Muchos de los que elogiaban la figura del exdirector de Bankia, Rodrigo Rato, se han quedado mudos de repente al conocer el presunto uso que este hizo de su tarjeta b para gastos personales de todo tipo. Y es que, el reconocido economista, que pudo haber sido el hombre que hoy ocupa el despacho principal del Palacio de La Moncloa, ha quedado en entredicho tras hacerse públicas las supuestas cuantías y los conceptos manejados con este sistema de pago opaco. 

Son los propios analistas políticos, y el expresidente del Gobierno José María Aznar -al reseñarlo así en el primer volumen de sus Memorias (2012)-, los que apuntan que el exministro era el suecesor natural del que fuera cuarto jefe del Ejecutivo de la democracia. Pero Rato rehuyó ese destino, y rechazó el ofrecimiento por dos veces. 

Algo más de una década después, y a sus 65 años, parecía que el tiempo respaldaba esta compleja decisión, y el vicepresidente económico durante dos legislaturas se convertía en el primer español en dirigir, nada más ni nada menos, que el Fondo Monetario Internacional (FMI). Un cargo de enorme prestigio que ocupó durante tres años, hasta que presentó su dimisión en Washington para asumir, en 2007, la Presidencia de Caja Madrid. 

Durante su época al frente de la entidad, Rato capitaneó su fusión con otras cajas de ahorro, una operación que dio lugar al nacimiento de Bankia, cuya salida a Bolsa también lideró. 

En este punto de la historia es cuando comenzó a opacarse su trayectoria, pues esta entidad sería la que, años más tarde, acapararía la mitad de los fondos aportados por Europa para la nacionalización de algunos bancos españoles. A ello habría que añadirle su reciente imputación en la Audiencia Nacional acusado de un delito de estafa, falsedad documental y administración desleal por el presunto uso fraudulento que hizo de las tarjetas opacas de Caja Madrid. 

El juez Fernando Andreu, que el pasado jueves impuso al economista tres millones de euros de fianza civil, que debe depositar antes del miércoles para evitar un embargo, lo acusa junto a su antecesor en el cargo, Miguel Blesa, de delito continuado de administración desleal y de «consentir, aceptar y propiciar» el uso indebido de fondos de la entidad madrileña con tarjetas b. 

En la declaración ante el magistrado, los consejeros y directivos de la entidad atribuyeron la responsabilidad de estos supuestos hechos delictivos a terceros, a pesar de que utilizaron este sistema de pago opaco en provecho propio, según aseveró Andreu.

El juez pidió a Blesa una fianza de 16 millones, que ya ha dicho que no podrá pagar, por lo que el magistrado dará curso próximamente del embargo de sus bienes. En total, están siendo investigadas 86 personas, presuntamente por un sistema de sobresueldos ilegal, que superó los 15 millones en total. 

En este sentido, el gasto que Rato hizo con sus tarjetas b asciende a 99.000 euros, una cantidad que ha devuelto en su integridad haciendo entrega de un cheque a la Audiencia Nacional. 

Los informes dicen que en últimos meses que estuvo al frente de Bankia en 2012, el economista presuntamente sacó del cajero 16.300 euros. 

 

SU DESTINO. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, tiene ahora en sus manos parte del destino del exdirector del FMI, en lo que se refiere a su militancia en el partido al que lleva tres décadas afiliado, contando con los años de Alianza Popular: el PP. 

El Comité de Garantías de la formación estudia su suspensión y su posible expulsión. «El PP ha abierto un expediente informativo y es evidente que yo no debo prejuzgar nada», aseveró Rajoy en Milán al ser preguntado sobre si Rato mantendrá el carné popular pese a su reciente imputación. 

Sin embargo, el presidente no pronunció el nombre de su excompañero de Gabinete en ningún momento. «La persona por la que se han interesado», afirmó en referencia a él al responder a los periodistas. «Lo que haga mi partido, bien hecho estará siempre», señaló.