El desafío de los medicamentos innovadores

C. A. (SPC)
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El desarrollo de terapias disruptivas hace necesario potenciar la cultura de la medición para mejorar la eficiencia del sistema sanitario

En los últimos años se han desarrollado terapias innovadoras que han permitido alcanzar grandes logros en la lucha contra distintas enfermedades. En algunos casos se ha conseguido curar patologías, como ha sucedido con la hepatitis C, en otros se ha logrado cronificar dolencias que eran mortales como el sida, y en otras afecciones se ha mejorado la supervivencia y la calidad de vida de los pacientes.

El beneficio de estos avances terapéuticos ha quedado latente en los datos de mortalidad de los servicios de oncología, haciendo que en los últimos 25 años las muertes por cáncer se hayan reducido un 20 por ciento. También han supuesto un antes y un después en patologías cardiovasculares, área en la que los fallecimientos han caído un 37 por ciento en lo que va de siglo. 

Se trata, por tanto, de avances sin precedentes en la Historia de la humanidad, hasta el punto de que los nuevos tratamientos son responsables de dos terceras partes del incremento de la esperanza de vida registrado en la primera década de este siglo. «Vivimos un momento histórico», aseguraba recientemente Jesús Acedillo, presidente de Farmaindustria, en una jornada sobre innovación biomédica celebrada en Madrid. 

No obstante, estas terapias innovadoras suponen también un desafío para el Sistema Nacional de Salud, que debe adaptarse para garantizar que los pacientes sigan teniendo acceso a los nuevos medicamentos. Y es que, en general, el precio de estos fármacos es alto al estar diseñados para tratar a un pequeño número de pacientes. El reto es por tanto favorecer la incorporación de las terapias dirigidas o personalizadas sin poner hacer peligrar la sostenibilidad del sistema. 

Por su parte, la industria farmacéutica innovadora mira la incorporación de estos medicamentos con optimismo y defiende que no existen motivos para generar alarma, puesto que «lejos de lo que preconizan algunos, los sistemas de salud se van a desarrollar para ser plenamente capaces de incorporar estas terapias disruptivas», aseguró Jesús Acebillo. 

De hecho, ya existen soluciones para hacer compatible el acceso a la innovación sin dañar las arcas del Estado. En este sentido Humberto Arnés, director general de Farmaindustria, habló de los métodos de financiación de riesgo compartido o de techo de gasto, como «fórmulas inteligentes y flexibles» que, aunque reconoce que por el momento son «imperfectas», permiten en la actualidad poder hacer frente al coste de las nuevas terapias. 

optimizar el gasto. Para lograr mayores ahorros y optimizar el gasto se hace imprescindible avanzar en la cultura de la medición, permitiendo obtener el verdadero valor de los medicamentos a partir de resultados en salud. Este es un objetivo que empieza a ser posible gracias al proceso de la transformación digital, que facilita analizar y procesar grandes cantidades de datos clínicos para determinar la eficacia de la nuevas terapias, pero también en lo que se refiere a ahorros que se generan en el medio y largo plazo al evitar otros costes sanitarios y mejorar productividad por la vía de menores tasas de absentismo laboral al poder los pacientes reincorporarse antes y en mejores condiciones a sus puestos de trabajo tras padecer alguna patología. Sin embargo, expertos como José María Álvaro-Gracia, del Servicio de Reumatología del Hospital de La Princesa en Madrid, advierten de la dificultad de medir los resultados en ciertas enfermedades, en las que la mejoría del paciente es subjetiva. Y es que según explicó durante la jornada, «es fácil medir la supervivencia en cáncer, pero no es tan sencillo valorar el dolor que siente un paciente con una enfermedad inflamatoria». 

Por ello, distintas organizaciones, como la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), trabajan ahora en identificar indicadores para todo tipo de enfermedades de manera que puedan compararse los datos de los pacientes de la forma más objetiva posible. 

Sobre este punto, los afectados piden que se cuantifiquen no solo aspectos clínicos sino también de calidad de vida y para ello solicitan ser escuchados en la elección de estos indicadores, ya que hay casos en los que el cuadro del afectado mejora, pero él no lo siente así y consideran que han de tenerse en cuenta este tipo de situaciones. 

Un proceso complejo en el que, según Acebillo, «el big data tendrá un papel fundamental a la hora de transformar los procesos de gestión y de decisión mejorando la eficacia del sistema sanitario en todo el mundo».