«No sé leer una partitura. Siempre me he movido por la intuición»

R. Pérez Barredo / Burgos
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Israel Delgado • Cantante de Siete 7 Black y compositor

Burgos y la música grabada en los genes. Eso es lo que comparten los protagonistas de esta serie de encuentros que rinden tributo a la honestidad de quienes hallaron en un pedazo de vinilo, en una vieja canción o en una guitarra de saldo una escalera para llamar a las puertas del cielo.

El 20 de agosto de 1994 se encaramó al número uno de los 40 Principales, recogiendo el testigo de la banda Mano Negra, un joven que había sido militante de la cultura breakdance y que aún cultivaba ese aire urbano de gorra, capucha, sudadera y pantalones anchos. Todas las discotecas de España pinchaban su tema estrella, que aunque fue compuesto sin esa intención se convirtió en una suerte de himno generacional. ‘Somos el futuro’ fue la canción que más sonó en las radiofórmulas españolas durante aquel verano. Su intérprete era Siete 7 Black, nombre artístico tras al que se escondía un tímido chaval burgalés llamado Israel Delgado, a quien aquel éxito le sorprendió desprevenido. Sin embargo, ni se volvió loco ni se convirtió en un muñeco roto. Más al contrario: demostró una enorme personalidad y una honestidad fuera de lo normal.

Hijo de emigrantes españoles en París, nació en la Ciudad de la Luz, de la que guarda casi exclusivamente recuerdos musicales. «Me pasaba el día pegado al tocadiscos en el que mis padres escuchaban un poco de todo, de Camilo Sesto a Johnny Hallyday o Donna Summer. No me recuerdo jugando, sino oyendo música. Su familia se instaló en Burgos cuando él tenía seis años. Conscientes del interés que en aquel enano despertaba la música, sus padres decidieron hacerle un regalo: una bandurria. «Cuando la vi pensé que era una guitarra mal hecha. Me llevé un disgusto del copón». Recibió unas pocas clases de solfeo y empezó a tocarla. Poco tiempo. «La verdad es que, aunque esté mal que lo diga, yo nunca he estudiado música. He sido siempre autodidacta. Me pones una partitura y es como si estuviera viendo Matrix: no entiendo nada. Yo creo que siempre me he movido por la intuición. Pero a la gente le gusta lo que hago y estoy donde estoy, aunque tengo la espinita clavada de haber estudiado, de haberme formado bien».

La bandurria se convirtió en guitarra tras la EGB, primero española y luego eléctrica. Y dale que te dale a las cuerdas. Y después llegaron los teclados, «que me abrieron un mundo diferente, nuevo. Ese descubrimiento fue algo muy impactante para mí».Se considera hijo del breakdance, del funky, del soul, incluso del hip-hop. «Yo era de los que iba a bailar a los parques. Fue una movida muy sana que me gustó mucho. Mientras había chavales que iban a beber, yo iba a bailar. Esas son mis raíces. De ahí me nace el gusto por los sonidos, por apreciar los ritmos, todos los matices». En el loro que Israel llevaba a los parques sonaban Grand Master Flash & Furious Five, Kurtis Blow, Kool and the Gang o Michael Jackson. «Y muchos de mis amigos se centraban en bailar, pero yo además escuchaba con atención, como si ya estuviese procesando en mi mente todos aquellos sonidos y ritmos».

A comienzos de los años 90 ganó un premio a nivel local en una de las radiofórmulas de la época. El galardón consistía en grabar un disco. Lo hizo, pero «quedó una cosa un poco extraña». Eso sí, a finales de 1993 le surgió la posibilidad de grabar un disco en serio, con una pequeña compañía de León. Había que buscar nombre artístico. No fue difícil. Y tiene un origen romántico: «La primera vez que me enamoré de una chica ella llevaba una camiseta con dos sietes. Aquello se me quedó grabado. Con el mánager decidí juntar ese punto personal con el black que hacía referencia a la música negra». Así surgió Siete 7 Black. Y aquella chica es hoy su mujer. «Grabé el disco con mucha ilusión. Desde luego, todo lo que vino después fue totalmente inesperado». Ese ‘lo que vino después’ fue un éxito sin precedentes. Un chaval al que nadie conocía se convirtió de la noche a la mañana en una estrella de la música. «Un chavalín de Burgos, desconocido, que hacía una música que no había sonado nunca, con una discográfica a la que no conocía ni el Tato... Fue increíble. Los 40 Principales me apoyaron mucho. Y ‘Somos el futuro’ se convirtió en número 1. Nos pilló a todos muy desprevenidos. Es curioso porque hay cosas que surgen sin esperarlas. Ese tema no fue compuesto con rebeldía. Nunca he sido contestatario, en absoluto.Pero hice la melodía y al escribir la letra, me salió eso. Y se convirtió en una canción generacional».

El verano del 94 fue para el músico burgalés algo brutal. «Di conciertos por toda España. Fue un subidón». No olvidará muchos de los multitudinarios bolos, ante miles de personas (50.000 le vieron actuar en Tenerife), aunque recuerde todavía con temor uno celebrado en Badajoz, en el que había un francotirador apostado en una ventana que disparó perdigones al escenario. Aunque a mitad de concierto se supo de la existencia de aquel zumbado, la actuación no se suspendió. «Esa noche bailé como un loco», dice entre risas. Tampoco ha olvidado los nervios salvajes que le agarrotaban el estómago antes de subirse a un escenario. «Lo mío era terrible, me ponía muy nervioso, pero de tener que ir al baño cada dos por tres».

