Quema una sucursal en Sotopalacios tras notificarle el juez el embargo de una finca

I. Elices / Burgos
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Como una bomba. Víctor U.G. mandó salir a los 4 empleados antes de vaciar un bidón de 20 litros de gasolina. El local explotó al instante

Los bomberos de Burgos sofocaron las llamas. - Foto: DB/Alberto Rodrigo

Víctor U.G. llevaba meses «amargado, agobiado», pero ayer por la mañana, antes de prender fuego a la sucursal de Caja de Burgos-Caixabanc, en Sotopalacios, no se mostró especialmente inquieto. Se levantó sobre las 5 de la madrugada y le dijo a su mujer que se quedara en la cama, que él la despertaría cuando se le hiciera la hora de salir al trabajo. Puso en marcha el coche de su esposa, retiró la escarcha de la helada y se despidió de ella. Después se puso a escribir la nota que dejaría a su familia explicando lo que iba a hacer y los motivos. En concreto, estaba dirigida a uno de sus hijos.

Sobre las 09.00 horas, cogió su furgoneta, donde antes había introducido un bidón de 20 litros con gasolina, y se dirigió a la mencionada sucursal , situada justo enfrente del hostal Sotopalacios. Con toda la tranquilidad del mundo, mandó salir a los cuatro empleados -tres varones y una mujer- y comenzó a rociar con el combustible el interior  de la oficina, donde no había ningún cliente. Después le prendió fuego y salió por la puerta. A los pocos segundos la sucursal explotó y algunos de los cristales de las ventanas alcanzaron el otro lado de la carretera.

Algunos de los restos impactaron en los trabajadores de la oficina. Aunque salieron rápidamente, la deflagración se produjo muy deprisa y no pudieron alejarse lo suficiente. Algunos restos de las lunas del inmueble les produjeron cortes de los que tuvieron que ser atendidos por los servicios sanitarios de Sacyl. Asimismo, algunos de ellos sufrieron ataques de ansiedad, si bien ninguno tuvo que ser ingresado en el hospital.

Los Tedax de la Guardia Civil tomaban ayer fotografías.Los Tedax de la Guardia Civil tomaban ayer fotografías. - Foto: DB/Alberto Rodrigo Mientras los vecinos y los clientes del hostal Sotopalacios salían a la calle para ver que había ocurrido -por el ruido de la detonación algunos pensaron que se trataba de una bomba-, el causante de la explosión se montaba de nuevo en su vehículo y regresaba a su casa, situada cerca del castillo del pueblo. A las 10 de la mañana, varias dotaciones de la Guardia Civil llegaban a su domicilio, donde estaba esperando a los agentes. Fue inmediatamente detenido.

Desde hace 30 años -Víctor tiene 62 actualmente- regenta un taller de carpintería metálica (Ubiarri) ubicado al lado de su casa. En los últimos tiempos el nivel de pedidos que llegaban al negocio había disminuido de forma alarmante y no podía hacer frente, ni él ni su familia, a la devolución de un préstamo de 24.000 euros que le concedió Caja de Burgos-Caixabanc, de la que es cliente de toda la vida. Según su hijo, llevaban meses intentando renegociar la deuda con la entidad, tratando de rehipotecar algunas propiedades para eludir el embargo de alguno de sus bienes.

Pero el martes recibía una comunicación del Juzgado número 2 de Primera Instancia de Burgos, en la que le informaban de que se iniciaba el procedimiento para subastar una finca de su propiedad, de 1.700 metros cuadrados, emplazada junto a las vías del tren. En el mismo escrito ya aparecía la fecha en la que se produciría la puja pública, el día 18 de diciembre.

Ésta fue la gota que colmó el vaso, reconoce su familia, que, por otra parte, desconocía hasta ayer que Víctor hubiera recibido dicha comunicación judicial. Según su hijo, el terreno embargado tiene un valor, como mínimo, de 90.000 euros. Además, allí guardan maquinaria y hay cuadras construidas que tendrán que desmantelar.

Asimismo, varios clientes -entre ellos una aseguradora- adeudan al taller de carpintería más de 30.000 euros en facturas impagadas. «Es una de las razones por las cuales tampoco podemos pagar al banco», afirma el vástago.

Ni su mujer ni su hijo se imaginaban que pudiera hacer semejante cosa. Eran conscientes de que atravesaban una mala situación económica y que el hombre estaba muy desanimado últimamente. En la carta que dejó a sus familiares explica lo que iba a hacer y enviaba un mensaje a su vástago -que trabajaba con él- para que cuidara de su madre y del resto de bienes de que son titulares.

Los bomberos de Burgos llegaban al pueblo antes de las 10 de la mañana con un camión autobomba con el fin de sofocar las llamas. Los trabajos de los ocho efectivos que se desplazaron duraron hasta pasado el mediodía. La sucursal bancaria quedó totalmente destrozada. La estructura, según el primer análisis, no está afectada, pero la fachada era derruida ayer por la mañana. Ningún edificio situado en las cercanías sufrió daños de consideración. Pero los cristales llegaron casi hasta la iglesia del pueblo. De hecho, algunos vecinos barrían ayer la calle que conduce hasta el templo y retiraban restos caídos sobre sus automóviles.

La explosión si causó destrozos en los coches de alguno de los empleados, aparcados justo enfrente de la sucursal. El delegado de zona de Caixabank indicó que es pronto para valorar los daños del local.

La central de emergencias 112 de Castilla y León envió hasta el lugar del suceso una UVI móvil de Sacyl, que atendió in situ a los empleados de la sucursal.

La Guardia Civil, al margen de las dotaciones de Sotopalacios, desplazó varias unidades de la Policía Judicial, así como al equipo de desactivación de explosivos, con el fin de esclarecer todo lo ocurrido.