Bulería en el Pozo Azul

I.L.H.
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La afición por el buceo de David Bisbal le hizo desplazarse en julio a Covanera. Las tormentas enturbiaron el agua y ha prometido volver. Comió en Orbaneja del Castillo

No querían curiosos ni aglomeraciones que les impidieran realizar la actividad, así que la visita de David Bisbal al Pozo Azul el mes pasado fue lo suficientemente discreta como para que apenas haya trascendido (ayer el cantante publicó un vídeo en su página de Instagram). Y eso que estuvo toda la mañana en Covanera y después se desplazó a comer a Orbaneja del Castillo.

Bisbal acudió al Pozo Azul de la mano de Pedro González, uno de los espeleobuceadores del equipo que explora la cueva, y amigo de Jesús Calleja. Fue a través del montañero y aventurero leonés como se conocieron y con él descendió la cueva de Valporquero de la mano de Guheko, su empresa de turismo activo. «Como le gusta el buceo le hablé del Pozo Azul y le invité a que hiciera una primera incursión porque la zona de entrada es espectacular», comenta González.

Pero «fallamos estrepitosamente», confiesa. David Bisbal acudió un día de entre semana de mediados de julio, al poco de casarse, y las tormentas habían enturbiado el agua como para que la visibilidad fuera más que escasa: «Bucea muy bien en el mar, baja a profundidades y se mete en fregados. Vamos, que es algo más que iniciado. Aunque en una cueva de este tipo nunca había estado. El problema fue la visibilidad. Así que bajamos al fondo de la poza y entramos a la sala de entrada tras la estrechez que da acceso a la cueva. Pero no hicimos más porque no merecía la pena».

Tras el ejercicio bajo el agua decidieron alimentarse y González le hizo de guía en Orbaneja. Tuvieron suerte porque las plazas libres en el aparcamiento anunciaban que el pueblo burgalés de moda les iba a dejar conservar el anonimato: «Se lo propuse porque le gusta mucho el paisaje y sabía que iba a flipar con la cascada», añade reconociendo que consiguió su objetivo.

Como el Pozo Azul no lo vio en su mejor momento se ha comprometido a volver, así que estén atentos porque en cualquier momento a su lado se sienta el de los rizos, da unas giros al pedir una bebida y le canta Bulerías, bulerías al oído.