De aquellos meses de locura conserva un recuerdo agridulce. «Dulce por la gente. El contacto con los fans fue increíble.Todavía hoy hay quienes me escriben, quienes me mandan el disco para que se lo firme. ¡Después de 20 años! Hubo mucha magia con el público, una conexión muy especial, quizás porque me vieron como un tío normal, no como una estrella.Yo iba con mis pintas de siempre...» La parte más agria corresponde al mundillo de la música. «Acabé mal. Por ese lado no guardo un buen recuerdo. Teniendo el apoyo de los medios y la acogida de la gente quise aprovecharlo y hacer un segundo disco en mejores condiciones. Pero la discográfica, el mánager y yo no nos entendimos bien. Éramos muy distintos. Cierto que había más ilusión que presupuesto, pero tras el éxito del primer disco yo entendía que había argumentos para que la apuesta por el segundo fuese mayor. Pero no hubo entendimiento. Agoté el contrato que tenía durante tres años en los que al final no hicimos nada y todo aquello se acabó». Eran los años dorados de las discográficas y tras aquel fiasco le llamó una muy poderosa de Barcelona. «Recuerdo los Porsche y Maserati aparcados en la puerta. Una mesa gigante. Todo de superlujo. Y yo allí con mi cazadorilla... Me dijeron que les gustaba lo que hacía, cómo cantaba, mi estilo, mi imagen. Pero que la música que hacía no era vendible. Me propusieron reenfocar mi carrera al dance. Y les dije que no. No lo vi. A mí me gustaba lo que yo hacía y no estaba dispuesto a cambiar. Creo que fui honesto y coherente conmigo y con la gente a la que le había gustado el primer disco. Quizás tuve los pies demasiado en la tierra... No lo sé... Pero no me arrepiento de nada».

Pero a Israel Delgado no le pesó especialmente aquel revés, ni lo recuerda con rencor ni amargura. Sí que se pregunta a veces qué hubiera pasado si se hubiese hecho un segundo disco más ambicioso, pero poco más. «Aquellos años me sirvieron para renovarme, para probar otras músicas, otras disciplinas artísticas. Gracias a eso, adquirí unos conocimientos que me sirvieron para el futuro». Ayudando a grabar el disco de un amigo, se cruzó en su vida Javier Cárdenas (presentador de radio y televisión) que en aquel momento colaboraba en ‘Crónicas Marcianas’. Le gustó lo que Israel estaba haciendo -músicas instrumentales, orquestales- y le pidió unos temas para enseñárselos a Jorge Salvador, productor del programa que dirigía Javier Sardá. «Y hasta hoy.Desde entonces trabajamos juntos». Israel Delgado forma parte de 7yAccion, productora que está detrás de formatos y programas como ‘Guerra de Sesos’, ‘Tonterías las justas’, ‘Otra Movida’, ‘Así Nos Va’, ‘Cámera Kids’ o ‘El Hormiguero’, cuyas sintonías, todas, son obra suya.

Desde entonces la vida de Israel Delgado se mueve entre sintonías, fondos musicales, jingles, efectos... Ha habido días que en la televisión han llegado a sonar hasta un centenar de sus creaciones. «En ‘El Hormiguero’, si el programa dura 45 minutos, cerca de 40 tienen música. Y es toda mía. El ritmo de trabajo es frenético. Compongo música constantemente. Y a  veces me piden cosas muy extrañas, como que prepare una música que recuerde a la del ‘Coche fantástico’ pero que suene a muñeira, o una de James Bond tipo sardana. Este trabajo es un reto permanente». Por fortuna, puede hacerlo desde su casa de Burgos.En contadas ocasiones viaja a Madrid. En ese sentido, se siente un privilegiado. «Se lo digo muchas veces a Jorge Salvador: el día que me digas que me pones un despachito en Madrid, me matas».

También trabaja en la confección de bandas sonoras y videojuegos que revelan un talento impresionante. Recibe ofertas continuamente para nuevos proyectos pero no puede comprometerse con todos. Le falta tiempo. «Me resulta imposible llegar a todo. Pero me apasiona lo que hago. No sólo es mi modo de vida, sino que además disfruto haciéndolo».Aunque su curro le exige escuchar todo tipo de estilos musicales, el componente nostálgico le puede y sigue oyendo siempre que puede la misma música que cuando era un chavalín y bailaba en la calle. No descarta Israel Delgado rescatar a Siete 7 Black. «Lo pienso todos los días. Pero a mí me gusta hacer las cosas bien, nada de medias tintas. De sacar un nuevo disco, me gustaría hacerlo con tiempo. Por el disco, por mí y por la gente que lo espera. Pero nada de chapuzas. Lo haría por algo personal, por capricho, por placer, no por hacer dinero ni por estar en una gran discográfica. Pero ese sueño sigue ahí». Dénle tiempo. Siempre se puede volver a los orígenes: este año ha vuelto a tocar la bandurria.