidad y no solo una reivindicación. Al igual que ocurrió con el Yagüe, el Universitario ha tardado doce años en abrir sus puertas y poner a disposición de los burgaleses sus 744 camas. Teniendo en cuenta las dimensiones del nuevo edificio, puede parecer que son muy pocas camas para tanto espacio, pero la Administración destaca que se ha apostado por tecnología y medios para poder reducir todo lo posible las estancias medias y evitar que la historia del ya casi desaparecido General Yagüe vuelva a repetirse.