Los patrocinadores de la belleza

R. Pérez Barredo / Burgos
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Los historiadores René Jesús Payo y José Matesanz ponen nombre en su último libro a los mecenas que propiciaron la época más dorada del arte burgalés

Para que existiera el Siglo de Oro burgalés, para que en Burgos convivieran y trabajaran artistas de la talla de los Colonia, los Siloe, Felipe Bigarny o Cristóbal de Andino, Burgos necesitó de una pujante economía, una nobleza potente y unas influyentes y poderosas instituciones religiosas. Todas esas condiciones se dieron entre 1450 y 1600, los años que desde el punto de vista del arte y la sociedad abordan con minuciosidad los historiadores del arte René Jesús Payo y José Matesanz en el libro La Edad de Oro de la Caput Castellae, recién editado por Dossoles. Hacen hincapié los autores de este libro en aquellos que propiciaron tan floreciente época, que fue especialmente protagonizada por los mercaderes (en quienes nos detenemos en este reportaje) que desde el Consulado del Mar dominaron en aquellas décadas el comercio con los puertos atlánticos.

Así, enumeran y desgranan a estos, empezando por los POLANCO. Originarios de las montañas que comparten Burgos y Cantabria.Su mecenazgo principal tuvo como centro la iglesia de San Nicolás.Con sus dineros, Simón y Francisco de Colonia realizarían el retablo mayor, una de las grandes joyas escultóricas del tardogótico. Las donaciones permitirían a la familia contar con un sepulcro y retablo en cuya eternidad moran Alfonso Polanco y su mujer, Constanza Maluenda. Los BURGOS, familia que se decía heredera de MartínAntolínez, sobrino delCid, sintió debilidad por San Gil. Allí se encuentran varios sepulcros familiares, así como dos tablas en las que se representa a Juan García de Burgos y su esposa Constanza García y que son consideradas entre las primeras manifestaciones de pintura hispanoflamenca. Los SORIA, que comerciaron con Flandes, Inglaterra y las Canarias, también influyeron en la iglesia de San Gil; tanto, que por ellos se derribó la bóveda originaria para ampliar el presbiterio. Muchos miembros de la familia fueron en esta iglesia sepultados y de cuyos sepulcros apenas ha sobrevivido nada.

Gran estirpe de comerciantes y mecenas, los SALAMANCA tuvieron especial predilección por la iglesia de San Lesmes, siendo enterramientos y el retablo mayor las obras más destacadas de su patrocinio.Con todo, los Salamanca también financiaron obras en los conventos de San Pablo yde Santa Clara. Los FRÍAS, otra estirpe de riquísimos comerciantes, pertenecían a la parroquia de SanEsteban, donde ordenaron construir una capilla sepulcro, posiblemente obra de Francisco de Colonia por las semejanzas que guarda con la Puerta de la Pellejería.

Los GUMIEL, que vivieron entre Burgos y Roma, promovieron el retablo de San Bartolomé, obra de Bigarny y Picardo, para la iglesia de SanEsteban (hoy en San Lesmes) y un monumento funerario también para SanEsteban, obra de Nicolás Ibáñez y Juan de Valmaseda, con un relieve de la Última Cena. Los MALUENDA, acaso la más amplia y compleja estirpe de mercaderes que operó en Burgos en los siglos XV y XVI, dejaron huella de su potencial económico y de mecenazgo en numerosos lugares, como en la iglesia de San Nicolás, en los desaparecidos templos de San Llorente, La Blanca o San Pablo, así como muchas residencias y palacios, como el de Castilfalé.

