San Pedro Regalado

Máximo López Vilaboa / Aranda
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La pedanía de La Aguilera alberga el sepulcro del patrón de Valladolid y de los toreros, cuya festividad se celebra hoy con la tradicional romería en el entorno del santuario, actualmente en manos de Iesu Communio

Imagen de 1920 del monasterio de la Aguilera visto desde el lado oeste y donde se aprecian sus característicos arbotantes. - Foto: Archivo Máximo López

Hoy se celebra la fiesta de San Pedro Regalado cuyo sepulcro se encuentra en el término municipal de Aranda de Duero, en la Aguilera. El nombre oficial del santuario es Domus Dei (la casa de Dios), ahora también es conocido con el nombre de la nueva congregación religiosa, Iesu Communio, pero como siempre se le ha conocido es por el nombre que nunca ha sido oficial, el de San Pedro Regalado. Esto es buena prueba del cariño y veneración que ha existido hacia este santo.

Éste nació en la Valladolid en 1390. Fray Pedro de Villacreces (1350-1422) quería devolver a la orden franciscana a su antigua pureza evangélica, basada en la vida pobre. Consiguió atraer al joven Pedro que acababa de ingresar en un convento franciscano cerca de su casa natal de Valladolid y se fueron a vivir, a las afueras de la Aguilera, a una antigua ermita en ruinas dedicada a San Antonio. Cuentan que no tomaban otro alimento más que los mendrugos de pan que les daban los viajeros.

 Cuando visitaban algún pueblo de la Ribera no tenían otro interés que llegar a la iglesia para saludar a Jesús sacramentado. Cuentan de fray Pedro Regalado que nunca pronunció la palabra “mío” y “tuyo”, y que nunca tocó el dinero si no era para hacer caridad. Desde la Aguilera fue con fray Pedro de Villacreces a fundar el eremitorio de Santa María del Abrojo, en Laguna de Duero (Valladolid). Cuentan que en una ocasión tuvieron que atravesar el río Duero y Pedro tendió su manto sobre las aguas sirviéndoles de barca.

PRODIGIOS

Otro de los prodigios que rodean su vida es muy conocido ya que así está representado en el altar mayor de la Aguilera, llevado por el cielo entre ángeles. Se trató de un fenómeno de bilocación, que le permitió estar casi simultáneamente en dos lugares a la vez muy distantes, el convento del Abrojo y el de la Aguilera. Estaba con unos nobles reunidos en el Abrojo y les dijo: «Tengo que marcharme, no os impacientéis si estoy un rato ausente». De aquella jornada consta que estuvo a la vez en la Aguilera y en el Abrojo y que en ambos lugares rezó maitines y celebró capítulo. El desplazamiento fue atribuido a la ayuda de los ángeles. Este hecho milagroso fue tomado como fundamento para que se quisiera nombrar a San Pedro Regalado patrón de Internet. Según los partidarios de este patrocinio el milagro de la bilocación está directamente relacionado con la experiencia que viven los internautas, que pueden estar, gracias a la red, en dos sitios muy lejanos simultáneamente. También hubo otras propuestas como la de San Isidoro de Sevilla, autor de las Etimologías y creador de la primera base de datos en pleno siglo VII. Además hubo otras propuestas como Santa Rita, Santa Tecla, San Andrés, Santa Clara, San Juan Bosco, San Maximiliano Kolbe, y el beato Santiago Alberione. Aunque no es un tema cerrado el sacerdote italiano Santiago Alberione (1884-1971) ha sido propuesto como modelo en la difusión de ideas a través de las nuevas tecnologías, dado que en su vida fue un predicador que usó de los medios técnicos del siglo XX.

Uno de los patrocinios que sí que tiene San Pedro Regalado es el de los toreros. Esto se debe a un milagro que cuentan que «saliendo San Pedro Regalado del convento del Abrojo, sin saber que hubiese fiesta de toros, se escapó uno de la plaza y le acometió furioso. El santo, después de implorar al cielo, le mandó postrarse y lo ejecutó rendido. Quitóle el santo las garrochas y echándole la bendición le mandó que fuese sin que hiciera mal a nadie, lo que ejecutó el animal». En 1953 la Asociación de toreros de España propuso dos candidaturas para elegir a su patrón: San Juan de Sahagún y San Pedro Regalado. Aunque el primer candidato también tenía acreditados milagros taurinos se optó por San Pedro Regalado en una apretada votación.

San Pedro Regalado murió en 1596 y, cuando ya estaba en el sepulcro, que no había sido cubierto todavía, vino un pobre. El difunto Pedro sacó la mano y le dio una limosna. Su vida de santidad y los prodigios que la rodearon llevaron a que fuera beatificado en 1684 por el Papa Inocencio XI y canonizado en 1746 por Benedicto XIV. Ya antes de este reconocimiento oficial la fama de santidad de San Pedro Regalado era un hecho muy extendido pero con la beatificación se edificó el espectacular camarín del santo.

Muchos años antes la reina Isabel la Católica visitó varias veces el sepulcro aprovechando sus múltiples estancias en Aranda de Duero. Consideraba que el sepulcro era demasiado modesto y por eso encargó otro de alabastro. La reina quería ser testigo del traslado de los restos y pidió que se le concediera una reliquia del santo. Cuando cortaban la mano del cadáver empezó a manar sangre pese a que habían pasado ya varias décadas desde el fallecimiento. Carlos I también compartió alguna jornada con los franciscanos del Domus Dei. Felipe III visitó con frecuencia este convento estando en La Ventosilla. Precisamente, junto al sepulcro del santo, hay un lienzo en el que se representa al príncipe enfermo (el futuro Felipe IV) en una casa de la Plaza Mayor de Aranda, al que se lleva una reliquia de San Pedro Regalado con la esperanza de su pronta curación, como así fue. Felipe V, el primer Borbón, visitó varias veces el sepulcro de San Pedro Regalado, una de ellas el 15 de enero de 1722.