El Papa Francisco beatifica a Pablo VI y clausura el Sínodo

DPA
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Bergoglio proclama beato a Giovanni Battista Montini, que rigió el Vaticano entre 1963 y 1978 y desarrolló el Concilio Vaticano II, modernizando y renovando la Iglesia de la época

El Papa Francisco beatifica a Pablo VI y clausura el Sínodo - Foto: TONY GENTILE

El Papa Francisco, en presencia del Emérito Benedicto XVI, y los casi 200 prelados de la Iglesia católica que participaron en el Sínodo de la Familia, en el que las posiciones estuvieron muy divididas en algunos puntos, cerraron filas ayer para beatificar a Pablo VI durante una multitudinaria misa en la Plaza de San Pedro del Vaticano.

En su homilía, Bergoglio renovó su llamamiento al cambio y a la misericordia tras las dos semanas de Sínodo en las que las alas más progresistas y conservadoras del catolicismo debatieron sobre cómo debe ser la actitud de la Iglesia hacia los homosexuales y los divorciados que volvieron a contraer matrimonio.

Dios «¡no tiene miedo de las novedades!», proclamó el Pontífice. «Por eso, continuamente nos sorprende, mostrándonos y llevándonos por caminos imprevistos. Nos renueva, es decir, nos hace siempre nuevos».

«En eso reside nuestra verdadera fuerza, la levadura que fermenta y la sal que da sabor a todo esfuerzo humano contra el pesimismo generalizado que nos ofrece el mundo», añadió, en una Iglesia que debe «hacerse cargo de las heridas abiertas y devolver la esperanza a tantas personas que la han perdido».

En la celebración participaron miles de personas que estallaron en aplausos cuando el Santo Padre proclamó la fórmula que convierte en beato a Giovanni Battista Montini, el Papa que estuvo al frente del Vaticano entre los años 1963 y 1978 y contribuyó a grandes reformas, sobre todo a concluir el Concilio Vaticano II que había iniciado su antecesor Juan XXIII, proclamado a su vez santo el pasado abril.

Francisco citó unas palabras de Pablo VI cuando instituyó el Sínodo de 1965 precisamente sobre el cambio: «Después de haber observado atentamente los signos de los tiempos, nos esforzamos por adaptar los métodos del apostolado a las múltiples necesidades de nuestro tiempo y a las nuevas condiciones de la sociedad».

El legado de Pablo VI es controvertido. Los conservadores lo critican por llevar hasta el final el Concilio Vaticano II y por aplicar sus reformas, sobre todo la abolición de la misa en latín y la apertura hacia otras confesiones.

Los progresistas que apoyaban estas renovaciones, en cambio, lo acusan de no haber ido demasiado lejos, y es poco popular entre los liberales en Europa y EEUU por su posición de condena a todo tipo de anticoncepción que no sea la natural, sobre todo a la píldora.

Francisco elogió su figura como hombre humilde y profético: «En el momento en que estaba surgiendo una sociedad secularizada y hostil, supo conducir con sabiduría y con visión de futuro el timón de la barca de Pedro sin perder nunca la alegría y la fe en el Señor».

Para ser beatificado debe atribuírsele un milagro a la personalidad elegida. En el caso de Montini se trata de la curación de un feto que sufría una grave malformación y que según certificaron los expertos del Vaticano nació sano después de que su madre pidiera a Pablo VI su intercesión.

Documento final.

Mientras, los 183 participantes del Sínodo -obispos, cardenales y miembros de la Curia romana- estaban llamados a aprobar con al menos una mayoría de dos tercios cada uno de los 62 artículos de un documento de 17 páginas que resumía sus deliberaciones durante dos semanas.

Tres artículos que defendían una mayor apertura hacia las uniones homosexuales y los divorciados casados de nuevo fueron apoyados por una mayoría de religiosos pero no por el mínimo de dos tercios, por lo que no fueron ratificados formalmente. Un cuarto título sobre los «aspectos positivos» de las bodas civiles y la convivencia sin pasar por el matrimonio apenas superó la cantidad necesaria.

El cónclave, que comenzó el 5 de octubre y terminó ayer, no se proponía iniciar reformas, sino que tendrá continuidad el año que viene, cuando se espera que los líderes de la Iglesia puedan resolver sus diferencias y hacer propuestas concretas sobre la doctrina al Papa Francisco.