Los GALLO, originarios de Castrojeriz, donde hay numerosas huellas de su mecenazgo en la iglesia de San Juan de esta localidad, también tuvieron presencia como patronos en la capital -en los conventos de San Pablo ySan Agustín. El de los CASTILLO PESQUERA es uno de los linajes burgaleses más destacados de estos siglos dorados.Su patrocinio artístico se dirigió a los conventos de la Merced y a templos como San Román. Los CASTRO MÚJICA, originarios de Vizcaya, dejaron su impronta en la iglesia de San Gil, donde se contruyeron la Capilla de los Reyes -presidida por un hermoso retablo, posiblemente obra de Bigarny-, en la que permanecen los sepulcros de Hernando Castro Mújica y Juana García de Castro. Este linaje también dejó huella en Castrojeriz, en la iglesia de San Juan. Los CASTRO DE LONDRES, que hicieron fortuna comerciando con las islas británicas, levantaron en Burgos lo que los autores de La Edad de Oro de la Caput Castellae consideran uno de los espacios funerarios con más «prestancia y con una vocación tan notable de mostrar el poder de los constructores»: la Capilla de la Natividad de la iglesia de San Gil, en la que pudo trabajar Juan de Vallejo. En el mismo templo quedan todavía hoy más obras del legado de esta estirpe de mercaderes.

El linaje de los MELGOSA, oriundo de Salinas del Rosío, en Las Merindades. No sólo contaron en la capital con un solar de fuste, como era la Casa Melgosa, edificada por Pedro de Castañeda y en la que pudo trabajar Juan de Vallejo, sino que tuvieron una capilla en el convento de San Pablo y otra nada menos que en la Catedral: la de Santiago, que construyó, con toda seguridad, Vallejo.

Los ASTUDILLO, comerciantes burgaleses tan internacionales que comerciaron con Alemania, Flandes, las Indias e Italia. Su pujanza económica les favoreció a la hora de obtener un enterramiento en la recién construida por Vallejo capilla de Santiago de la seo capitalina.El sepulcro de Lesmes de Astudillo y Mencía de Paredes está coronado por un relieve de la Adoración de Pastores.Esta familia también poseyó enterramientos en el Montasterio de San Juan, en el convento de San Agustín y en ciudades como Colonia oFlorencia. Los LERMA se fijaron también en el Monasterio de San Juan, en la iglesia de San Llorente y en San Gil, donde construyeron la Capilla de la Buena Mañana, cuya traza se atribuye a Simón de Colonia, destacando el excepcional retablo, ejecutado hacia 1500.

Originarios de Mahamud, los QUINTANADUEÑAS quisieron dejar su impronta en San Román; su patrocionio artístico puede contemplarse en la iglesia de su Mahamud natal. Los CAÑAS financiaron un espectacular sepulcro en San Esteban y los GAMARRA, que levantaron la torre de Olmos Albos. El linaje de los BERNUY, de orígenes judíos abulenses, perpetuó su memoria en Burgos impulsando y financiando la construcción del Hospital de la Concepción, nada menos. Los PRESA, de origen vasco, hicieron gala de su poderío económico fijando su residencia en un hermoso caserón sito en la Puebla, que gozó de una ‘cámara de las maravillas’, esto es, una impresionante colección de tapices, esculturas, pinturas, y toda la orfebrería posible.JUAN DE SAN MARTÍN, DIEGO DE CARRIÓN y VENTURA DE MEDINA, que fueron tres notables mercaderes burgaleses que desarrollaron de forma conjunta una intensa actividad comercial, hicieron de San Lesmes su lugar de enterramiento y, como subrayan Payo y Matesanz, «contribuyeron a hacer de esta parroquia uno de los centros artísticos más dinámicos del siglo XVI en Burgos».

MIGUEL DE ZAMORA, de origen humilde, llegó a acumular una inmensa fortuna gracias a la exportación de lana y paños, contribuyó a construir San Lesmes, al igual que FRANCISCO DEALMAZÁN, esclavista que entregó grandes cantidades de dinero al templo del patrón de Burgos y al Monasterio de San Juan. ANA DE ESPINOSA, esposa del licenciado Pedro González de Salamanca y miembro de una importante estirpe de comerciantes, legó para la posteridad la capilla de la Natividad de la Catedral, cuyo retablo mayor, de estilo manierista, es una de las joyas del templo burgalés. Por último, los autores del libro destacan a los HARO, de orígenes riojanos, quienes también centraron su patrocinio artístico en San Lesmes, donde se halla el monumento funerario de Cristóbal de Haro e Isabel de Astudillo.